Más de 142 millones de brasileños deciden hoy si reeligen a la presidenta, Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT) o si la someten a un nuevo examen en una segunda vuelta, en una elección presidencial que definirá el perfil del gigante sudamericano para los próximos cuatro años.

Dilma Rousseff, de 66 años, es la favorita pero las encuestas señalan que salvo un vuelco gigantesco a su favor, deberá participar en una segunda vuelta el 26 de octubre. Lo que nadie sabe es quién quedará en segundo lugar y, por ende, como rival para el balotaje.

La ambientalista socialista Marina Silva, de 56 años, y el socialdemócrata Aécio Neves, de 54, pelean voto a voto ese lugar. Según las últimas encuestas de IBOPE y Datafolha, la ex ministra de Medio Ambiente obtendría el 24%, contra el 21% de Aécio. Pero una nueva encuesta aparecida ayer de la empresa MDA, le da al ex gobernador de Minas Gerais 24 % y a Silva 21. 4%. Por eso, recién se conocerán los nombres de los finalistas cuando esta noche se abran las urnas. “Es muy difícil que haya un triunfo en primera vuelta”, según los principales analistas del país.

La propia Rousseff admitió ayer esa posibilidad a su paso por Belo Horizonte, capital de Minas Gerais, al decir que “no me asusta ir a la segunda vuelta”. Ella cuenta con una intención de voto que no pasa del 40%, por lo que no le alcanzaría para consagrarse hoy. Además de presidente, los brasileños elegirán a 27 gobernadores y renovarán las Cámaras legislativas.

El estancamiento económico, los cuestionamientos al sistema político y la corrupción que golpea al gobierno por el desfalco descubierto en Petrobras, marcan los puntos centrales de estos comicios, en donde los planes sociales de los gobiernos petistas y la nueva clase media que surgió en estos años y que ahora exige mejoras institucionales, pueden volcar la balanza para el lado del gobierno o de la oposición.

“Es una elección en la que se juegan los aparatos contra la voluntad de la clase media para que cambien algunas cosas, cuya expresión más acabada se vio el año pasado en las protestas durante la Copa de las Naciones (Confederaciones)”, explicó el analista Julián Hermida.

En materia de seguridad, Río de Janeiro verá reforzada la presencia militar mientras que 30 mil efectivos de las tres fuerzas Armadas se sumarán a los 40 mil efectivos policiales distribuidos en todo el país.