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Honduras, el explosivo coctel social

José Meléndez Corresponsal| El Universal
Lunes 07 de julio de 2014

Video. El representante de la diplomacia estadounidense toca en conversación con este diario la colaboración bilateral contra los cárteles de la droga y el más reciente caso de los niños migrantes que viajan solos a EU

Honduras, el explosivo coctel social

PREPARATIVOS. Una hondureña que planea emigrar ilegalmente a Estados Unidos revisa sus cosas, en la pequeña localidad de Suyatal. (Foto: ARCHIVO REUTERS )

Una acumulación de factores causó la más grave crisis migratoria de menores de edad

TEGUCIGALPA.— Con un régimen socioeconómico excluyente, un mapa de masiva miseria, una violencia incontrolable, una creciente y endémica corrupción política y un escenario de desesperanza popular, el coctel social que es Hondura explotó y la generalizada crisis del país se agudizó para mostrar el más dramático rostro: niños, niñas y adolescentes hundidos en la marginación que, sin compañía de parientes, al amparo de amigos migrantes y sometidos a abusos de los “coyotes” o traficantes de personas, huyen de la hostilidad interna y arriesgan todo para intentar llegar a Estados Unidos.

Una acumulación de factores combinados convergió para provocar la más grave crisis migratoria de menores de edad hondureños, guatemaltecos y salvadoreños “no acompañados” en la frontera suroeste de EU, en un fenómeno que, sin ser nuevo, recrudeció en mayo de este año por un menú de múltiples causas con elementos estructurales y coyunturales en Honduras. Por un lado, emerge la violencia atizada por maras, cárteles del narcotráfico, delincuencia común y una variada coincidencia de mafias del crimen organizado que amenaza y arrincona a los hondureños y les obliga a migrar, a huir. Por otro, cunde la pobreza que azota al 70% de los más de 7.8 millones de habitantes de este país que viven arrinconados y sin opciones de progreso.

Con las piezas del rompecabezas en ebullición, un tercer elemento encendió la chispa: padres y madres instalados (legal o ilegalmente) en EU que han decidido pagar de 5 mil a 8 mil dólares a los “coyotes” o “polleros” para que les lleven a sus hijos e hijas, en un peligroso viaje por tierra por Guatemala y México, para reencontrarse como familias y bajo la falsa idea —vendida y promovida por los traficantes— de que podrían beneficiarse de una supuesta amnistía migratoria de Washington y aprovechar que están reunificados.

“Honduras, como país de origen, tiene la responsabilidad principal en todo lo que ocurre. La violación de los derechos humanos se manifiesta en toda expresión y dimensión en que los habitantes de un Estado tengan que emigrar forzadamente, forzosamente”, acusó Roberto Herrera, comisionado de los Derechos Humanos de Honduras.

Herrera dijo a EL UNIVERSAL que “migrar voluntariamente es una libertad, pero salir obligado porque no hay condiciones de seguridad democrática para desarrollar plenamente la vida en el país, es una negación de sus derechos humanos y libertades fundamentales. El Estado hondureño debe ir a los cauces de su legitimidad, proteger la dignidad de todos y cumplir con los derechos humanos de cada persona, lo que no ocurre si hay esa migración forzosa”.

Miles en ruta

En lo que ya es una tendencia intensificada hace más de 30 años, la cultura de migrar a EU se ha consolidado entre los hondureños por un abanico de razones. Pero la migración de niños, niñas y adolescentes no acompañados creció este año, se agravó en mayo anterior y, según datos de autoridades estadounidenses entregados al gobierno de Honduras, más de 14 mil menores de edad hondureños han ingresado por vías ilegales a EU de octubre de 2013 a junio de 2014, luego de que el flujo sumó 2 mil 500 de octubre de 2012 a septiembre de 2013.

“Estas cosas no son aisladas”, alertó el economista hondureño Hugo Noé Pino, ex asesor del Banco Mundial y ex presidente del Banco Central de Honduras. “El hecho de que los hondureños se vayan (a EU) pese al temor de perder la vida, como ahora con la tragedia de los niños y niñas, no es casual. Es porque no hemos sido capaces de generar un modelo económico que al mismo tiempo genere crecimiento y al mismo tiempo equidad. Y tenemos a dos terceras partes de la población en pobreza y 42% en extrema pobreza”, agregó. “El 10% de los que tienen los ingresos más altos acaparan el 42% del ingreso nacional, mientras el 10% más bajo solo recibe el 0.17%... La concentración de dinero es muy fuerte”, insistió.

