La tensión en Venezuela se acrecentó ayer, luego de que el presidente del país, Nicolás Maduro, asegurara haber desmantelado un golpe opositor en su contra, tras la detención el jueves del alcalde mayor de Caracas, Antonio Ledezma, uno de los cinco líderes del Movimiento de Unidad Democrática (MUD). El Ministerio Público venezolano informó ayer que Ledezma fue imputado por presuntamente incurrir en los delitos de “conspiración y asociación” por su supuesta vinculación en “planes conspirativos”.

Para la oposición, sin embargo, la detención de Ledezma configura el verdadero “golpe” de Estado propinado por el propio gobierno de Maduro, contra la institucionalidad democrática, contra el pueblo”, según dijo el secretario ejecutivo de la MUD, Jesús Torrealba.

La detención del alcalde es una “agresión” con el fin de ilegalizar de facto a la oposición democrática, dijo Torrealba, quien señaló que Ledezma no sólo es un destacado dirigente de la oposición sino la “encarnación” de la voluntad popular caraqueña, ya que fue reelegido en 2013 por más de 700 mil votos.

Ledezma fue trasladado en la madrugada de ayer a la sede del SEBIN (servicio secreto) en Helicoide, donde lo visitaron su esposa Mitzy y su abogado Omar Estacio, quien dijo inicialmente que no se le informó del motivo de su detención. Desde allí, envió un mensaje en el que pide “cuidar la calle para defender la democracia”.

Mientras Ledezma cumplía sus primeras horas como el segundo líder de la oposición en estar en prisión —justo ayer se cumplió un año de la detención de Leopoldo López— local e internacionalmente se alzaron las voces denunciando la detención del alcalde.

El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, el gobierno de Chile y el Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, pidieron garantías para Ledezma.

Insulza expresó que la detención de Ledezma provocó ¨una fuerte alarma” por la forma “en que ésta se llevó a cabo”. Por su parte, el ex candidato a la presidencia Henrique Capriles calificó de secuestro la detención del alcalde por parte de “quienes plantearon una revolución”.

Cientos de personas marcharon por las calles de Caracas con la líder de la oposición, María Corina Machado, para pedir la libertad de Ledezma, aunque los temores a que se produzcan nuevas detenciones están latentes.

Maduro acusó al dirigente opositor Julio Borges de formar parte de la presunta conspiración por la que se detuvo al alcalde, mientras que la familia de López, más precisamente, la esposa Lilian Tintori, denunció que el gobierno “planea detener a María Corina”.

La detención de Ledezma es para los analistas un nuevo paso en la espiral represiva del gobierno. Según el politólogo Aníbal Romero, esta nueva ofensiva “obedece a una radicalización del régimen ante el desmoronamiento de la economía y de los precios del petróleo, y las crisis social y política que enfrenta lo trata de cubrir con más represión”.

“El gobierno necesita acabar con cualquier atisbo opositor para desviar la atención de la realidad cada vez más complicada que vive el país. Esta ofensiva contra la oposición habría que enmarcarla en la crisis por ausencia del liderazgo carismático que vive el país desde la muerte de (Hugo) Chávez”, acotó Romero.

Ayer el alcalde de Baruta, Gerardo Blyde, recordó que los alcaldes, gobernadores y políticos perseguidos judicialmente en el país son “muchos”, sólo “los alcaldes suman 35”. Con una oposición con escasa reacción en las calles si se la compara con años atrás, el gobierno de Maduro parece avanzar en busca de su principal objetivo de estas horas: pulverizar a la oposición.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, espera que todas las fuerzas políticas de Venezuela apuesten al “diálogo” para resolver sus diferencias, dijo ayer su portavoz Stéphane Dujarric. Con información de agencias