Un Papa sin pelos en la lengua
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Desde el inicio de este pontificado se vio claramente que el papa Francisco se proponía romper los esquemas tradicionale. (Foto: CARLOS RIVAHERRERA )
Ciudad del Vaticano
Desde el inicio de este pontificado se vio claramente que el papa Francisco se proponía romper los esquemas tradicionales que habían guiado el comportamiento de sus antecesores. Esta cruzada de transformación de la Iglesia de Roma, como fue claro más adelante, tenía como objetivo involucrar en la misma a todo el universo católico a través no sólo de su recta y modesta forma de vivir, sino sobre todo de la manera directa, accesible y sobre todo crítica, sin pelos en la lengua, con la que enfrenta los grandes problemas que afectan a la humanidad.
El término sin pelos en la lengua define perfectamente el lenguaje utilizado por el Papa y se ha convertido en la guía de su reforma, que parte del Evangelio y de la vida cotidiana que conoció en Buenos Aires, pero sin eufemismos toda vez que su lenguaje no es el de un pastor, un teólogo o el de un diplomático, dijo a EL UNIVERSAL Ignazio Ingrao, vaticanista del semanal italiano Panorama y uno de los laicos más seguidos en los ambientes vaticanos.
Es ampliamente conocido que gran parte de los temas que afectan a la sociedad como la pobreza, la explotación de mujeres y de niños, el narcotráfico, la migración, el capitalismo salvaje y otros directamente relacionados con la vida misma de la Iglesia, como la comunión para los divorciados vueltos a casar, la homosexualidad, los malos manejos dentro de la Curia romana, así como la pederastia sacerdotal el Papa los afronta crítica y frontalmente con este tipo de lenguaje.
Los abusos sexuales son un acto despreciable, un culto sacrílego, porque estos sacerdotes, en lugar de conducirlos a Dios, sacrificaron a estos menores al ídolo de la lujuria, profanando así la imagen misma de Dios, dijo Francisco el día que pidió perdón por los pecados de la Iglesia, mientras que en Calabria sentenció: Como los mafiosos no están en comunión con Dios están excomulgados.
Esta manera de comunicar, como bien señala Ingrao, es pedagógica, pero de manera distinta a la de Ratzinger (Benedicto XVI, antecesor del actual Papa), porque Francisco añade a la misma comportamientos y actos profundamente acordes con el Evangelio lo cual le ha hecho granjearse la admiración y el respecto no sólo de los católicos sino de personas de otros credos.
Conservadores critican
El problema es que este hablar sin pelos en la lengua crea problemas. El ala católica más conservadora, incluida la presente en los medios, desde hace tiempo critica la manera de comunicar de Francisco definiéndola como la de un simple párroco y no como la de un Papa, lo cual, acotan, generan muy a menudo malentendidos y confusión entre los fieles.
Uno de los principales detractores de Francisco, el cardenal estadounidense Raymond Leo Burke, ha llegado a afirmar que en un momento tan crítico existe la fuerte sensación de que la Iglesia carece de timón, aludiendo, entre otras cosas, a la revisión del problema de la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar propuesta por el Papa.
Vittorio Messori, biógrafo de Karol Wojtyla y Joseph Ratzinger, criticando el lenguaje del Papa afirmó ante la TV italiana: Es mejor que Francisco hable menos, porque sus entrevistas en sus vuelos y sus improvisaciones crean interpretaciones equivocadas. Es mejor volver a la sobriedad.
Críticas más recientes y de un tenor diverso, que retoman algunas afirmaciones de Francisco como la de que no se puede tener hijos como conejos, o la de que es justo dar un puñetazo a quien ofende a la madre o la última, que Argentina debe evitar su mexicanización, refiriéndose a la violencia y al narcotráfico en nuestro país, sostienen que el lenguaje del Papa parece más al que se usa en los bares.
Para el vaticanista de Panorama es claro que hablar sin pelos en la lengua tiene sus riesgos. El problema con México, por ejemplo, nace de un e-mail privado enviado a un amigo suyo, el diputado Gustavo Vera en Buenos Aires que dirige la ONG La Alameda, y si bien al Papa debió disgustarle que se hagan públicos sus mensajes y conversaciones privadas, este es el precio que paga por comunicar sin filtros y con improvisaciones en las que, para ser lo más claro posible, utiliza un lenguaje popular.
A pesar de lo anterior, precisa Ingrao, debemos estar muy atentos a no interpretar estas palabras como conceptos o principios universales, ya que la pretensión de Francisco es comunicar de manera concreta, lo cual ha permitido a un Papa que habla pocas lenguas dar la impresión de conocer tantas, vista la fuerza y el enorme impacto que tienen sus palabras.
La verdad de las cosas es que cuando habla espontáneamente, el Papa no pretende esculpir en el mármol una verdad de la fe, razón por la cual es imprescindible distinguir su manera de hablar, directa y popular, respecto del contenido y el lenguaje que utiliza cuando trata delicados aspectos doctrinales, distinción que no significa que deje de hablar sin pelos en la lengua cuando trata aspectos relevantes para la Iglesia, insiste Ingrao.
La profundidad y verdad de lo contenido en la homilía que Francisco escribió y leyó en la reciente misa dedicada a los nuevos cardenales, es un claro ejemplo de lo anterior visto que, en la misma, con esta característica, condensó su pensamiento sobre la Iglesia y sobre la verdadera función que tienen los purpurados ante ésta y ante su grey.