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J. Jaime Hernández Agenda Washington

J. Jaime Hernández| El Universal
07:32WASHINGTON | Lunes 28 de octubre de 2013
Dos pesadillas perecen resistirse a abandonar al gobierno de Barack Obama. Las fallas del sistema de salud en la página de internet y las secuelas por el escándalo de espionaje contra un núcleo que países aliados

Dos pesadillas perecen resistirse a abandonar al gobierno de Barack Obama. Las fallas del sistema de salud en la página de internet y las secuelas por el escándalo de espionaje contra un núcleo que países aliados que hoy duermen con un ojo entreabierto para evitar que el zorro estadounidense se les cuele de nuevo en el gallinero para seguirlos espiando.

En el primer caso, es de esperar que los líderes del partido republicano en la Cámara de Representantes exijan la renuncia de Kathleen Sebelius, la Secretaria de Salud, durante la comparecencia de éste miércoles ante el comité de energía y comercio. Las fallas en el sistema de la página de internet, que han dificultado la implementación de la nueva oferta de seguros médicos, se han convertido en un quebradero de cabeza para Obama que los republicanos no piensan desaprovechar.

En primer lugar, pedirán la renuncia de Sebelius y, acto seguido, el aplazamiento de las fechas límites para que la ley de salud tenga un carácter obligatorio.

Hasta hace una semana la renuncia de Sebelius parecía poco probable. Sin embargo, de persistir los problemas en la página web, sus días podrían estar contados. Por el momento, la Casa Blanca confía en la apurada estrategia de control de daños que ha pasado por la contratación de expertos del sector privado con el fin de evitar el naufragio de la ley más importante de la era Obama.

En el frente del espionaje, que ha convertido al gobierno de Estados Unidos en el aliado menos confiable del mundo, la Casa Blanca espera que las aguas vuelvan pronto a su cauce. A pesar de que algunos gobiernos, como el de Alemania, solicitaron disculpas, nada hace pensar que Washington se retractará de una actividad que es pilar fundamental de su seguridad nacional mucho antes incluso de los años de la Guerra Fría.

A lo sumo, como ya prometió Lisa Monaco, la asesora de Obama en seguridad nacional y asuntos de contraterrorismo, se revisarán las directivas de una práctica masiva e indiscriminada de espionaje que durante mucho tiempo ha estado en manos de ese gobierno en las sombras que es la comunidad de inteligencia.

Pero, aparte de eso, Estados Unidos no dejará de espiar. Sus responsables desde la Casa Blanca y la comunidad de inteligencia, insisten en que lo necesitan para garantizar su seguridad nacional y la de gobiernos aliados.

¿Cómo meter en cintura a quienes se manejan desde las sombras?.

Para un buen número de analistas, este es precisamente el reto de Barack Obama, un presidente dividido entre su vocación como abogado constitucionalista y su papel como comandante en jefe. Un dilema que ha acompañado a los presidentes de Estados Unidos en las últimas décadas, mientras no pocos historiadores y expertos en la Constitución insisten en que, quizá, ha llegado el momento de una ambiciosa reforma constitucional de la que no quede exento nadie.

Particularmente, quienes parecen maniobrar desde los márgenes de un gobierno paralelo, oculto y dominado por poderosos contratistas que se han multiplicado como esporas dentro

de esa comunidad de inteligencia que agrupa a más de 16 agencias bajo la férula de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA).

A pesar de que la administración Obama ha insistido que la comunidad de inteligencia realiza un trabajo indispensable para la seguridad nacional, y que las labores de espionaje son supervisadas por las tres ramas de gobierno, no pocos son los congresistas que advierten que las agencias de inteligencia y los contratistas han llegado a concentrar un Uno que, incluso, es capaz de tapar la boca de quienes tienen acceso a informes clasificados so pena de tener problemas legales. Bajo éste supuesto, pocos son los que se atreven a cuestionar abiertamente los métodos de unas agencias que poco a poco se han hecho con el control de instituciones del gobierno y con un grado de autonomía que resulta muy difícil de supervisar o mantener a raya.



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