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Historia. Reciben recursos, pero no mejora su vida

Mariana León| El Universal
Sábado 16 de noviembre de 2013
<b>Historia.</b> Reciben recursos, pero no mejora su vida

INSUFICIENTE. Aun cuando reciben varios apoyos sociales, Alberta y sus hijos deben trabajar para solventar gastos. (Foto: ESPECIAL )


mariana.leon@eluniversal.com.mx

La historia se repite en todo el país. Son mujeres solas que no tienen un trabajo seguro, madres solteras que tienen algo en común: reciben recursos de programas sociales del gobierno, sin que ese ingreso haya mejorado sus condiciones de vida.

La delegación de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) en el Distrito Federal le entregó ayer a Alberta Dominga una nueva estufa. La que tenía se la regaló una vecina hace 12 años, pero ahora ya se le sale el gas.

Este no es el único apoyo que le ha dado el gobierno federal. Alberta también está inscrita al Seguro de Vida para Jefas de Familia, al Seguro Popular y recibió becas de la Secretaría de Educación Pública (SEP) para su hijo Mario.

Pero con todo y beca, Mario tuvo que dejar la escuela secundaria, porque el dinero no alcanzaba para los pasajes. Todas las otras secundarias de la zona tienen sobrecupo y ella tenía que enviarlo a una que está a una hora de distancia.

Hace dos años también solicitó Oportunidades, pero se lo negaron. “Y hay vecinas que sí lo tienen, que tienen un solo hijo y marido”, lamenta.

Todos estos apoyos no han podido cumplir el verdadero sueño de Alberta a sus 52 años: comprarse un terreno en San Andrés Totoltepec, en Tlalpan, para construir su casa y ya no seguir pagando los mil 500 pesos de la renta. Hace unos meses este sueño estaba cerca, cuando a la colonia llegó un proyecto del Instituto de Vivienda del Distrito Federal para unos departamentos, pero le pedían una entrada de 10 mil pesos para poder comenzar.

“Eso es tantísimo dinero, ¿de dónde los iba a sacar?”, se pregunta. Ella y sus tres hijos viven al día: Luis Enrique de 30, quien tiene una discapacidad intelectual; Mario Brandon, de 15, y Edna Sayuri, de 12.

Algunas veces Alberta trabaja desde su casa, planchando y lavando ajeno, otras le pagan para limpiar casas; los jueves y viernes, ella y sus hijos venden dulces afuera de la zona de hospitales de la delegación. Su objetivo es ganar 200 pesos cada dos días. La meta es pagar la renta a fin de mes.

Su primer esposo murió en un accidente carretero cuando Luis Enrique tenía tres años, era trailero. A su segunda pareja la conoció en el último trabajo formal que tuvo en la Bodega Aurrerá. Tuvieron dos hijos y dos años después no lo volvió a ver. Hace 13 años de eso, ella dejó el empleo porque no había nadie que le cuidara a sus hijos.

Su hija Edna sigue estudiando y está esperando una nueva beca de la SEP. Alberta dice que aunque no se la den, Edna va a seguir en la escuela, porque “uno como mujer se tiene que abrir los caminos, a los niños les digo que ellos como quieran, de albañiles o en la limpieza, pero ella al menos tiene que terminar la secundaria”.

Nuevas beneficiarias

Cristian Emmanuel Chávez Portillo tiene 10 años y es uno de los primeros beneficiarios del Seguro de Vida para Jefas de Familia que arrancara hace más de 10 meses. Su madre tenía sólo 26 cuando falleció y ahora él vivirá con su abuela.

Shiomara Rubí tiene 30 años y vive en la ciudad de Durango, con sus dos hijas, de cinco y 10. Una amiga le dijo que podía tener este apoyo y se inscribió en la delegación local de Sedesol.

Hace seis años, cuando su madre enfermó y no había quién cuidara a sus pequeñas, dejó su trabajo en una guardería local y perdió sus beneficios de la seguridad social. Ahora se mantiene vendiendo dulces afuera de su casa.

Hace unos meses su madre murió y ahora está buscando trabajo, pero en todos los lugares a los que ha ido le piden computación y ella no tiene esos conocimientos.

A Shiomara, el Seguro de Vida le parece un buen apoyo, pero por ahora no le sirve de mucho, porque a veces se le dificulta pagar las cuentas de comida y, sobre todo, la escuela de sus hijas.



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