Luiz Inacio Lula Da Silva (presidente brasileño entre 2003 y 2011), quien en esta campaña jugó todo su potencial electoral como si fuera un candidato más, lo advirtió en 1998, aunque entonces nadie le puso atención: “Quiero aplicar la forma de recaudar fondos para la campaña como lo hace el pastor (Emir) Macedo”. No llegó a aplicar el método de recaudación pero selló una alianza política que hasta aquí parece inquebrantable con el líder de la Iglesia Universal del Reino de Dios.

Su candidato a la vicepresidencia, José Alencar, era miembro de la Iglesia evangélica y Macedo no sólo ordenó a su poblada bancada de diputados y senadores apoyar al gobierno de Lula sino que puso a su disposición su cadena televisiva, Red Récord, la tercera en audiencia en el país, después de Globo y Bandeirantes. Aquella alianza se mantiene. La presidenta Dilma Rousseff ya recorrió por lo menos una decena de los templos de esa iglesia con influencia desde Argentina hasta México, en una elección que más que en las anteriores el voto evangélico o pentecostal juega un papel casi definitorio.

Marina Silva, ex petista y ex ministra, es miembro desde hace décadas de la Iglesia Asamblea de Dios, que lidera Silas Malafaia, un excéntrico pastor que jamás pierde ocasión de declararse “anticomunista” y un cruzado contra el matrimonio igualitario y los derechos de las comunidades lésbico-gay.

Toda la estructura de esa iglesia estará mañana al servicio de Marina, al igual que la de otros credos de menor penetración como la Apostólica de la Fuente de Vida o Casa del Señor, que hasta el 2010 apoyaron al PT y ahora decidieron cambiar su voto.

“Cristiano vota en cristiano. Marina es cristiana y por eso nosotros la apoyaremos”, explicó Cesar Apóstol, líder de la Iglesia Fuente de Vida.

Mientras los candidatos bucean en todos los credos para extraer el ultimo voto, ya nadie niega la influencia de la religión en la política brasileña y menos se pregunta por qué Lula quería imitar a Macedo al financiar su campaña.

En ascenso

Y es que mientras la Iglesia católica, la más importante del mundo, fue perdiendo adeptos, los evangelistas pasaron de ser el 5% de la población en 1970 al 22% en el 2010, y según las previsiones oficiales podrían ser lamayoría antes del 2050.

“El voto evangélico tiene cada vez mayor influencia. Siempre había sido la Iglesia católica la que ayudaba a definir una elección. Eso hoy cambió y nunca antes como en esta ocasión la decisión de los evangélicos iba a atener tanta importancia”, explica Eduardo Feudeber, experto en religión de la Universidad Federal de Santa Catarina.

De hecho, en esta elección los evangélicos cuentan por segunda vez con la candidatura del Pastor Everaldo Pereira, quien no registra más que el 1% de intención de voto, pero en la campaña funciona como un portavoz de su credo religioso.

Y el peso de los evangélicos es tal que, en el caso de Marina, tras haber expresado su respaldo a los matrimonios del mismo sexo, tuvo que echarse para atrás, debido a las presiones de Malafaia. Las candidatas también han evitado referirse a otro tema tabú: el aborto.

En la actualidad, los evangélicos ocupan en la Cámara de Diputados, 63 de lo 513 curules y aspiran en estos comicios a elevar su representación en 29 bancas más. Mientras las encuestas marcan una clara ventaja a favor de la reelección presidencial, tanto en la primera como en la segunda vuelta, lo que también se juega en esta elección es el peso del voto evangélico.

Recién después del domingo se sabrá si el influyente Macedo y su Iglesia Universal, siguen aumentando su presencia en el país, o son las otras iglesias de menor estructura, la que van detrás de Silva, a las que les habrá llegado la hora de estar iluminadas por el Señor. Y por los votos.