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Los raptos truncan sueños en Chilapa

Vania Pigeonutt / Corresponsal| El Universal
Viernes 22 de mayo de 2015

Video. Gilberto Abundiz, es uno de los 16 casos que se encuentran en la Fiscalía de Derechos Humanos desde el 19 de marzo

Los raptos truncan sueos en Chilapa

DESESPERACIÓN. Doña Panchis muestra la foto de su hijo Gilberto, quien sin motivo aparente desapareció de la comunidad tras llegar a pasar sólo unas vacaciones. (Foto: ESPECIAL )

Organismos de derechos humanos alertan del aumento de desaparecidos en los últimos años en este pueblo; habitantes lamentan la apatía de las autoridades

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Chilapa

Aquí cualquiera puede desaparecer. Los perfiles de la gente que se esfumó en los últimos meses lo confirma: un artista gráfico, familiares del ex jefe de seguridad de la ciudad, un joven que trabajó en el Centro Regional de Derechos Humanos José María Morelos y Pavón.

Defensores de derechos humanos alertan de la “dramática” situación de los desaparecidos en los últimos tres años en Chilapa. Porque hay gente que nada tiene que ver con la pugna que mantienen dos grupos delictivos: Los Rojos y Los Ardillos. “Son casos sumamente raros, casos de la violencia que deja un daño colateral”, aseguran.

En el Centro Regional de Derechos Humanos José María Morelos y Pavón indican que en los últimos tres años las desapariciones forzadas han aumentado. Tal parece que hay una colusión entre el gobierno municipal con un grupo de la delincuencia, advierten informes de esa oficina. “Entre más aumenta la violencia, más baja la denuncia”, quizá por esos “cientos de casos” sólo hay unas 16 denuncias penales.

“Hay ocasiones en las que elementos del Ejército, la Gendarmería, la policía estatal observan violaciones graves a derechos humanos, pero no pueden actuar”, dicen.

Un artista entre los desaparecidos

Gilberto Abundiz Sánchez tiene 30 años y es artista gráfico. Llegó de Morelia, Michoacán a ver a su familia en Chilapa, el 18 de marzo. “Se quería comer el mundo”. Soñaba con proyectos en el lugar donde nació: exaltar la cultura. No pensaba quedarse por acá, él sólo opinaba que estaba “difícil”.

Estuvo 12 días con calma. Les platicaba que se quería casar, incluso realizó un grabado que está al centro de la mesa de su casa donde dibujó a una pareja viéndose de frente. Su familia no conoció físicamente a su novia, pero apoyaban sus planes de boda.

El 30 de marzo, Gilberto fue con su hermana Martha a hacer unas compras, llegó a su casa alrededor de las 14:30 horas. En ese tiempo, decidió regar el pequeño jardín de su mamá, Francisca Sánchez, a quien le decía “doña Panchis”. No vieron nada raro, ni ese día ni cualquier otro, “porque él no tenía muchos amigos aquí, sólo vino de vacaciones”.

Un chorro de agua cayendo sonoramente al jardín fue lo único que llamó la atención: “¡Está abierta su llave!”, fue lo único que escuchó la señora Francisca, de oficio costurera, de una de sus vecinas. Nadie supo nada. Nadie vio nada. Gil se esfumó.

Doña Panchis está cada vez más delgada. Martha, la hermana, dejó de hacer sus esquimos con los que se ganaba un poco de dinero. Su esposo la apoya, pero ella y sus dos hijas mayores son quienes han dado vueltas al Ministerio Público a realizar la denuncia.

“Él es una persona muy tranquila, hogareña. Le gustaba mucho el arte, él leía mucho, era su afición. Pido a las autoridades que encuentren a todos esos desaparecidos, porque yo considero que no todos son delincuentes”, dice.

No denunciaron porque pensaron que se trataba de un secuestro. El caso de Gil está en la Fiscalía General del Estado (FGE) desde el martes pasado y forma parte de los 16 que investiga formalmente la dependencia. La familia de doña Panchis rompió el miedo, tras enterarse de que había mucha gente sufriendo como lo hace ella.

En la Universidad Michoacana de San Nicolás Hidalgo tampoco se sabe de él, allí se graduó en la carrera de Artes Visuales.

Sus libros de Jorge Luis Borges, de Gabriel García Márquez, sus poemas, su bastidor y su máquina de grabados yacen esperándolo. Sus hermanas lo aguardan con mucha esperanza.

Gilberto es amigo de Héctor Jaimes Abarca, un joven también de 30 años que desapareció sólo 12 días antes que él. Jaimes es activista y defensor de los derechos humanos. Trabajó en 2012 en el Centro Regional de Derechos Humanos y se esfumó el 18 de abril; luego su hermano Jorge, de 18 años, desapareció el sábado 9 de mayo, cuando civiles armados se apoderaron de Chilapa.

Algunos amigos contaron a EL UNIVERSAL que Héctor y Gilberto realizaban videos de una panadería, querían exaltar la gastronomía de Chilapa, eran “muy artísticos, y se dedicaban a estos temas… quizá vieron algo por allí”.

La Fiscalía tomará muestras de ADN este viernes a los familiares de los que desaparecieron desde del 9 al 14 de mayo, cuando grupos armados de comunidades del sur de Chilapa tomaron la seguridad de la zona.

El miedo anda en la calle, en las escuelas, en las caras de los comerciantes cuyas ventas bajaron en 70%. De las 663 escuelas que hay en la región sólo 139 abrieron, es decir, un 25% reportaron autoridades escolares.



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