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En 6 localidades de Michoacán, sin clases

Cristina Pérez-Stadelmann| El Universal
Viernes 17 de enero de 2014
En 6 localidades de Michoacn, sin clases

INSEGURIDAD. La maestra Sofía, de la escuela "Adolfo López Mateos", dice que "miedo" es la palabra que impera en Apatzingán. (Foto: JORGE SERRATOS / EL UNIVERSAL )

Casi 4 mil maestros pararon labores y 321 escuelas cerraron por "miedo"

politica@eluniversal.com.mx

Al menos 48 mil 730 alumnos de Michoacán en seis localidades han dejado de asistir a la escuela desde el pasado 13 de enero, “hasta que existan las condiciones que no pongan en riesgo a los estudiantes, ello tras los hechos violentos registrados en días recientes en la región”, declaró Felipe Sandoval Delgado, director general de Unidades Regionales de la Secretaría de Educación del estado.

Ante el panorama de inseguridad, un total de 321 escuelas han cerrado sus puertas y 3 mil 984 docentes de preescolar, primaria, secundaria, media superior y superior no han podido regresar a sus áreas de trabajo. La problemática se presenta en Parácuaro (con inactividad desde el 7 de enero), Múgica, Coahuayana, Apatzingán, Lombardía y Tancítaro.

Solamente en Apatzingán, un total de 99 escuelas permanecen hasta el momento cerradas con un total de 22 mil 779 alumnos sin clase.

Sofía Mireles, maestra de 40 alumnos de la escuela primaria Adolfo López Mateos en Apatzingán, Michoacán, dice que “miedo es la palabra”. Ella es parte de los 3 mil 984 docentes en suspensión de labores derivada de la inseguridad.

“El lunes por la mañana estábamos en la escuela, en clases y de pronto fuimos informados que los niños debían irse a sus casas de inmediato y desalojar; parece que los malosos pasaron avisando que despejáramos el área porque habría balacera, y la voz comenzó a correrse a todas las escuelas de la región”, comenta José Refugio Rivera Salgado, también profesor en Apatzingán y en Morelia, Michoacán.

“... Y es que los padres de mis alumnos, que tienen aproximadamente seis años llegan constantemente al plantel para sacar a sus hijos, porque escuchan rumores de que habrá una balacera... y a nosotros pues no nos queda otra más que dejarlos salir... agrega la profesora Sofía, casi al unísono.

Otros estudiantes han dejado de asistir, porque sus tutores temen enviar a sus niños a clases, y ahora circunda el rumor de que el agua de la escuela y de todo Apatzingán está envenenada, y pues... con más razón... el pánico anda circundando por aquí. No sabemos si eso es cierto, todo es incierto”, dice la también madre de José, Guadalupe y Sofía, de 16, 11 y ocho años, que por ahora se quedan en casa.

Piden garantías

La Secretaría de Educación, a través de la Dirección General de Unidades Regionales, explicó que se regresará a clases cuando la seguridad de los alumnos, los padres de familia, de los profesores y de los jefes de sector esté asegurada. “Esperemos que esto ocurra el lunes 20 de enero, si es que de aquí a ese día no ocurre ninguna situación de violencia que lo impida.

“Con la intervención o la llegada del gobierno federal las cosas están empezando a regresar a su orden, ello garantiza a los padres seguridad.

“Cuando hemos tenido clases, los padres de familia me marcan constantemente al celular y me preguntan. ¿Maestra, qué ha pasado, cómo está mi hijo?, llaman para saber cómo está la situación... este ausentismo en los alumnos [que no es reciente, y que tiene aproximadamente todo el ciclo pasado y lo que va de este], afecta muchísimo en los conocimientos de los niños... en el primer año los niños apenas aprenden las primeras letras, en una semana se pierde este conocimiento, y hay que volver a comenzar.

Muchos de ellos ya conocen la palabra violencia, me preguntan por qué hay balazos, por qué matan a la gente, yo respondo que no tengo una respuesta exacta para ellos, les cambio el tema y los invito a cantar...

“Tengo una alumna que emigró de Apatzingán hacia Uruapan porque su padre, que es policía, estaba amenazado. La niña estaba muy nerviosa en clases”, comenta la profesora de 47 años.

José, el mayor de la familia Rivera Mireles, asiste al Colegio de Bachilleres en Apatzingán, y anda preocupado... “porque tenía un examen extraordinario de matemáticas que debía presentar a más tardar el martes y la escuela aún permanece cerrada...”.

Narra la manera como sus actividades cotidianas han cambiado por la inseguridad de la región y las disputas entre grupos criminales y policías comunitarios.

“Saliendo de la escuela como a las 5 de la tarde íbamos a jugar a una cancha de futbol rápido, a dos cuadras de mi casa, lo dejamos de hacer desde que empezaron a quemar los OXXO de aquí; y ya no nos hemos puesto de acuerdo para salir a jugar; salíamos 10 a jugar por lo menos tres veces a la semana. Antes también iba a una privada que estaba a una cuadra de mi casa, a platicar con mis amigos, pero eso tampoco lo hacemos ya...”.

El peligro se acerca de más

“Lo más impresionante fue cuando quemaron la farmacia. Nosotros fuimos a comer tacos, lo que me pareció raro fue que a cada rato pasaban policías, por la mañana supe que la farmacia de la esquina de los tacos, justo ahí donde estábamos, la habían quemado y sentí que el peligro ya estaba muy cerca de nosotros”.

El sábado 12 de enero José y su familia planeaban ir hacia Nueva Italia, lugar que habitan sus abuelos, “cuando estábamos por llegar vimos una enorme fila de carros y en el puente no había paso, vimos tres carros quemados y cortaron la carretera. Nos tocó esperarnos hasta que unos camioneros hicieron a un lado los carros quemados, llegó la policía de caminos, puso tierra para que pudiéramos pasar con los coches, y así fue como pudimos avanzar... yo me preguntaba por qué y cómo fue que se quemaron esos carros”.

Para el joven de 16 años, la solución al conflicto es complicada, “pues por un lado está el pueblo que está en contra de Los Caballeros Templarios, que tenían comprado al pueblo, y los autodefensas.

Todo cambió cuando empezaron a cobrar cuotas a los negocios, en la carnicería cobraban por ejemplo un peso más por cada corte de carne.

Una solución es que el gobierno interviniera rotundamente... hay que agarrar a todos los jefes de las plazas de algunos municipios de Michoacán”, comenta el joven que planea ser médico cuando sea mayor.

Guadalupe y Sofía, alumnas de sexto y tercer grados de primaria de la escuela Adolfo López Mateos, tampoco han salido de casa desde el lunes 13: “Ni a la tiendita siquiera”.



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