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Marco Rubio

J. Jaime Hernández| El Universal
Domingo 19 de abril de 2015
Marco Rubio

"He hecho más por los inmigrantes de lo que Hillary hizo nunca. Yo ayudé a aprobar una ley de inmigración en un Senado controlado por los demócratas", Marco Rubio, Senador, en una entrevista esta semana. (Foto: CARLOS RIVAHERRERA )

Senador por Florida. El promotor del proyecto de reforma migratoria que luego reviró, por temor al rechazo de la base conservadora

 

En diciembre de 2012, tras una desastrosa campaña presidencial del candidato republicano Mitt Romney, el senador por Florida, Marco Rubio, recibió un mensaje de su madre, doña Oriales García Rubio: “Por favor, Tony. No te metas con los inmigrantes. Acuérdate que son seres humanos que llegaron a este país por las mismas razones que nosotros. Para mejorar sus vidas. No te metas con ellos”.

El sabio consejo materno, producto del temor por la forma en que los electores hispanos habían dado la espalda a Romney, quien llegó al extremo de proponer la “autodeportación” de millones de indocumentados, surtió el efecto deseado. Poco menos de un mes después de haber recibido este mensaje, Rubio comparecía en rueda de prensa con un grupo de ocho senadores demócratas y republicanos para anunciar un ambicioso proyecto de reforma migratoria que sería aprobado seis meses más tarde, en medio de un ambiente de optimismo esperanzador entre millones de indocumentados. Sin embargo, el gusto duró más bien poco. Tras una intensa campaña del sector más extremista del Partido Republicano, la iniciativa de ley naufragó en la Cámara de Representantes.

Temeroso ante el rechazo de su propia base conservadora, Rubio reviró su apoyo y repudió el proyecto de reforma migratoria por considerarlo como “poco realista”. Hoy, a unos días de haber anunciado su decisión de luchar por la presidencia para las elecciones generales de 2016, el récord de Rubio en el frente migratorio se ha convertido en un verdadero problema y en un obstáculo casi imposible de salvar para recuperar el apoyo de la base electoral hispana.

Muchos se preguntan si, acaso, un político de lealtades tan cambiantes se merece un voto de confianza de los hispanos como futuro presidente de Estados Unidos.

La decisión del senador republicano de reconsiderar su apoyo a un proyecto de reforma migratoria, con la esperanza de reconciliarse con la base más conservadora que lo aupó al poder, le ha valido el desprecio de aquellos que lo tildan de “oportunista”, en el mejor de los casos, o de “traidor”, en el peor.

Aunado a ello, Rubio se ha alineado a las posiciones de aquellos que han apostado por el atrincheramiento y que insisten en que un proyecto de reforma migratoria, jamás será posible mientras la frontera sur con México no se encuentre completamente blindada. En septiembre de 2014, Rubio fue uno de los que alzaron su voz para machacar que la frontera con México podría ser utilizada por terroristas del Estado Islámico (EI) para atacar los intereses de Estados Unidos.

A pesar de que el Departamento de Seguridad Interna (DHS) ha desestimado reiteradamente estas versiones, asegurando que hasta el momento “no hay información de inteligencia creíble” que sugiera la posible infiltración de terroristas del EI a través de la frontera sur, los grupos vinculados al Movimiento del Tea Party y a la extrema derecha han insistido en esta versión para obstaculizar y condicionar cualquier negociación de la reforma migratoria a la seguridad fronteriza con México.

Esta misma semana, la página web de Judicial Watch, vinculada a la extrema derecha, volvió a insistir en que el riesgo de infiltración no sólo es real, sino que miembros del EI han establecido un campo de entrenamiento terrorista en las inmediaciones de Ciudad Juárez, a sólo unos kilómetros de la frontera con EU.

El recurrente uso de la supuesta amenaza terrorista que llega desde México ha servido de coartada a republicanos como Rubio para seguirse oponiendo a una reforma migratoria amplia y justa.

Un segundo factor que ha alejado a Rubio de la base electoral hispana es la defensa de los intereses del exilio cubano, en detrimento de la comunidad de origen mexicano o centroamericano que consideran que el poderoso grupo de legisladores que encabezan Rubio, Ileana Ros-Lehtinen o el senador Bob Menéndez sólo ha trabajado para mantener los privilegios de la comunidad cubana que, durante décadas, se han beneficiado de la vieja confrontación ideológica entre Washington y La Habana para conseguir generosos beneficios migratorios en forma de asilo.

Esta realidad ha convertido a la comunidad cubana en un mundo aparte, en un privilegiado grupo de migrantes que en su mayoría vive en los confines del condado de Miami Dade, en el estado de Florida. De acuerdo con datos elaborados por el Pew Research Center, 46% de los cubano-estadounidenses se concentran en esa zona que es el refugio y el principal vivero electoral de Rubio.

En términos absolutos, de acuerdo con los más recientes datos del censo, la comunidad hispana supera los 54 millones de personas.

De este total, los ciudadanos de origen mexicano superan los 34 millones. Los cubano-estadounidenses difícilmente alcanzan la cifra de dos millones.

En este sentido, la candidatura presidencial de Rubio podría considerarse como la apuesta del exilio cubano para alcanzar la Casa Blanca, pero no como la oportunidad del primer candidato arropado por la comunidad hispana para conquistar la presidencia de Estados Unidos.

“Mucha gente no ve a Rubio como hispano. Lo consideran como un cubano-americano”, aseguró Carlos Gutiérrez, un viejo operador del Partido Republicano que considera que el problema hispano de Rubio podría convertirse en una desventaja a la hora de contar con el apoyo y los afectos de la comunidad latina en estados claves como Texas o California para poder llegar a la Casa Blanca.



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