Honduras destina anualmente más de mil 400 millones de dólares solo para atender su deuda externa, que supera los 5 mil millones de dólares y sigue aumentando, y es el principal gasto gubernamental. “Cuando se dedica esta gran cantidad de recursos, se está en problemas porque la mayor parte se está utilizando al pago de deuda”, explicó Pino, al precisar que, mientras tanto, los presupuestos en salud, educación y seguridad absorben al año cerca de 2 mil 400 millones de dólares.

Como ironía socioeconómica, los migrantes hondureños, a pesar de ser excluidos por el sistema, son un bastión para el sostenimiento financiero del mismo régimen que los expulsó a EU. Las remesas familiares de los hondureños a su país sumaron 2 mil 958 millones dólares en 2012 y 3 mil 225 millones de dólares en 2013 e ingresaron a un aparato financiero controlado por las fuerzas tradicionales del poder económico de Honduras. “Las remesas crecieron 8%. Si no fuera por las remesas, no sé donde estaría el lempira”, la moneda nacional, en su cotización con el dólar, en la actualidad de 21 por 1, dijo Pino.

Con otros estallidos frecuentes, como los escándalos de corrupción política, en Honduras hay un constante pleito por el enriquecimiento súbito de algunos personajes políticos en medio de espectaculares refriegas partidistas que a veces terminan en el silencio. Por eso, el descontento parece paralelo al goteo cotidiano de la migración al exterior, con más de 1 millón 800 mil hondureños en el subempleo, lo que corresponde a más del 52% de la fuerza laboral, y con un desempleo abierto que cerró 2013 en 3.9%, equivalente a casi 142 mil personas.

En un país con un déficit de más de un millón de viviendas, el panorama exhibe a Honduras como uno de los países más violentos del mundo: hay de 15 a 21 asesinatos al día y, según cifras oficiales, el promedio de homicidios de 2013 fue de 79 por cada 100 mil habitantes, con un total de 6 mil 757 casos. Pero la tasa ha llegado a oscilar en años recientes de 85 a 92 por cada 100 mil personas, mientras que en 2012 hubo un feminicidio cada 14 horas y la tasa de feminicidios por cada 100 mil habitantes llegó a 28.2 en 2013, con 51 al mes.

Por algo es que más de 3 mil hondureños, desde menores a adultos y de ambos sexos, emigran al mes a EU. Así, y en una constante filtración por 18 pasos ciegos en la frontera con Guatemala, 90 hondureños (hombres y mujeres) menores de edad “huyen” a diario de Honduras, según la Dirección de Migración de este país.

En una entrevista con este diario, la primera dama de Honduras, Ana García de Hernández, admitió que aunque la pobreza estimula la migración, en los últimos meses hubo un “detonante” que aceleró el traslado masivo de los menores, porque hace un año “las cifras no eran las que hoy estamos viendo. El problema empieza con una espiral ascendente a principio de 2014 y su cúspide más grande la tuvo en mayo y ha seguido avanzando”.

“Hay una mala información con la que muchos ‘coyotes’, que son del crimen organizado y están ganando dinero de este negocio, han hecho creer a los parientes en Honduras, Guatemala, El Salvador y a las familias en EU, de que si los mandan a traer, sus hijos van a tener la oportunidad de un estatus migratorio legal en EU”, narró García, jerarca de una comisión gubernamental hondureña creada para enfrentar la crisis.

Los hondureños emigran por la pobreza o la violencia, reconoció, tras alegar que son situaciones “que están ahí”, tampoco son nuevas y empujan a buscar “mejores oportunidades”, por lo que la culpa esencial de la crisis actual son las mentiras propaladas por los “coyotes”.

Pero a juicio del hondureño mexicano José Guadalupe Ruelas, director nacional de Casa Alianza, una organización no estatal de Tegucigalpa que se dedica a la protección de la niñez hondureña, “la gente siente más terror. La seguridad no existe y las familias tienen que huir: 17 mil familias huyeron de sus casas el año pasado, a otra colonia o fuera del país, familias enteras que dejaron abandonadas sus casas en migración interna y externa”.

Ruelas dijo que “los jóvenes van a la escuela con miedo de ser asaltados. Solo en 2013 hubo 2 mil menores de 12 años que dejaron la escuela primaria, no por la tradicional deserción, sino por amenazas de muerte. No podían regresar a la escuela porque los mataban las maras”.

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