CIUDAD DEL VATICANO.— Sorprendiendo a todo el mundo, el papa Francisco se anticipó a los problemas que sabe le esperan en casa y dijo a los periodistas que lo acompañaban en el avión de regreso de Río de Janeiro, donde presidió la Jornada Mundial de la Juventud, entre otras cosas, que no es nadie para juzgar a los gays y que no revisará la posibilidad del sacerdocio femenino.

No sólo habló de la homosexualidad dentro de los muros vaticanos, sino de los escándalos en el banco de la Santa Sede, así como de los divorciados. Sus declaraciones sobre los homosexuales fueron bien recibidas por los colectivos gays en AL.

Entre los problemas que enfentará el Papa de regreso al Vaticano están el arresto y las declaraciones de Nunzio Scarano, ex responsable de la institución que administra el patrimonio de la Santa Sede (APSA), el poder adquirido por el “lobby gay” dentro de los muros vaticanos, los escándalos homosexuales presuntamente protagonizados en Uruguay por monseñor Battista Ricca, prelado del banco de la Santa Sede, y el informe sobre los abusos sexuales cometidos por sacerdotes que la organización de la Naciones Unidas ha solicitado al Vaticano.

Y de todos habló Francisco en hora y media de diálogo con los medios. Sobre el tema específico de la homosexualidad sacerdotal, aclaró que “nunca he encontrado a nadie en el Vaticano que en su carta de identidad diga que es gay”, pero que “estas personas no deben ser discriminadas o marginadas”, visto que “el mismo catecismo dice deben ser integradas a la sociedad”, porque “el problema para la Iglesia no es esta tendencia, sino saber distinguir si estamos o no frente a una persona de bien”.

“Si un gay busca el señor, ¿quién soy yo para juzgarlo? No se debe discriminar y marginar a estas personas, lo dice también el catecismo”, agregó el Papa. Refiriéndose al presuntamente poderoso lobby gay en el Vaticano, Francisco optó por mantenerse en un ámbito estrictamente formal: “Se escribe tanto del lobby gay en la Santa Sede, pero hasta ahora no he visto un expediente con las identidades de quienes podrían formar parte del mismo”, pero de existir, agregó, “esto sería un asunto grave para mí”.

En torno al caso de Scarano, arrestado el 28 de junio por fraude y corrupción y quien involucró en sus declaraciones a altos funcionarios del Banco Vaticano (IOR) y del APSA con “actividades ilícitas”, Francisco dijo que “son escándalos que hacen daño”. De la esperada reforma del Banco Vaticano, el Pontífice argentino dijo: “No sé como será el IOR, algunos dicen que lo mejor es que sea un banco, otros una fundación de ayudas y otros que hay que cerrarlo. Yo confío en las personas, en la comisión que se ocupa de este problema”, pero deberá tener como fundamento “la transparencia y la honestidad”.

Al tocar el tema de Ricca, aclaró que al momento de nombrarlo prelado del Banco Vaticano no tenía informaciones sobre la presunta y poco religiosa vida que presuntamente el monseñor llevaba en Uruguay, y aclaró que una breve investigación no ha encontrado “nada” en su contra.

Sobre el sacerdocio femenino, el Papa dijo que la prohibición a que las mujeres ejerzan el sacerdocio era “definitiva”. “No podemos limitar el rol de la mujer en la Iglesia a ‘monaguillos’ o presidentas de una obra de caridad. Debe haber más... Pero sobre la ordenación de mujeres, la Iglesia ha hablado y dice que no... Esa puerta está cerrada”.

A los divorciados que se han vuelto a casar, el Papa les dio una esperanza, al anunciar que el próximo sínodo afrontará este tema para hallar soluciones alternativas a los procedimientos canónicos de anulación de los matrimonios.

La larga sesión en el avión fue inusual en la historia moderna de los papados tanto por su franqueza como por su amplitud. Francisco dijo que es feliz como Papa, pero reconoció que en algunos momentos se siente “enjaulado”. ¡Cuántas veces me ha dado gana de salir por las calles de Roma! y en ese contexto me siento un poco enjaulado. En Buenos Aires me conocían como el cura callejero”, recordó Bergoglio. (Con información de agencias)