Vivir bajo cero
EXTREMO. María Primero Payán sólo porta un suéter crema pese a que en la comunidad de La Rosilla, donde vive, la temperatura desciende a hasta menos 20 grados. La mujer y su familia tienen un hogar de madera, donde un calentón que se aviva con trozos de leña permanece 24 horas encendido . (Foto: )
DURANGO
Ubicada a más de 2 mil metros sobre el nivel del mar, la comunidad de La Rosilla es considerada “la congeladora” del país, pues los registros de temperatura superan los menos 20 grados durante la temporada invernal.
Justo a la entrada de esta población vive la familia de María Primero Payán. Desde las ocho de la mañana, cuando el termómetro marca menos ocho grados centígrados, ella sale al bosque a recolectar leña, materiales maderables que quedan de la explotación forestal que se hace en esta zona, para venderla.
Con esta actividad, María y su esposo contarán con algo de dinero para “irla pasando”. Ellos dejaron la comunidad de Chiqueros, lugar del que emigraron porque no tiene escuela. Ella asegura que su familia se ha ido acostumbrando al frío.
El hogar de la madre de familia duranguense, quien sólo porta un suéter en color crema, es el segundo a la entrada de La Rosilla. Tiene dos pequeñas construcciones de madera; la puerta esta hecha de trozos que se quitan para poder entrar o salir, sujetos de los extremos. Adentro hay un calentón de leña.
Una de las dos habitaciones sirve como dormitorio y cocina; en la otra se guarda la ropa de dos niños, una adolescente y cuatro adultos, como lo expresa Nubia Alejandra García Primero, hija de María y quien explica que hace tres años dejaron Chiqueros para que ella y dos menores pudieran estudiar.
En el cuarto donde duermen hay una cama, un pequeño colchón y una estufa de leña que se mantiene encendida las 24 horas del día. Por las noches, la recámara es ocupada por los dos niños y su mamá, mientras que los cuatro adultos lo hacen en un colchón.
En el patio de la casa, Bianca Mireya Chávez García, prima de Nubia, lava la ropa de sus dos hijos, saca el agua de una pila casi congelada para que los niños puedan ir limpios a la escuela. Para ella, este año se ha sentido más frío.
En el lugar hay más familias como la de María, que no cuentan con televisión ni tampoco con teléfono celular; un radio es lo único que alegra las mañanas de sus integrantes, que se abocan al trabajo en el hogar o a buscar un ingreso para sobrevivir en un clima extremo.
La Rosilla está a 2 mil 779 metros sobre el nivel del mar. Es una de las comunidades más alejadas de Durango, donde se habita entre contrastes, porque se puede disfrutar de paisajes únicos y hay familias que cuentan con lo necesario para vivir, pero otras sobreviven en condiciones precarias y para quienes la atención de autoridades es poca.
Recorrido de nueve horas
Son nueve horas de traslado de la capital de Durango para llegar a La Rosilla, en el municipio de Guanaceví. En esta comunidad, la temperatura histórica más baja es de menos 27 grados centígrados, registrada el 12 de diciembre de 1997.
Para llegar a este punto enclavado en la zona limítrofe con Chihuahua, cuyo clima helado contrasta con la calidez de su población, se efectúa un recorrido de tres horas por un camino terracería partiendo de la cabecera municipal.
Sólo se puede llegar en un vehículo todo terreno. La capa de hielo no permite avanzar rápidamente; la temperatura de menos 8 grados centígrados favorece a que los agostaderos y predios forestales se cubran de blanco.
La mayoría de las 70 familias que viven en La Rosilla se dedican a la industria forestal. Son alrededor de 300 pobladores que viven con bajas temperaturas. Algunos no salen a las primeras horas del día y otros duermen con ocho cobijas.
Uno de los habitantes más conocidos es Ismael Velázquez Lazos, meteorólogo del lugar.
Desde hace 40 años, Velázquez Lazos es el encargado de las mediciones del clima y quien reporta por un sistema de radiocomunicación a Los Mochis, Sinaloa.
En la presente temporada se han tenido registros de menos 18 grados centígrados, explica Ismael a EL UNIVERSAL, al tiempo que toma un trozo de agua que amaneció congelada y que con dificultad se puede quebrar. Ayer domingo se registró una temperatura de 7.5 grados bajo cero, dijo.
Las 24 horas del día se mantienen encendidos los calentadores de leña en las viviendas. Es la única forma en que se puede soportar el clima. Los jefes de familia, como Ismael, salen en busca de la madera para mitigar el frío.
Durante diciembre, apenas comienza el clima extremo, es un tiempo para prepararse para lo que vendrá en enero, cuando el termómetro suele indicar menos 20 grados centígrados.
La calidez del "pasito duranguense"
En la comunidad de La Rosilla ya comenzó el periodo vacacional. Antes de que los niños de preescolar y primaria tomen un descanso, los maestros organizaron posadas navideñas. Entre juegos, carreras de costales y “pasito duranguense”, los menores dicen adiós a las clases hasta el próximo año.
Dos alumnas aprovechan el festejo navideño y bailan a ritmo de “pasito duranguense”, sin abrigo y con una gran sonrisa, a un costado de la cancha de volibol, mientras que sus compañeros continúan con los juegos y a la espera de que se rompan las piñatas.
Martha Leticia Lica López, maestra de primaria, comenta que los alumnos ya están acostumbrados a las bajas temperaturas. Las aulas cuentan con calentadores de leña y cuando de plano el clima es muy frío, no van a escuela, se quedan en el hogar.
Mientras el ambiente es más condescendiente en la zona, los dos profesores de nivel básico asisten a la escuela y la actividad no se detiene; el horario de entrada es hasta las nueve de la mañana.