Ofrendas, costos varían según gustos y regiones del país
DIFERENCIAS. En el sureste del país, como en Yucatán, los habitantes comparten en sus comunidades los rituales, principalmente dedicados a los muertos. En las casas de los pueblos se construyen altares, cuyas dimensiones dependen de "la economía, del gusto y las ganas" de quien replica la tradición. (Foto: LORENZO HERNÁNDEZ / EL UNIVERSAL )
Colocar una ofrenda por el Día de Muertos es un gasto adicional para las familias, cuyos desembolsos van de 150 pesos hasta 10 mil pesos, según la región y tamaño del altar que colocan para recibir el alma de los difuntos, una de las festividades más reconocidas a nivel mundial.
En Oaxaca, por ejemplo, para honrar la memoria de quienes murieron no hay un límite, pues el amor es el principal motivo para instalar un altar, señala la familia Ordaz Villalobos, quien gasta entre 7 mil y 10 mil pesos y prepara con anticipación la recepción de las almas, que estarán presentes en los días de Todos Santos.
En otros estados, como Guanajuato, algunos familias, entre ellas la de Carla Arroyo, se dan a la tarea de realizar una ofrenda en miniatura, con un costo de 150 pesos, en la que colocan platillos típicos mexicanos elaborados de pasta de azúcar en tamaños que no superan los cinco centímetros.
En Chihuahua, Baja California Sur y Nuevo León, los habitantes no colocan ofrendas, pero sí van a los panteones a dejar flores en las tumbas de sus seres queridos, cuyos ramos pueden costar desde 10 pesos hasta 600 pesos o más cuando compran arreglos.
De acuerdo con la brújula de compra de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), el costo de una ofrenda varía de 417 a 853 pesos, mientras que en el gasto de flores se invierten entre 75 a 85 pesos, de acuerdo con estadísticas de 2013.
Mientras, el Índice Nacional de Precios de Precios al Consumidor (INPC), señala que, según una encuesta de la Profeco, 85% de familias coloca ofrenda y 48% acude a un panteón.
El organismo destaca que la festividad, dividida en el Día de Todos los Santos —para los niños— y el Día de Muertos — para los adultos, se manifiesta con diversas actividades, incluso con la adopción de otras costumbres, como la de Halloween.
Sin embargo, en el Día de Muertos —que tiene el reconocimiento de la Unesco como Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad— la acción principal en los hogares, es la colocación de los altares.
Para colocar una ofrenda lo mínimo que se requiere son flores y pétalos de cempasúchil, entre otras plantas, calaveritas de azúcar, papel picado, pan de muerto, agua, sal, el retrato del difunto, incienso, veladoras, dulces y los platillos y bebidas que los finados preferían en vida.
Para todos los gustos
En el Espinal, municipio del estado de Oaxaca, la familia Ordaz Villalobos, coloca un altar, cuyo gasto fluctúa entre 7 mil y 10 mil pesos: invierten entre mil 300 y mil 500 pesos en la elaboración de pan, cifra similar a las flores. Los adornos tienen un costo superior a mil pesos si los realiza algún conocido y toda la familia participa en la creación de los niveles de la ofrenda.
Quintana Roo también se dispone a ser anfitrión de los difuntos, a quienes celebra entre el 31 de octubre y el 2 de noviembre a través del “Hanal Pixán”, festejo maya que significa “comida de las almas”.
En el sureste, habitantes de Yucatán y Quintana Roo comparten en sus comunidades los rituales, principalmente dedicados a los muertos.
En las casas de los pueblos se construyen altares, cuyas dimensiones dependen de “la economía, del gusto y las ganas” de quien decide replicar esta tradición, que sincretiza las creencias indígenas y católicas, explica Mari Cobá, guardiana de las tradiciones mayas, en Cancún.
Los altares se adornan con hojas de palma y sobre ellos se coloca la llamada cruz de Yaxhé, orientada hacia los cuatro puntos cardinales, además de los artículos básicos, entre los que no pueden faltar el atole y los tamales; el costo de las ofrendas supera los 500 pesos.
En contraste, en Chihuahua, le destinan pocos recursos a la celebración del Día de Muertos, debido a que en estas tierras quienes visitan los panteones limpian las lápidas, en las jardineras dejan claveles, gladiolas o en el mejor de los casos rosas.
El costo de una docena de claveles va de los 50 a los 65 pesos; las gladiolas entre 80 y 100, mientras que las rosas alcanzan los 150 pesos.
En Nuevo León, el desapego entre los miembros de las familias, los cambios culturales por la adopción de costumbres de otros países —particular mente del Halloween de Estados Unidos—, y la situación económica han generado que el Día de Muertos no sea buen negocio para los vendedores de flores, comidas, golosinas y otros artículos de temporada, que se ubican en los alrededores de los panteones.
En el mejor de los casos, los habitantes visitan los panteones. José García, miembro de una familia que por tres generaciones se ha dedicado a la venta de flores en las inmediaciones de los panteones Del Carmen y Dolores —al poniente de Monterrey—, dice que esto ya no es buen negocio como hasta hace unos 10 años, cuando podían subir el precio de los ramos y coronas, hasta 50%. Ahora los ramos valen 100 a 120 pesos, mientras las cruces y arreglos de flores artificiales, unos 100 pesos. (Con información de Xóchitl Álvarez, Yazmín Rodríguez, Lupita Thomas, Luis Fierro y David Carrizales)