Amplio, contundente, avasallador y sin sorpresas. Así fue el triunfo electoral de Evo Morales, en una jornada que había comenzado con la versión falsa de su asesinato y terminó con el crimen político de una oposición que deberá reencarnarse en algo más sustentable de cara al futuro.

Morales, volverá a contar con mayoría propia en ambas Cámaras legislativas, algo que lo inquietaba sobremanera porque le quitaba la posibilidad de volver a buscar una nueva reforma constitucional que lo habilite para otra reelección en el 2020. Todo bajo la egida y en memoria del extinto Hugo Chávez, a quien le dedicó el triunfo junto a Fidel Castro.

Antes de los comicios, Evo habló de lo que fueron sus primeros ocho años de gobierno. Lo calificó como la refundación del país. Una refundación sustentada en la nueva Constitución y en la nacionalización de los sectores claves de la economía que "acabó con el orden colonial", según sus palabras. Ahora, tendrá por delante el desafío no menos importante de desarrollar un país que macroeconómicamente es muy distinto al que recibió en el 2006.

Está sentado no sólo sobre la tercera reserva gasífera del planeta sino también sobre la mayor cantidad de litio que se almacena en el bellísimo salar del Uyuni y que comenzará a ser explotado por una firma japonesa. Al desarrollo, le debe seguir sumando más y mejor distribución de la renta, y con control más estricto del narcotráfico, lo que todavía le trae algunos dolores de cabeza en el plano internacional, si lo que pretende es lo mejor para su país, amén de la perpetuación en el poder, que por lo visto, como a Rafael Correa o otros de sus pares en la región lo seduce y bastante.

De inmediato convocó a la oposición a trabajar por el país, sabedor que no tiene rivales, que la teoría del complot o del intento de golpe de Estado, que él también aplicó en su momento, siguiendo el manual del ALBA, como ocurrió con las eternas denuncias del chavismo o del
ecuatoriano Rafael Correa en aquel recordado levantamiento policial, ya no tienen sentido.

El Evo gobierno, ganó porque tiene mucho para mostrar, a diferencia de algunos de sus socios regionales. Por ejemplo, más de 500 mol personas abandonaron la situación de pobreza aunque el 20 por ciento de la población todavía no lo hizo. En los últimos ocho anos el ingreso promedio del 40% más pobre creció tres veces más rápido que el ingreso medio, según los datos del Banco Mundial. Logró reducir la deuda externa del 94 % del PIB al 39%. No obstante queda mucho por hacer. Bolivia sigue siendo el país más pobre de Sudamérica y sus parámetros en salud y educación siguen estando por debajo de lo que recomienda la ONU. Aspectos en los que Morales y su equipo deberán trabajar en los próximos anos.

Si estos fueron los años de la "refundación" y, por qué no, de la racionalidad económica comparado por ejemplo con sus socios venezolanos, lo que viene en lo inmediato son los anos de la salida al mar. Allí, a la resolución del histórico conflicto con Chile en los Tribunales de La Haya, dirigirá buena parte de la energía de la nueva etapa de su gestión. Para todo eso fue refrendado ayer en las urnas, "el hermano presidente". Para que aquel país del Altiplano, más empobrecido que pobre, termine por convertirse en un ejemplo multicultural cuyo dinamismo económico y social sorprenda y contagie al resto de sus vecinos.