En los años 70 tocar rock en México con ciertas aspiraciones era lo más parecido a una lenta agonía.

La industria de la música, que apuesta sobre seguro, miraba hacia otra parte. De aquella época, sólo Three Souls in my mind (hoy El Tri, simplemente) puede considerarse sobreviviente en la memoria colectiva y músicos excepcionales como Javier Bátiz, un guitarrista que perfeccionó la técnica de un desconocido Carlos Santana antes de que éste decidiera probar suerte en San Francisco.

Aún se respiraban los vapores del "verano del amor" que dio paso a la onda hippie, esa que cruzando la frontera tropicalizó el término a "jipiteca" y que en Guadalajara encontró a uno de sus máximos exponentes: La Revolución de Emiliano Zapata, que con el tiempo se convertiría en una banda legendaria.

Pero de regreso a 1970, una moda entre los grupos de rock mexicanos fue cantar en inglés parte de su material. Uno de esos temas tuvo buena aceptación en la radio nacional, aunque lo sorprendente fue que llegó a frecuencias de Estados Unidos y Europa: "Nasty sex" (Sexo sucio), precisamente de esos jóvenes de Jalisco.

"Nos mandaron unas medallas dizque de oro los de la compañía (Polydor) por la venta en Europa de 100 mil copias de 'Nasty sex' y se habló de una gira en Alemania y Estados Unidos. Pero, la verdad es que nunca viajamos ni a un lado ni a otro", recuerda en entrevista Javier Martín del campo, guitarrista y el único miembro fundador que permanece en la banda.

Sin embargo, los años felices fueron efímeros y tuvieron que migrar a otro género, a costa de ser llamados "traidores".

El "no" a Avándaro y el estigma de las baladas

"La Revo", como mejor se le conoce en Guadalajara, fue invitada al célebre Festival Rock y Ruedas de Avándaro, Estado de México (1971), pero una apretada agenda le impidió aceptar la propuesta.

Del Campo recuerda que ese fin de semana ellos tocaron en Monterrey y en el camino se cruzaron con legiones de jóvenes que iban en sentido contrario.

"Nosotros íbamos hacia el norte y veíamos como iba llegando la gente hacia el sur con sus mochilas. La verdad fue que no podíamos tocar, además de que ese evento estuvo muy mal organizado. A nosotros nos llamaron con muy pocas horas de anticipación".

Después la agenda se relajó bastante, al grado del desempleo y el rock dejó de ser negocio para los empresarios.

"Nuestro representante también era representante del grupo Yndio; a ellos les estaba yendo bien tocando baladas, tenían una llamada 'No puedo vivir más sin ti' que nosotros agarrábamos de 'carrilla'. Lo curioso es que de esa 'carrilla' salió una rola nuestra que se llama 'Cómo te extraño'. Funcionó y seguimos por ese camino", recuerda.

Ese tema de 1975 los mantuvo en el gusto de la gente y después, en 1979, grabaron "Mi forma de sentir", otro buen golpe que les generó un problema de identidad.

"El público de las balada nos decía que la nuestra era 'música fina' (incluían solos de guitarra muy elaborados) y para los rockeros, esos que nos seguían desde que empezamos, éramos unos traidores", dice.

A partir de ese momento no hubo más discos, se abrió un receso de 30 años hasta la aparición del álbum La Revo Discos Imposibles de 2009.

A la fecha sus canciones tienen cierta rotación en la radio, en las estaciones del género grupero, y Pedro Fernández los mantiene vigentes con su versión de "Mi forma de sentir".

"Yo no me arrepiento porque abrí mi mente a otros estilos de música. El rock no es la vida entera, también nos gusta el jazz...", aclara.

Los ahora integrantes de "La Revo" desean aprovechar el impulso de las nuevas tecnologías para llegar a generaciones que sólo escucharon de ellos por herencia.

Regresaron a los covers de Jimmy Hendrix, Pink Floyd, a sus viejas canciones en inglés y, cuando la gente lo pide, las baladas. Esas que de madrugada y al calor de los tragos son infaltables.

La noche de este viernes tienen una cita en el R&R de la Ciudad de México, donde jamás se hallaron pero vuelven a intentarlo.

sc