PETATLÁN, Gro.— Al caer la noche esta población al oeste de Acapulco se queda desierta. Los habitantes y las autoridades dicen que es por temor.

Su vida, en efecto, cambió luego de una serie de venganzas, cuyo actor central es el ex líder de la Unión Ganadera Regional de Guerrero (UGRG), Rogaciano Alva Álvarez.

El también ex alcalde se ha convertido en uno de los políticos priístas más influyentes en la llamada Costa Grande. Tiene fama de ser cacique maderero y de tener vínculos con el narcotráfico. También se le relacionó con el crimen de la defensora de derechos humanos Digna Ochoa.

El episodio más reciente de los enfrentamientos dejó ayer tres muertos, para llegar a 27 el número de víctimas involucradas en el conflicto desatado a principios de mayo cuando Rogaciano salvó su vida en dos atentados en los que masacraron a 17 personas. Entre ellas, sus dos hijos. Su hija fue secuestrada y sigue desaparecida.

Siempre rodeado por la controversia, Alva salvó la vida en 2006 en otro ataque, cuando al volver de Ciudad Lázaro Cárdenas, Michoacán, el chofer de su camioneta Hummer blindada logró esquivar la agresión.

Siempre se ha deslindado de nexos con el narco.

Los ataques lo llevaron a mantenerse oculto; sin embargo no se descarta que haya operado el asesinato de cuatro mujeres, la semana pasada, que de inmediato fue respondido, el domingo, con el crimen del compadre de Rogaciano.