A poco de iniciado el partido inaugural de la Copa del Mundo, unos 300 manifestantes desfilaron frente a la playa Copacabana de Río de Janeiro y se detuvieron frente al Fan Fest, como se denomina a un sector muy vigilado en el que cientos de aficionados vieron el partido en una pantalla gigante.

Los manifestantes portaban carteles en contra de la Copa Mundial. La protesta fue pacífica, aunque se temía que algunos elementos de anarquistas tratasen de provocar desmanes.

No se reportaron enfrentamientos con la policía a medida que los participantes marchaban para denunciar el gasto de fondos públicos en el torneo en un país con grandes necesidades sociales.

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