Una noche de música mexicana, tradición familiar, mariachi zacatecano y hasta banda sinaloense fue la que ofreció Pepe Aguilar el sábado en el Auditorio Nacional, escenario en el que fue acreedor, de la mano de sus hijos, de un disco de oro por las altas ventas de su último material discográfico, en donde realiza un homenaje a Vicente Fernández.

Bromista, platicador y portando un traje de charro negro con detalles blancos con rojo, salió a las 20:10 horas entre aplausos, al caer las telas que tapaban a sus músicos.

"A mí me gusta enamorar personas", saludó después de interpretar "100% mexicano", "Por una mujer bonita" y "Me vas a extrañar".

Con un largo repertorio acompañado por el mariachi, que incluyó varios de sus éxitos más un popurrí romántico, algunos temas de su padre Antonio Aguilar, de José Alfredo Jiménez y de Vicente Fernández, Aguilar conquistó el coloso de Reforma.

"Para mí no hay mejor conductor de sentimientos que la música y dentro de todas las modalidades no hay más directa que la música mexicana, esa va derecho y a la cabeza; precisamente por eso me gusta cantarla, porque me gusta hacer sufrir a los cristianos", dijo mientras aventaba las toallas negras con las que se secaba el sudor.

Tras argumentar que hacen falta más exponentes de la música mexicana llegó el momento en el que presentó a la tercera generación Aguilar, en donde Leonardo, de 14 años, y Ángela, de 10, dieron lo mejor de si ante un público que los apoyó incondicionalmente.

Con la idea de reconocer a quién se merece ser reconocido, presentó Lástima que sean ajenas, el disco número 24 en su carrera, con "Acá entre nos", "Lástima que seas ajena" y "Hermoso cariño", donde su show sufrió una pequeña interrupción para entregarle, de mano de sus hijos y del comunicador Óscar Mario Beteta, un disco de oro.

"Gracias, pero sobre todo muchísimas gracias a ustedes porque no existiría si ustedes no lo hicieran posible", comentó.

jlc