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Papa, por reforma incluyente

Jorge Gutiérrez Corresponsal| El Universal
Lunes 27 de octubre de 2014
Papa, por reforma incluyente

El papa Francisco definió como “una gran experiencia” la manera como se condujo el sínodo. (Foto: CARLOS RIVAHERRERA )

Con el Sínodo de la Familia, Francisco mostró que busca hacer copartícipes de su gran transformación a todos los miembros y fieles de la Iglesia católica

Ciudad del Vaticano

Con el Sínodo de la Familia apenas concluido, con las propuestas no aprobadas en su documento conclusivo —la apertura a homosexuales y divorciados vueltos a casar— y con el discurso que el Pontífice argentino dirigió a los padres sinodales al cierre de su asamblea, emergieron claramente no sólo los aspectos más relevantes de la reforma doctrinal-pastoral que promueve Francisco, sino, sobre todo, la estrategia que sigue para alcanzar este objetivo.

De esta forma, se ha podido constatar que la base, la columna vertebral de la estrategia del Papa, no es otra que hacer copartícipes de su gran transformación a todos los miembros y fieles de la Iglesia para que no pierdan, como recordó en la homilía de la misa de clausura de la asamblea sinodal, el contacto con “las mutantes condiciones de la sociedad”.

Francisco había anticipado su estrategia con la convocatoria del sínodo, con el cuestionario sobre los problemas de la familia respondido por los fieles de todo el mundo y, de manera especial, con la más que ilustrativa relación que presentó el cardenal Walter Kasper durante el consistorio de febrero de este año.

En esa relación el teólogo hizo pública, por primera vez, la clamorosa apertura a divorciados y gays promovida por Francisco, misma que, como él seguramente esperaba, abrió un gran debate que formalizó la asamblea sinodal y que concluirá el año próximo con el Sínodo Ordinario, al final del cual los obispos someterán a la aprobación del Pontífice sus propuestas.

“Involucrar en este debate a todos los católicos fue importante no sólo por haber hecho del dominio público la consulta a episcopados y fieles, sino porque el Papa también reforzó la sinodalidad y el diálogo con el fin de que juntos recorramos este camino”, dijo a EL UNIVERSAL el padre Armando Flores, rector del Colegio Mexicano de Roma, licenciado y maestro en Ciencias Sociales por la Universidad Gregoriana de Roma.

La manera como se desarrollaron los trabajos de la asamblea sinodal, como sostiene el editorialista Giacarlo Bosetti, “evidenció el carácter mutable y abierto de una Iglesia inmersa en una búsqueda dirigida a interpretar de la mejor manera la fidelidad de los evangelios”, búsqueda que, al involucrar a todos sus miembros, el vaticanista Marco Politi definió como “el embrión de la democratización de la Iglesia”.

Cuestionando estas afirmaciones, el padre Flores sostiene, por su parte, que “el Papa está siendo sólo consecuente con las reflexiones hechas por las Congregaciones las cuales plantearon la necesidad de buscar canales que fortalecieran la participación de todos los miembros de la Iglesia, mismos que, sin temor, presentaron a la asamblea los temas expresando libremente su opinión”.

Si bien lo anterior es cierto, el papa Francisco definió como “una gran experiencia” la manera como se condujo el sínodo, pero no sólo por los temas tratados, sino sobre todo porque en la asamblea imperó “la sinodalidad y la colegialidad”, medios a través de los cuales se propone, lo hizo saber, “guiar y renovar la Iglesia”, pero también “hacer renacer la esperanza de tanta gente sin esperanza”.

Lo afirmado por el Papa tuvo tal relevancia que el sociólogo y filósofo polaco Zygmunt Bauman, creador de la modernidad “líquida”, escribió que con esta sinodalidad Francisco demostró al mundo que “no sólo predica esta necesidad, sino que la practica con personas con puntos de vista explícitamente diversos”.

Esta nueva práctica del Papa tuvo la virtud de hacer salir a la luz a sus opositores, a los “defensores de la ortodoxia cristiana” que, así como lo hicieron durante el sínodo, seguirán oponiéndose a la aprobación de la parte de la reforma que toca delicados aspectos doctrinal-pastorales, a dar la comunión a los divorciados vueltos a casar y a reconocer las uniones civiles entre personas del mismo sexo.

Que la Iglesia haya reconocido por primera vez la existencia de dos frentes opuestos en su interior no parece sin embargo ser una novedad para el rector Flores: “esto es importante, pero no es la primera vez que sucede. No todo ha sido una novedad. Lo que está haciendo el Papa es retomar la práctica de la colegialidad que ya existía en la Iglesia”, dijo.

Aunque se ve lejana en el tiempo, la colegialidad en la Iglesia se remonta al Concilio Vaticano II, mientras que hoy, por la fuerza con la que ha “resurgido”, la mayoría de los analistas la consideran “el potente instrumento estratégico con la que Francisco busca transformar la Iglesia católica”.

Esto es tan cierto que, aun en la hipótesis de que los conservadores logren echar abajo los aspectos claves de su reforma en el sínodo del 2015, la Iglesia ya no será la misma, ya no podrá volver al pasado, porque la asamblea sinodal ha cambiado su rostro.



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