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Faltaban dos semanas para comenzar el rodaje de Más negro que la noche, cuando Marco Polo Constandse, uno de los productores, lanzó la pregunta al aire: “¿Y sí la hacemos en 3D?”.

La idea había surgido de su homóloga socia española y él la ponía sobre la mesa, con el antecedente que nunca se había hecho nada así en México, en acción viva.

Lo poco realizado se contaba en animación con Don Gato, vista por dos millones de espectadores; El gran milagro y Zbaw, historia de un gran equipo, películas que en conjunto superaron la barrera del millón de boletos vendidos, todas ellas estrenadas en 2012.

Luego de la pregunta, hubo silencio por 10 minutos, recuerda José María Torre, otro socio.

“¡Todos friqueados!, pero había una vocesita que también decía ‘háganla’”, narra.

Entonces todo se paró. El elenco —con Zuria Vega, Adriana Louvier y Eréndira Ibarra— fue avisado del cambio. También se detuvo la llegada de los gatitos que servirían de actores para la trama donde la muerte de un minino, desata la venganza de un fantasma. Y vinieron los reajustes, empezando por el presupuesto. Hasta el momento, oscila en los 50 millones de pesos, 30% más de lo que habría costado normalmente el rodaje.

De España llegó José María Aragonés (El maquinista), considerado uno de los padres de una nueva cámara 3D que permite montar en una dos lentes y no usar dos unidades distintas, como en antaño.

“Con eso había que redefinir todo”, comenta Henry Bedwell, director de Más negro que la noche, remake de la versión setentera de Carlos Enrique Taboada.

“El 3D hace que ilumines por cada plano; no es una imagen plana en la que sólo ves el inicio y lo de atrás no, ¡el reto ahí fue no llorar!”, cuenta divertido el cineasta, en la etapa final de posproducción.

A cada cambio de lente, se necesitaba de nuevo calibrar en cuestión de una hora o dos. No en minutos como es tradición.

“Estábamos unos locos y tercos en eso, creo que por eso lo hicimos”, recuerda Leonardo Zimbrón, de la taquillera Nosotros los nobles, quien también coproduce la aventura de terror.

Pero el estrés ha valido la pena. No solamente se tiene ya fecha de estreno para el 5 de septiembre próximo, sino que ya existen ofertas de compra por parte de otros países. Y así llegará al mercado de Cannes, en mayo. El terror y la tecnología, sí venden.

LAS QUE SIGUEN

Más negro que la noche es la primera película mexicana de acción viva en 3D estereoscópica, que requiere el uso de lentes en sala.

Pero durante el próximo año y medio se esperan otros cinco títulos, todos de animación: Un gallo con muchos huevos y Joyfluid.

La primera cierra la trilogía de Huevocartoon y, tras casi tres años de trabajo, ha causado interés en EU por su costo.

“Una de Dreamworks cuesta 200 millones de dólares (más de 2 mil millones de pesos), a nosotros nos costará alrededor de seis millones de dólares (unos 75 millones de pesos); la mostramos en EU y no creen que la estemos haciendo”, dice Gabriel Riva Palacio, codirector.

La historia, a estrenar en el primer trimestre 2015, cuenta con la supervisión de Igor Lodeiro, quien ha trabajado en Kung Fu Panda y Cómo entrenar a tu dragón.

“Dijo que en este país no se podía, que estas películas llevan un proceso de nueve años, y dije que sí lograba mi equipo en menos tiempo él supervisaba mi iluminación; un año después vino a dar el curso de animación”, recuerda.

Joyfloid, en tanto, se ha mantenido en secreto, llegará en junio a cines, sin grandes aspavientos. Un tráiler ya puede ser visto en YouTube desde hace unos días.

Hacia fines de 2015 llegarían El callejón de los sueños, de Ricardo Gómez y Poncho Balón.