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Arranca en España la era de Felipe VI

Ana Anabitarte Corresponsal| El Universal
Jueves 19 de junio de 2014
Arranca en Espaa la era de Felipe VI

FAMILIA. El rey Juan Carlos junto a la reina Sofía y los Príncipes de Asturias, tras firmar en el Palacio Real de Madrid, la ley orgánica que hizo efectiva la abdicación. (Foto: FERNANDO ALVARADO EFE )

Asume el cargo en un país muy distinto al que tomó su padre

MADRID.— El príncipe Felipe de Borbón es ya el rey Felipe VI, quien sucede así a su padre, Juan Carlos, luego de que éste anunció hace apenas unos días su decisión de abdicar tras 39 años como monarca y jefe del Estado español. Felipe VI asume el cargo en una España muy distinta a la de su padre, quien fue uno de los artífices de la transición que llevó al país de la dictadura de Francisco Franco a la democracia.

A las cero de hoy jueves, tras la publicación en el Boletín Oficial del Estado de la abdicación que ayer firmó Juan Carlos, Felipe dejó de ser Príncipe de Asturias y se convirtió en monarca, mientras su hija Leonor pasó a ser la princesa heredera.

Pero las circunstancias españolas son hoy muy distintas de aquellas en que asumió Juan Carlos: el país tiene actualmente una democracia consolidada, forma parte de la Unión Europea (UE) y ha vivido un desarrollo económico impresionante. Pero también vive una grave crisis económica, con una cifra de desempleo récord: 6 millones de personas, una población harta de recortes, de desahucios, donde la pobreza no deja de aumentar y donde el deseo de independencia de la comunidad catalana se ha convertido en el centro del debate.

Quizá lo peor sea el hecho de que los ciudadanos sienten un fuerte desapego hacia los políticos, las instituciones y la monarquía, que enfrenta una crisis sin precedentes. Los jóvenes no creen que tenga sentido, muchos de ellos no vivieron la transición española, ni votaron la Constitución de 1978, y la institución les parece obsoleta.

Además, los escándalos protagonizados por el rey Juan Carlos, a quien se descubrió cazando elefantes en Botsuana con su presunta amante, la princesa Corina, y por Iñaqui Urdangarin, esposo de la infanta Cristina, quien está acusado de graves delitos como corrupción, fraude fiscal y malversación de fondos públicos aprovechándose de su condición de yerno del rey, han hecho mucho daño a la imagen de la Corona.

Si durante la mayor parte del reinado de Juan Carlos la monarquía era la institución más valorada por los españoles, por encima de los políticos, la Iglesia y del ejército, hoy no sólo ha dejado de serlo sino que, según las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), sólo consigue una calificación de 3.72 sobre 10, frente al 7.5 que rozaba en 1994.

Por todo ello cada vez son más los españoles que participan en las manifestaciones a favor de convertir al Estado en una República, que se atreven a abuchear a la familia real en los actos a los que asisten y que abogan por la realización de un referéndum en el que se elija el modelo de Estado. Algo a lo que el gobierno del conservador Mariano Rajoy (Partido Popular, PP) se ha negado. También son cada vez más los ciudadanos que votan partidos republicanos como Izquierda Unida (IU) y Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) que lograron un sorprendente éxito en las últimas elecciones al Parlamento Europeo.

Recuperar el terreno perdido

Por eso, en estos últimos años y consciente de ello, la Casa Real ha intentado recuperar el terreno perdido descalificando el comportamiento de Urdangarin, haciendo públicos algunos datos del presupuesto que recibe (una petición que llevan años exigiendo algunos partidos políticos), multiplicando las actividades del rey y del príncipe, y hasta abriendo una cuenta de Twitter. Aunque con poco éxito.

De manera que a partir de hoy uno de los principales retos de Felipe VI será recuperar el prestigio de la institución, lograr que sea más cercana, más austera y más transparente.

Otro consistirá en afrontar este otoño el juicio de Urdangarin y la posible imputación de su hermana, la infanta Cristina, sin que la Corona se vea dañada. Otro será afrontar el referéndum de autodeterminación del 9 de noviembre en Cataluña y que el gobierno considera anticonstitucional. En este último asunto, dado que el rey reina pero no gobierna, su papel será el de intentar crear un “clima de diálogo” para favorecer el entendimiento entre Madrid y Barcelona.

Felipe de Borbón cuenta con algunos puntos a su favor: tiene buena imagen; es uno de los miembros más valorados de la familia real junto con la reina porque no ha protagonizado ningún escándalo. Y es uno de los príncipes europeos mejor preparados ya que desde que nació ha sido educado para reinar.

Pero también es un gran desconocido para la mayoría de la gente.

Los españoles han visto fotografías suyas desde que nació, pero siempre posando para la cámara y en actos institucionales. La censura “autoimpuesta” por los medios de comunicación no ha permitido que se haya publicado ninguna imagen suya “robada” en actitud comprometida.

Son contadas las ocasiones en las que se le ha visto con alguna de las novias que tuvo en el pasado, esquiando con su esposa Letizia o cenando en un restaurante con sus hijas como una familia más.

Siempre se le ha mostrado dando una imagen seria y distante. Y por ello también siempre muy lejos de los ciudadanos.

Tampoco ha concedido nunca una entrevista, como han hecho algunos de sus colegas extranjeros. Y sólo una vez ha posado con sus hijas. No sabemos qué le gusta, quiénes son sus amigos ni qué hace en su tiempo libre. Por eso deberá acercarse a los ciudadanos y mostrar que es algo más que una fotografía. Durante casi 40 años los españoles han sido juancarlistas. Ahora él deberá lograr que se conviertan en monárquicos. Todo un reto.



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