Ana Anabitarte Desde Europa
Hoy lunes a las diez de la mañana hora local (9 de la mañana en España) comenzaba el alto el fuego anunciado por Israel en la Franja de Gaza para que pueda entrar la ayuda humanitaria y para que los palestinos puedan regresar a sus casas. Pero el alto el fuego sólo durará siete horas así que en cuanto acabe volverán los bombardeos y la población de Gaza tendrá que abandonar sus casas -los afortunados que todavía las conservan-, como han venido haciendo desde que hace casi un mes comenzó la Operación Margen Protector iniciada por Israel. Una operación que ha acabado con la vida de mil 700 palestinos muertos, la mayoría de ellos civiles y entre ellos muchas mujeres y niños; 70 israelíes muertos, la mayoría de ellos soldados, y más de 9 mil heridos. Además, el alto el fuego, que llega después de que ayer murieran diez palestinos tras un ataque de Israel a una escuela en Gaza, sólo estará en vigor en todo el territorio excepto en Rafah, al sur de Gaza en la frontera con Egipto.
Y mientras por unas horas reina la paz en medio del caos en Gaza, donde los hospitales están abarrotados, hay cadáveres tirados por las calles, apenas hay agua, electricidad y han vuelto enfermedades como el cólera y la fiebre tifoidea; en Egipto, país fronterizo con Gaza, esta semana comienzan las negociaciones para lograr una solución al conflicto. Un nuevo intento que no parece vaya a concluir con éxito.
Y es que hasta la capital, El Cairo, ha llegado una delegación de siete miembros del movimiento islamista palestino Hamás (que ganó las elecciones generales palestinas en 2006 por mayoría absoluta y organización al que Estados Unidos y la Unión Europea consideran un grupo terrorista) que se reunirá con la facción islamista palestina Al Yihad y con mediadores egipcios. Pero en las pláticas no estará presente ninguna representación del gobierno de Israel. ¿Qué es lo que van a negociar entonces si una parte implicada no va a estar sentada en la mesa?
Tampoco parece que en las negociaciones vaya a haber ningún responsable de la Unión Europea. Un organismo que sigue siendo un ejemplo de pasividad en un conflicto que tiene en vilo al resto del mundo. Sus líderes siguen limitándose a pedir un alto el fuego pero siempre alegando el derecho a Israel a defenderse y sin tener en cuenta que Israel ha violado el derecho internacional, humanitario y los acuerdos firmados. Habría que preguntarse por qué la Alta Representante para la Política Exterior de la UE, Catherine Ashton, no realiza más gestiones para que cesen las hostilidades, por qué no ofrece una respuesta política y por qué no se implica más en el asunto. Seguramente porque con Ucrania y las sanciones económicas a Rusia considera que ya tiene bastantes frentes abiertos.
También es noticia esta semana Portugal, un país sumido en una grave crisis económica, y que fue uno de los primeros en ser rescatados por la Troika. Es decir, por la Unión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) de quien hace unos años recibió 75 mil millones de euros para evitar la bancarrota. Allí el Banco Espíritu Santo, la mayor entidad financiera de Portugal, tras su derrumbe ha sido intervenido por el Estado. Y hoy lunes y después de un fin de semana de intensas negociaciones la Comisión Europea ha aceptado el plan de reestructuración y recapitalización. Así se creará una nueva entidad llamada Novo Banco (Nuevo Banco) que tendrá un único accionista, el Fondo de Resolución, un instrumento creado en 2012 en el marco de la Unión Bancaria europea y financiado por instituciones financieras y bancarias lusas. Pero como el Fondo de Resolución no tiene dinero el Estado portugués tendrá que recurrir a la Troika. Así del capital total que recibirá y que asciende a 4 mil 900 millones de euros, 4 mil 500 procederán de fondos europeos. También se creará un Banco Malo que se quedará con los activos tóxicos y los más problemáticos.
En una comparecencia a los periodistas sin preguntas, el gobernador del Banco de Portugal, Carlos Costa, ha dicho que esta solución "no tendrá ningún coste para el erario público ni para los contribuyentes". Habrá que verlo. Mientras tanto el país sigue con una tasa de desempleo del 15 por ciento, una deuda que casi alcanza el 130 por ciento del PIB y unos ciudadanos cada vez más pobres.