Más de 3 mil hondureños prefirieron abandonar en 2014 sus estudios de primaria y secundaria para emigrar ilegalmente a Estados Unidos, vía México: la cifra refleja el calvario que gran parte de la población de menores de edad enfrenta en Guatemala, El Salvador y Honduras, atrapada en un cruce de caminos en el que deben escoger entre abandonar su educación y emigrar o quedarse en sus países pero para trabajar y caer en el círculo vicioso de la exclusión social.

De un lado, la población infantil y juvenil que sufre miseria y marginación social se enfrenta a ser excluida y expulsada de su país y emigra sin compañía y desprotegida, vía México, a Estados Unidos, para huir de la pobreza y del acoso de las maras o pandillas y del crimen organizado, pero para entrar a una trampa de abusos, peligros y deportaciones. Del otro, choca con el dilema de permanecer en su tierra y acoplarse al régimen socioeconómico, aunque para hundirse en las redes de explotación del trabajo infantil, sin educación y con escasas esperanzas de progreso.

Sin estar cobijados por la seguridad social o laboral, unos dos millones de hombres y mujeres centroamericanos menores de 17 años trabajan e integran la economía informal en Centroamérica, según la Organización Internacional del Trabajo. Datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura mostraron que del total de 43 millones de centroamericanos, 7.7 millones padecen subnutrición y hambre y cerca del 50% sobrevive en diversos rangos de pobreza.

La migración irregular “es un fenómeno social” estimulado por la urgencia de “buscar mejores oportunidades de vida que les permitan (a los centroamericanos) satisfacer sus necesidades básicas y las de su familia”, dijo Roberto Herrera, Comisionado de Derechos Humanos de Honduras, a EL UNIVERSAL.

La masiva migración de guatemaltecos, hondureños y salvadoreños menores de edad no acompañados desató en las últimas semanas una crisis en la frontera México-Estados Unidos. Unos 47 mil han cruzado el límite por vías ilegales en 2014 y se espera que el número supere los 60 mil al cierre de año.

El Instituto Latinoamericano de Naciones Unidas de Prevención del Delito describió los factores que atizan el delito en los menores de edad: urbanización desordenada, crecimiento de la población juvenil, jóvenes fuera del sistema educativo, incapacidad de generar más empleo para la juventud, mayor inequidad y menor capacidad de consumo en masivos sectores juveniles, más consumo de alcohol y otras drogas y más armas de fuego en la sociedad civil.

Una región de jóvenes

El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo mostró que, para el 2010, el 35% de la población de Panamá, Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica tenía de 15 a 34 años. El grupo de 15 a 24 años es la quinta parte de la población del istmo.

Los hondureños de 12 a 30 años, que suman más de 2.7 millones y son 52% de la población nacional, son el 70% de la fuerza económica activa desempleada de ese país. La tasa de desempleo juvenil de 15 a 24 años es de 7.03% y la nacional de 5.09%, según cifras oficiales.

Guatemala tiene un desempleo total de 3.2%. Cifras oficiales aseguraron que, con una población juvenil económicamente activa de 2.3 millones de personas de 15 a 29 años, el desempleo entre jóvenes se agrava en zonas rurales, alcanza al 64% y afecta a más 107 mil guatemaltecos.

Con poco más de 1 millón 100 mil personas de 15 a 24 años, la juventud es cerca del 19% de la población de El Salvador, que tiene un desempleo de 7%.

Más de 200 mil jóvenes carecen de acceso a educación, un 65% está desempleado o subempleado, sólo 10% de los que estudian está en centros universitarios y casi 700 mil trabajan para mantener familias y pagar estudios

El 63% de la población juvenil salvadoreña es “lanzado al mercado de trabajo” con nueve o menos años de estudio y obtiene “empleos de mala calidad y bajos salarios”, por lo que una opción es emigrar a Estados Unidos.

El 70% de los migrantes salvadoreños son menores de 26 años, precisó. Más de 40% de los jóvenes salvadoreños de 15 a 29 años vive en la pobreza y el 15% subsiste en la indigencia.

“La migración está vinculada a la necesidad que tiene la gente de tener acceso a empleo, eso implica dinero para comer, estudiar, salud y vivir con dignidad”, subrayó Héctor Espinal, del Fondo de la Naciones Unidas para la Infancia en Honduras. “El niño, al verse en momentos de crisis de violencia en su barrio o en su hogar, se ve obligado a irse”, sentenció.