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El rebelde del rocanrol era un morenazo de blanca sonrisa, bromista y con un timbre de voz particular que convirtió en éxitos temas como “Hiedra venenosa”, “Melodía de amor” y “Muévanse todos”, entre otros que se han quedado en la cultura popular y son repertorio obligado de cualquier evento social.

Juan José Laboriel López llegó al mundo el 9 de julio de 1942 y se convirtió desde ayer en el “Ángel del rock”, a los 71 años de edad.

La Caravana de Rock and Roll se quedó sin uno de sus integrantes. “Johnny Laboriel inició una nueva gira”, escribiría el padre José de Jesús Aguilar, quien le dio los santos óleos para que partiera en paz, acompañado por su familia y en su casa.

Actor, músico, comediante, todo un “hombre de espectáculo”, como le llamaban al convertirse en solista, siempre estaba dispuesto a regalar besos con sus gruesos labios.

Hijo del actor y compositor Juan José Laboriel y la actriz Francisca López, siempre tuvo en la sangre el arte.

A los 19 años se unió a la agrupación que lo volvería famoso, Los Rebeldes del rock, y que le daría la oportunidad de dedicarse a lo que más amaba: la música. Junto a César Costa, Enrique Guzmán y Angélica María, dio al rocanrol una época dorada en nuestro país.

En su originaria agrupación marcó tendencia, al ser el único vocalista de color dentro de una banda rocanrolera; consiguió una rápida popularidad que se sumó al hecho del particular repertorio, que contenía versiones de temas poco conocidos y bajo el ritmo del “calypso rock”, que le dio su propio sello de identidad.

Johnny Laboriel estaba a punto de cumplir sus 55 años de carrera artística. Los Polivoces, Musical Nescafé y Siempre en domingo, entre otros, lo llevaron a la pantalla chica, en donde siempre tuvo un lugar, y participó nueve veces en el el Festival OTI.