El papa Francisco se saltó de nuevo hoy el guión oficial y descendió del coche en la ciudad palestina de Belén para rezar en silencio y observar con detenimiento en el muro de separación erigido por Israel, que aisla este territorio.

De camino a la plaza del pesebre, donde ofició misa, el pontífice pidió al chófer que conducía el automóvil descubierto que se detuviera, y a pie se acercó para ver los grafiti allí dibujados contra la ocupación de las tierras palestinas, para júbilo de los fieles que se hallaban en el camino.

El papa oró en silencio durante cinco minutos, después acercó la cabeza y tocó con su frente el muro, sin pronunciar una sola palabra pero en un "gesto simbólico", explicó el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi.

"Este gesto ha sido para demostrar su participación en el sufrimiento de esta tierra pero lo hizo de manera silenciosa, orando como un símbolo del problema, de la visión que hay en esta tierra", afirmó.

Francisco se había reunido minutos antes en la sede de la gobernación con el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abas, y pronunciado un discurso en el que calificó de inaceptable el conflicto entre palestinos e israelíes, y apeló al derecho de ambos Estados a vivir en paz y seguridad.

El papa conocerá hoy en más detalle los problemas que el muro causa a los palestinos durante la comida que compartirá con un grupo de familias locales, algunas de ellas afectadas por la construcción de esta barrera de piedra en el valle de Cremisan, una ladera cristiana al sur de Belén.

Elias Abu Mohor, su mujer Juliette y sus dos mellizas de tres años poseen unas tierras que quedarán divididas si finalmente el Tribunal Supremo israelí cancela las decisiones judiciales previas y da la razón al Ejército israelí.

Hace apenas tres meses, dieron las gracias a Dios por la decisión del Tribunal Supremo israelí de exigir al Ejército que justifique por escrito por qué insiste en el plan actual, que segregaría la propiedad de otras 57 familias cristianas y aislaría un monasterio, y descarta rutas alternativas.

"Tenemos muchas esperanzas porque sabemos como es, conocemos su personalidad. Esperamos que hable a las dos partes, que les convenza de la necesidad de volver a negociar. Necesitamos hablar de paz", dice tras criticar el muro que "si la providencia no lo remedia partirá nuestra propiedad", explicó a Efe Juliette.

Unas tierras que ya comenzaron a perder cuando en 2002, en plena intifada, Israel decidió tender kilómetros de muro y verja para aislar el territorio palestino.

La familia Abu Mohor vio como las excavadoras arrancaban cerca de ochenta olivos, y se apropiaban de varias hectáreas para tender el túnel que, junto al muro, facilita el tránsito de los colonos que viven en asentamientos al sur de Jerusalén.

"Quieren hacer un muro, ok adelante. Pero por qué no lo hacen sobre sus tierras y roban las palestinas. Tenemos nuestros papeles en regla, nuestros derechos desde época del mandato británico", afirmó a Efe esta semana Elías.

"No solo nos toman la tierra. Nos hacen también la vida imposible en los puestos de control, nos ponen problemas para viajar. Mi padre nació en Jerusalén y ni siquiera puede visitar la ciudad para rezar. En 20 años no quedarán cristianos en esta tierra", se quejó Elías, que le dirá las mismas palabras al papa.

Conocido como el muro del apartheid por los palestinos y barrera de seguridad para los israelíes, su trazado se prolonga a lo largo de centenares de kilómetros, en julio de 2004 la Corte Internacional de Justicia lo declaró ilegal y ordenó a Israel su demolición.

jram