La presidenta Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT), y el socialdemócrata Aécio Neves definirán el próximo 26 de octubre quién se quedará con la presidencia de Brasil, al obtener el primero y segundo lugar, respectivamente, en la primera vuelta de los comicios de ayer, que dejó fuera a la ambientalista Marina Silva.

“Los brasileños que quieren un cambio entendieron que somos nosotros los que mejor lo garantizamos”, dijo Rousseff en su primer discurso tras conocer su victoria. Sin tiempo qué perder, los candidatos arrancarán hoy una carrera presidencial por demás cerrada y más peleada de lo que marcaban las encuestas, debido al sorpresivo porcentaje de votos que registró Neves, ex gobernador de Minas Gerais, de 56 años, quien con 33.56 % quedó a menos de 9 puntos de la presidenta, quien obtuvo el 41.58%.

Silva, quien buena parte de la campaña figuró como estrella electoral, quedó con 21.32%, con 99.91% de los votos escrutados. El cuarto lugar fue para la izquierdista Luciana Genro, con 1.55%, en una elección que luego de todo lo acontecido a lo largo de la campaña no ha presentado sorpresas.

En lo que respecta a los gobernadores, el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) retuvo Paraná y Sao Paulo, mientras el PT triunfó en Minas Gerais y el estado de Piaui. En Río Grande do Sul, el gobernador petista Tarso Genro quedó segundo y deberá definir todo en la segunda vuelta.

En cuanto a la Cámara de Diputados y el Senado, hasta anoche, el Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) se erigía como la primera fuerza y renovaba su carácter de eterno árbitro de la gobernabilidad en el país.

Dos proyectos diferentes

Rousseff y Neves presentan dos proyectos bien diferentes. Mientras la presidenta y el PT pretenden dar continuidad a los programas sociales que marcaron los 12 años del gobierno petista, Neves y el PSDB proponen la apertura de los mercados y una mayor presencia de la actividad privada en la economía, cuando el país lleva más de 30 meses de estancamiento económico.

El resultado, según los analistas, se explica en que todo el trabajo sucio lo hizo Silva, al convertirse en una amenaza directa a Rousseff, lo que dejó el camino libre a Neves para recuperar terreno. “Los ataques fueron a parar a la ambientalista y terminaron haciendo mella. El PT siempre vio en Aécio un candidato más fácil, pero la plataforma de partida es muy ajustada”, explicó el analista Matias Spektor, de la Fundación Getulio Vargas.

Rousseff aguardaba anoche que Silva le hiciera una señal de apoyo; pero la ambientalista aún analizaba a quién dar sus votos. Neves convocó a las huestes de Silva “a trabajar juntos por un Brasil distinto”, en tanto la presidenta, que prometió un reforma política con plebiscito, criticó al PSDB por “haberse arrodillado ante el FMI y tratar a nuestros jubilados como un vagabundo”, lo que marca el tenor de lo que serán las próximas semanas.