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Hillary Clinton

J. Jaime Hernández| El Universal
Domingo 19 de abril de 2015
Hillary Clinton

"Estados Unidos es un país deinmigrantes, lo que deberíamos estar celebrando en lugar de temerle... Nuestra diversidad es una de nuestras grandes fortalezas", Hillary Clinton, Ex secretaria de Estado, en un acto en 2013. (Foto: CARLOS RIVAHERRERA )

Ex secretaria de Estado y ex primera dama. Una vieja conocida del electorado hispano busca afianzar alianza

Primer acto: la aspirante demócrata a la presidencia, Hillary Clinton, resucita milagrosamente en las primarias de marzo de 2008 frente a su contendiente, Barack Obama, en el estado de Texas, gracias al apoyo mayoritario del voto hispano que la respaldó en una relación de tres a uno.

Segundo acto: la secretaria de Estado, Hillary Clinton, deposita en marzo de 2009, un ramo de rosas blancas ante el altar de la Virgen de Guadalupe en la Basílica de la ciudad de México, en un lance de diplomacia que buscaba una milagrosa mejoría en las relaciones con el gobierno mexicano.

Tercer acto: la semana pasada, la más firme aspirante a la presidencia de Estados Unidos por el Partido Demócrata, Hillary Clinton, fue sorprendida pidiendo un burrito de pollo y guacamole en una sucursal de comida rápida de Chipotle, mientras se dirigía a un acto de campaña en el estratégico estado de Iowa.

¿Cómo se llamó la obra? Hillary Clinton buscará llegar a la Casa Blanca sobre los hombros de los hispanos.

Durante los últimos 40 años, Hillary Clinton ha recorrido un sendero como parte de una estrategia que resultó muy útil para su esposo Bill Clinton durante sus dos campañas por la presidencia en la década de los 90. De hecho, el presidente Clinton consiguió 61% del voto hispano en 1992 y hasta 72% durante su histórica campaña a la reelección en 1996.

A pesar de que Hillary es una vieja conocida del electorado hispano, una de las grandes cuestiones que marcarán su campaña rumbo a la presidencia será la forma en que abraza y atesora el legado de Obama para asegurarse el voto de la base demócrata. Particularmente, las órdenes ejecutivas que el presidente dejó en prenda de su compromiso (o de su fracaso) por sacar adelante una reforma migratoria desde el inicio de su campaña por la presidencia en 2008.

Con el fin de asegurarse el apoyo de los electores hispanos en las presidenciales de 2016, que le disputarán con toda seguridad los más firmes contendientes del Partido Republicano (empezando por Jeb Bush), la campaña de Hillary ha decidido dar un paso al frente con la promesa de mantener las órdenes ejecutivas de Obama que aliviarán la situación de hasta 5 millones de indocumentados. “Hillary Clinton apoyará exactamente lo que ha hecho el presidente Obama” en relación con los alivios migratorios, adelantó su directora política de campaña, Amanda Rentería.

Hace cuatro meses, el director de Latino Decisions, Matt Barreto, adelantaba que si Hillary quería asegurarse 85% del voto hispano, debería apostar por la continuidad de estas medidas. En caso contrario, se arriesgaría a perder el 50% del respaldo hispano en las urnas.

¿Conclusión? Hillary necesita del electorado hispano para llegar a la Casa Blanca, de la misma forma en que los electores latinos necesitarán de Hillary para evitar el desmantelamiento de las órdenes ejecutivas que se han convertido en el primer escalón de la legalización de millones de indocumentados.

La pregunta obligada es: ¿Hasta qué punto será posible mantener invariable el amor y la vieja alianza entre Hillary y los hispanos en el próximo ciclo electoral?

Algunas de las encuestas más recientes vaticinan que Clinton mantendrá hasta 74% del apoyo latino en unas elecciones generales. Sin embargo, el ingreso de contendientes como Jeb Bush, quien tiene una considerable base de apoyo electoral hispana en Texas, obligarán a Hillary a no bajar la guardia.

En este sentido, la necesidad de asegurar a toda costa este apoyo, han empujado a Hillary a proclamar que durante su campaña también defenderá la emisión de licencias de conducir para inmigrantes indocumentados que han sido autorizada por algunas legislaturas estatales o bajo el acta del Dream Act que ha permitido salir de las sombras a casi un millón de hijos de inmigrantes sin papeles.

Más allá de estos dos aspectos, las relaciones de EU con México son un factor que incide de forma indirecta en el ánimo de unos electores hispanos que, pese a haber abandonado sus países de origen, siguen muy pendientes de lo que ocurre en sus ciudades, pueblos y barrios.

Así, por ejemplo, Hillary se verá obligada a mantener un bajo perfil en lo que toca a la regulación de las armas de asalto. Aunque ha sido una incansable defensora de leyes y que garanticen un mayor control en la venta de armas, que muchas veces terminan en manos de los cárteles de la droga en México, endurecer su posición en tiempos de campaña le podría granjear no sólo el feroz ataque de la Asociación Nacional del Rifle (NRA), sino de un importante segmento del electorado independiente.

Esta misma semana, el vicepresidente ejecutivo de la NRA, Wayne Lapierre, advirtió contra el “peligro” de elegir a Hillary. “Durante varias décadas Hillary ha ido contra nosotros, en busca de desmantelar los derechos que nos garantiza la segunda enmienda”, aseguró Lapierre, quien ha prometido hacer todo lo posible para impedir que Clinton llegue a la Casa Blanca.

Aunque Clinton refleja la posición de la mayoría de los ciudadanos en EU a favor de un mayor control de las armas (más del 71% de la base demócrata apoya controles más estrictos, según la encuestadora Gallup), la posibilidad de un encontronazo con la NRA y con un considerable sector de electores independientes, se antoja tan remoto como arriesgado en el contexto de unas elecciones presidenciales que se anticipan muy reñidas y en donde hasta el último de los votos de los independientes podría marcar la diferencia.



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