La semana quedará marcada por el inicio del segundo mandato de Juan Manuel Santos, en la presidencia de Colombia, y por el derrotero argentino en los primeros días de su nueva "cesación de pagos". Pero también, por la forma en que la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, administra su complicada campaña a la presidencia, en medio del debate por la Comisión Parlamentaria Investigadora (CPI) y por como oficialismo y oposición tratan de acordar la reforma tributaria en Chile.

Mucho movimiento en casi todos los países de la región, aunque toda la atención la seguirá concitando Argentina y las negociaciones paralelas al Juzgado de Thomas Griessa, en Nueva York para destrabar la situación y Argentina recupere su status. En esas gestiones estarán
esta semana algunos grandes bancos como l JP Morgan que en su cartera tiene una considerable porción de bonos de deuda argentinos y hará todo lo posible para que estos no se devalúen.

Pero hasta aquí, si a alguien no le interesa salir del ¨default¨ es al gobierno argentino. Sin medir las posibles consecuencias, la idea parece ser la de estirar todo hasta el año próximo para renegociar ese casi 7 % de la deuda que está en juego.

Ahora sigue desconociendo el fallo de Griessa y sale a combatir a aquellos que marcan sus decisiones en torno a la Justicia estadounidense. Ya sea desde el atril presidencial como de las redes social a través de los bloggeros K. Ni la mandataria ni los militantes cibernéticos reconocen que el kirchnerismo fue un pagador serial de la deuda externa. Que nunca atinó a una investigación de ese pasivo para determinar cuál era legítimo y cuál no. Aún cuando el propio gobierno reivindica para sí, la figura de Alejandro Olmos, el hombre que entregó buena parte de su vida para denunciar las irregularidades y estafas en la gestación de tamaña deuda. Pagó siempre. A los bonistas como al FMI, al Club de París y a Repsol y en el caso de los fondos buitres, cuando tenía que cumplir el fallo, y después de haber podido liquidarla en el 2006 o el 2008 cuando estaba a precio de ganga, sale a mostrarse en una cruzada contra el imperio y a poner a la economía en un riesgo sin sentido.

Pero así están las cosas. Así es la Argentina y así el gobierno de los Kirchner, que cuenta con la complicidad de una oposición que no ha dicho esta boca es mía a lo largo de toda la crisis. Como si se mostrara absorta y temerosa de tener que heredar las consecuencias del default, a partir de diciembre de 2015.

Esta semana, además, terminarán de disiparse los temores de contagio hacia otras economías de la región, como fruto del ¨default¨. Salvo en Brasil, donde el candidato opositor Aecio Neves, viene denunciando que la caída del PBI se debe a que Argentina bloquea las importaciones
brasileñas, nada se alteró después de que venciera el plazo otorgado por el Juez Griessa para hallar una solución. UN plazo que fue extendido para encontrar un acuerdo, pero que al parecer, sólo los privados podrían cambiar la situación comprando todo el paquete de esa
deuda. Argentina, acostumbrada a vivir con esos rótulos y andar en aguas movedizas, no parece inquietarse. Al menos, hasta que los efectos sobre la economías real, indique otra cosa.