Crónica. Tabasco: "cada año nos vamos al agua"
DESASTRE. Las calles de la entidad lucen como ríos, el agua alcanzó los dos metros de altura y las personas tienen que usar lanchas para trasladarse. (Foto: YADÍN XOLALPA / EL UNIVERSAL )
alberto.morales@eluniversal.com.mx
RANCHERÍA IXTACOMITÁN
El cielo está oscuro y nublado, en señal de que se avecina una tormenta. Es la entrada del frente frío número 21. Al sur de la capital Villahermosa, en la colonia Ixtacomitán, el agua alcanza niveles de hasta dos metros de altura.
Es el cuarto día de la inundación que provocaron las intensas lluvias del 23 de diciembre.
Los vecinos señalan que desde hace cuatro semanas se quedaron en el olvido de las autoridades, porque el río Pichucalco, que colinda junto con el río Viejo Mezcalapa, se desbordaron desde noviembre pasado.
La colonia está rodeada por rancherías y pastizales que quedaron bajo sumergidas. Decenas de hectáreas donde cultivan plátano resultaron afectadas, pero en medio de la tragedia los tabasqueños sacan provecho.
Junto a la carretera o dentro de las lagunas —que se han formado recientemente— los vecinos sacan mojarras o camarones de río con anzuelos y redes para pescar. La única forma de entrar a la parte más anegada de Ixtacomitán es por lancha o cayuco.
A Jesús Manuel Morales, habitante de esta colonia, parece no incomodarle. “Ya nos adaptamos, cada año nos vamos al agua”, asegura el hombre desde la escalera que lleva al segundo piso de su casa en la calle Carlos Madrazo, donde el nivel del agua llega a los medidores de luz.
Él y su familia —que tienen más de dos décadas en ese lugar— han adaptado su hogar para “convivir” entre las corrientes del río; por ejemplo, modificaron las instalaciones eléctricas del primer nivel para que en caso de inundarse bajen el switch; construyeron una estructura de más de metro y medio de alto para colocar el tanque de gas, y en la cochera tienen listo un cayuco para navegar por las calles anegadas.
Cada año se vive la misma tragedia. “Siempre pasa esto, ya estamos preparados, todo mundo ya tiene sus cayucos y sabe que cuando viene el agua, los que tenemos segundo piso, nos vamos para arriba y comenzamos a subir las cosas”, dice.
Lamenta que este año la familia tuvo que separarse para celebrar la Navidad, pues uno de sus tíos y su sobrino cuidaron la casa; para la celebración de Año Nuevo ahora “me toca quedarme”.
Pero para la señora Mary López cada año es vivir una nueva tragedia. Con el agua perdió los productos de su tienda de abarrotes; se le descompuso el refrigerador, la lavadora y su estufa.
Desde la azotea, acompañada de su vecina Ana, ambas reclaman ayuda, porque en cuatro semanas no les han llevado bombas para sacar el agua, ni despensas, enseres de limpieza o pomada para los hongos provocados por agua contaminada por basura o excremento de animales.
Ana y Mary están muy tristes, dicen, porque no tienen dinero para ir a rentar a otra colonia, y paradójicamente recuerdan que con el ex gobernador, el priísta Andrés Granier, sí había ayuda.
“Robó, eso dicen, pero sí nos ayudó. Él venía y se metía al agua, pero tan siquiera teníamos apoyo. Cuando el Fonden, él se agarró la mayor parte que era de nosotros, pero nos dio aunque sea un shishito (migajas en lengua chontal), nos regaló 10 mil pesos, pero de este gobierno en que nos va a ayudar, en nada”, reclama la señora Ana.
Otra señora reclama que dejen de tomar fotos; mejor manden ayuda, pide.
Sobre las aguas pantanosas comienzan a caer la lluvia. Casi no pega el Sol. Nubes negras cubren la capital tabasqueña.