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Análisis. Victoria táctica de Cuba sobre Obama

Eduardo Mora Tavares | El Universal
Miércoles 29 de enero de 2014
<b>Anlisis.</b> Victoria tctica de Cuba sobre Obama

DISCURSO. El presidente de EU durante su mensaje sobre el Estado de la Unión. (Foto: AP )


eduardo.mora@eluniversal.com.mx

Parece coincidencia, pero no. La cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) tenía un calendario definido: 28 y 29 de enero en La Habana. El mensaje sobre el Estado de la Unión del presidente estadounidense Barack Obama también: el mismo día 28, ante el Congreso en sesión conjunta en Washington. Aunque en universos distintos, ambos sucesos compitieron inusualmente en el espacio de las noticias internacionales.

Como es habitual para Estados Unidos, el mensaje presidencial fue la noticia, con transmisión en vivo a la nación. Para los países de América Latina y el Caribe, la cumbre latinoamericana se presentó como el acontecimiento relevante, sin importar que en gran medida haya sido, en términos informativos, un ejercicio retórico. La importancia, en realidad, está en el encuentro mismo, en su celebración en esa fecha.

Este 28 de enero hablaron, por un lado, el presidente cubano Raúl Castro en la apertura de la segunda CELAC, y por otro Obama en el Capitolio. Cada uno definió en sus respectivos contextos su idea del mundo, de la política exterior y de las relaciones internacionales. Dos mensajes poderosos en busca de audiencia y cajas de resonancia. Castro habló de la desigualdad social y económica que sigue agobiando a América Latina, tras pasar la primera década del siglo XXI, y Obama de la desigualdad que corroe a Estados Unidos y frena la movilidad social, una característica esencial del sueño estadounidense.

La cumbre de la CELAC concentró en Cuba a 32 jefes de Estado o de gobierno de América Latina y el Caribe. Un gran encuentro regional que dejó fuera a Estados Unidos y Canadá, los otros integrantes clave del sistema interamericano.

¿Una OEA sin EU?

Si bien la CELAC no es la OEA sin Washington y Ottawa ambicionada por líderes latinoamericanos de izquierda en diversos momentos, su convocatoria y celebración responden a esa intención, la de tener un mecanismo de concertación regional donde priven los intereses del área y no, como ocurrió en el pasado en la OEA, los intereses de una potencia hegemónica.

La cumbre de la CELAC puso de manifiesto que son otros tiempos y que, de cara a la expulsión de Cuba del organismo interamericano el 31 de enero de 1962, se ha reivindicado el derecho de la isla a tener relaciones normales con sus vecinos, sin considerar la naturaleza de su sistema político.

A principios de los años 60 del siglo pasado prevaleció en el hemisferio la decisión de Estados Unidos de aislar a la isla por adoptar un régimen comunista. Eran los tiempos de la Guerra Fría que tuvieron momentos muy álgidos con Cuba y EU como protagonistas: fallida invasión de Bahía de Cochinos (1961), crisis de los misiles soviéticos (1962), insurgencia guerrillera procastrista en Latinoamérica y contrainsurgencia patrocinada por Washington, en el curso de los años 60, 70 y 80. Eso es ya historia. El presente es distinto. El comunismo ya no es una amenaza.

Ciertamente, el aval de los gobiernos latinoamericanos a la cumbre habanera pasó por encima de los derechos de los disidentes cubanos a ser oposición y a cuestionar la falta de democracia en su país, cuando en la actualidad lo normal es que las naciones latinoamericanas tengan regímenes democráticos. Cuba no lo tiene pero esto ya no fue obstáculo.

En el pasado, tampoco lo tenían las naciones latinoamericanas, salvo algunas excepciones, pues la mayoría estaba bajo dictaduras militares o dictaduras civiles "perfectas", según la célebre expresión de Mario Vargas Llosa para describir a México. Cuba, en cambio, parecía gozar de la legitimidad de un desarrollo social incluyente sostenido por el petróleo de la hoy extinta Unión Soviética.

En ese pasado ominoso, la OEA se reunía sin resolver nunca nada y el sistema interamericano sufría afrentas mayúsculas como cuando en 1982 Estados Unidos optó por apoyar a Gran Bretaña, su aliada en la OTAN, y no a Argentina, aliada en el TIAR, en la guerra de las Malvinas.

Apertura a cuentagotas

Hoy Cuba está abriendo, a cuentagotas, su rígido modelo de economía dirigida -quizás inspirándose en la exitosa reforma económica china-, pero sin abrir en lo más mínimo el sistema político, visto que la apertura (glasnost) acabó con la URSS, su antigua protectora. Sin la capacidad de exportar más su revolución, Cuba ha recuperado la amistad de los países vecinos y ha podido sortear con menos dificultades el bloqueo económico estadounidense impuesto por la administración del presidente John F. Kennedy hace más de medio siglo.

De este modo, Raúl Castro, y Fidel tras bambalinas, han ganado una batalla táctica a Obama. Claro que la nueva Declaración de La Habana, la de la CELAC, nada tiene que ver con las declaraciones "históricas" de La Habana de 1966 y 1975, cuando los participantes no eran gobernantes sino militantes, activistas y guerrilleros que buscaban, con el apoyo solidario de Cuba, luchar contra "el imperialismo" en Asia, África y América Latina.

Aunque solidaria en aquellos términos, Cuba nunca dejó de ser pragmática y ahora lo es más que nunca. En estos tiempos los interlocutores son otros y quienes mandan en los países son los jefes de Estado o de gobierno. La Habana dice que jamás volverá a la OEA, no le hace falta. Antes bien, fue el representante de la OEA quien viajó a la isla por primera vez desde que triunfó la Revolución cubana en 1959. También viajó a La Habana el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, en lo que fue otro aval internacional a Cuba. Son las paradojas de la historia y la evidencia de que los tiempos cambian.



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