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FRESNILLO

“Los alumnos que nacieron en Estados Unidos, favor de acudir a las canchas”. Esa es la orden que emite por el altavoz la directora de la escuela primaria Francisco Villa de esta ciudad zacatecana. Todos saben quiénes son, así es que acatan el mandato y en cinco minutos están fuera de las aulas.

Hay niños de todas las edades, pero principalmente de siete a 12 años. La mayoría tienen nombres extranjeros como Nicola, Jared, Charline, Ashly, Denisse, Michelle y los hermanitos Kendar y Emilie.

Entre ellos se conocen y conviven cuando pueden. Todos son nuevos habitantes en la tierra natal de sus padres. Los pequeños mencionan que la mayoría de sus papás regresaron a nuestro país porque eran migrantes indocumentados y fueron deportados.

Una pequeñita interrumpe para aclarar con su voz dulce e inocente que a su mamá no la deportaron, “pero ella se puso triste y no quiso dejar solito a mi papá acá (en México), ni nosotros tampoco. Así que todos nos regresamos para poder estar juntos”.

Los pequeños mencionan que sus papás actualmente son empleados de algunas empresas, algunos de los oficios que refieren principalmente es el de minero y el de chofer de carga. Muchos de ellos señalan que no tienen casa propia y rentan, pero cuando llegaron de Estados Unidos estuvieron viviendo un tiempo con sus familiares.

Historia, la materia más difícil

Alicia Ortiz Ultreras, directora de esta escuela, menciona que tiene 10 años al frente de este plantel y desde que llegó se encontró con la presencia de alumnos de procedencia extranjera, hijos de migrantes mexicanos que nacieron en territorio estadounidense, pero el fenómeno va en aumento.

Por ejemplo, en la primaria Francisco Villa, de una matrícula de 360 alumnos 29 menores nacieron en el vecino país: 13 niños y 16 niñas.

La profesora aclara que 90% de los niños extranjeros que tiene registrados en su matrícula no hablan inglés, ya que muchos comenzaron sus estudios en esa escuela desde los primeros años de cursar la primaria en México.

Refiere de dos casos recientes en este ciclo escolar. Se trata de unas alumnas que acaban de llegar de Estados Unidos, quienes no hablan español y, por ende, han tenido problemas para integrarse al sistema educativo mexicano.

Sin embargo, destaca que se trabaja de manera muy cercana con los padres de familia para poder apoyarlas en su aprendizaje continuo.

Estas niñas son Lizbeth Flores y Adela Anahí Domínguez, quienes actualmente cursan el sexto y cuarto año, respectivamente.

A ambas se les han dificultado algunas materias, sobre todo Historia de México, totalmente diferente a los temas que llevaban en sus escuelas estadounidenses; por ello, se ha tenido que trabajar mucho con ellas para lograr su regularización.

Sin embargo, Lizbeth admite que aún le cuesta mucho trabajo aprender, porque ella ingresó en la Francisco Villa en sexto año y es muy difícil conocer toda la historia de México en tan poco tiempo.

Les gustaría regresar a EU

Al preguntarles qué diferencias existen en las escuelas donde estudiaban en Estados Unidos a su primaria en Fresnillo, los niños lo resumen en un frase: “¡Uhhhhh, pues muchas cosas!”.

Detallan: “Las escuelas están más grandes. Allá utilizábamos mucho la computadora, hay comedores, hay autobús para llevarnos a la escuela y a nuestras casas... Ah, pero allá no hacemos honores como los de aquí”.

Con emoción aceptan cantar en coro algunas estrofas del Himno Nacional Mexicano. Sin embargo, no comprenden a fondo el contenido de la letra. Incluso, aunque todos saben que su escuela se llama Francisco Villa, desconocen la historia de este revolucionario.

Un niño salta y levanta la mano para decir que hace poco supo quién era Pancho Villa: “Yo si sé. Villa es el que tomó Zacatecas. Yo escuché mucho de él, porque acaban de hacer muchas fiestas por la Toma de Zacatecas”, en referencia a los festejos realizados por el Centenario de esa gesta.

Algunos de ellos todavía no lo tienen muy claro, pero creen que ya tienen dos actas de nacimiento “una de aquí y una de allá”. Sin embargo, todos dicen no sólo sentirse estadounidenses, sino también zacatecanos y consideran que sus corazones son binacionales, porque quieren tanto a México como a Estados Unidos.

—Si ven la bandera de Estados Unidos y la de México, ¿por cuál les late su corazón?, se les pregunta.

La respuesta se los niños es al unísono: “Pues por la de Estados Unidos... Bueno por las dos”, rectifican de inmediato otros niños.

—¿Por qué? ¿No dicen que también quieren a México?

—¡Siiii! ¡Sí lo queremos! —responden todos, mientras la pequeña Ashly se adelanta y explica que sí quieren a México “porque aquí nacieron nuestros papás”, pero de inmediato su hermano Ángel Gabriel remata: “Pero queremos más a Estados Unidos, porque ese siempre será el país en donde nacimos”.

Al preguntar a este grupo de niños qué decisión tomarían si se les diera la opción de quedarse en México o irse de nueva cuenta a Estados Unidos, ninguno duda y la respuesta generalizada es que les agradaría regresar a vivir a la nación en la que nacieron.