Joan Rivers: la platinada comediante de la lengua viperina
Video. Después de ser inducida al coma, su hija Melissa decidió desconectarla
JOAN RIVERS Siempre polémica. (Foto: AP )
"Trabajo en el mundo del espectáculo. Me morí un millón de veces".
Así, dura, sarcástica y riéndose siempre primero de sí misma para después atacar al resto, contestaba Joan Rivers cuando la revista Time le preguntaba si le tenía miedo a la muerte.
Ella siempre aseguró que no. Que el humor era su antídoto para todo. Hasta para su propio final.
La comediante y conductora del divertidísimo ciclo de E! Fashion Police, que nació en Brooklyn, en 1933, murió ayer en Nueva York luego de sufrir una descompensación durante una operación de garganta la semana pasada.
Seguramente ella, que se burlaba de su adicción a las cirugías estéticas, hubiese encontrado todo el asunto de su muerte irónico y graciosísimo.
Porque así era Rivers, una pionera en el universo de la comedia y el stand up que se animó a subirse a un escenario y desplegar su neurosis hacia mitad de los años 50, cuando la presencia de las mujeres en ese lugar era considerada poco menos que sacrílega.
"Es una guía práctica de cómo ser neurótico en prácticamente todas las áreas de la vida" , decía en 1983 un artículo de Time, que la calificaba de "la mujer más graciosa del país" .
Según contaba ella misma en el excelente documental dedicado a su vida, Joan Rivers: A Piece of Work (2010) -que se puede ver en Netflix- Rivers alcanzó el pico de su éxito como comediante cuando el todopoderoso Johnny Carson la invitó repetidas veces a su ciclo The Tonight Show y luego la designó como su reemplazante oficial.
Pero, como ella también contaría con viperina sinceridad, su suerte no duró mucho. Ofendido porque Rivers iba a conducir un late night show en un canal competidor, Carson la desterró de su reino televisivo por más de treinta años.
Esa caída en desgracia no fue la única. Al poco tiempo, su programa fracasó y su marido y productor se suicidó. Una tragedia que la siempre activa y ambiciosa Rivers transformó en un telefilm que ella misma y su hija Melissa protagonizaron.
Con el tiempo, sin dejar de presentarse en vivo en cuanto bar, teatro o salón de fiestas la requiriera, la comediante reencauzó su carrera como feroz perro guardián de las alfombras rojas.
Allí, en los eventos más glamorosos de Hollywood, donde nadie se animaba a criticar a nadie, ella decía lo que todos pensaban con esa voz rasposa que acompañaba las apreciaciones más irreverentes y hasta insultantes.Y entonces, después de más de 40 años de carrera, su humor bestial y sin barreras encontró un nuevo universo en el que desplegarse: la moda.
También escribió libros sobre su peculiar visión de la vida y la fama. Pero, más allá de sus múltiples emprendimientos, Rivers fue siempre la comediante que tropezó mil veces con los prejuicios, con sus propios límites y con la sensibilidad del resto del mundo.
Esa que murió millones de veces para renacer riendo. De sí misma y de todos los demás.