El papa Francisco representa un viento fresco y renovador en la Iglesia católica. Su valentía para encarar la profunda problemática moral, social y económica del hombre contemporáneo, su trayectoria y sus mensajes, así como sus actitudes, plantean un cambio profundo.

Esta impresión inicial en su pontificado se ve claramente ratificada en Brasil, país que como México, es una economía emergente con un enorme potencial de desarrollo pero en el que persiste una gran desigualdad, pobreza y exclusión, con muchos grupos sociales en situación de vulnerabilidad.

Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco, lanza un mensaje centrado en la moral y la ética con pleno respeto a la dignidad del ser humano, que es una parte esencial del pensamiento cristiano.

Los planteamientos del nuevo Papa pueden reubicar a la Iglesia y fortalecerla frente a los retos del siglo XXI, ante la población mundial, especialmente la juventud, significan acercarlos más hacia los temas torales y no sólo anclarse en el rito y el dogma. De esta forma, el papa Francisco ratifica su recorrido en la Iglesia argentina, vinculado a la problemática social de las personas que más carecen, sin ideologizar en sentido partidario esa labor, sino llevándola a un plano superior, más serio y profundo; convalida su origen jesuítico y su trayectoria en la Conferencia Episcopal Latinoamericana. Recordemos que durante su gestión ha combatido el populismo político y la corrupción.

Ahora le toca al Papa enfrentar la problemática hacia el interior de la Iglesia católica, pero se percibe un hombre con carácter, vocación y convicción para hacerlo. No creo que esto termine en una simulación.

En suma, su mensaje y su acción son una fuerza renovadora en el contexto global. Su liderazgo es de carácter moral e intelectual, no solamente dogmático y jerárquico. Por ese motivo es claro que renueva a la Iglesia católica y que tendrá un fuerte impacto internacional.

*Presidente de la Sección Mexicana del Club de Roma