CIUDAD DEL VATICANO.— A unos días del viaje del papa Francisco a Río de Janeiro, donde presidirá la Jornada Mundial de la Juventud, la publicación de un reportaje cayó como bomba en el Vaticano, al revelar que monseñor Battista Ricca, designado el 15 de junio Prelado del Banco Vaticano (IOR), “estuvo involucrado en escándalos de carácter homosexual cuando se encontraba en Uruguay”.

La noticia se dio a conocer el mismo día en que el Papa nombró una comisión de investigación sobre las finanzas vaticanas, integrada por ocho miembros, que tendrá como tarea “recopilar información sobre las finanzas de la Santa Sede y referir sobre las mismas al Papa”, explicó el padre Federico Lombardi, vocero del Vaticano. La comisión reportará directamente al Papa, y lo asesorará sobre asuntos económicos, mejoras de la transparencia y para asegurar la correcta aplicación de principios contables.

La acreditada revista italiana L’Espresso fue la encargada de publicar el material, titulado “El lobby gay”, según el cual, desde que monseñor Ricca llegó a la nunciatura de Montevideo (1999), luego de haber prestado sus servicios en Berna, Suiza —donde cultivó una estrecha amistad con un capitán del ejército suizo de nombre Atrick Haari—, protagonizó varios episodios escandalosos.

Según esto, Ricca y Haari llegaron juntos a Uruguay y el primero solicitó “a la nunciatura dar un encargo y alojamiento a su amigo”, lo cual se hizo realidad cuando el entonces nuncio se jubiló, explica el semanario, agregando que “la intimidad entre el prelado y Haari era tan abierta que escandalizó a obispos, sacerdotes y laicos del pequeño país sudamericano”.

L’Espresso también revela que el nuevo nuncio, el polaco Janusz Bolonek, llegado a Montevideo a inicios de 2000, “juzgó intolerable” la situación e informó a las autoridades vaticanas, a más de pedir a Haari dejar la nunciatura. “Todo fue inútil dado el vínculo de éste con Ricca”.

El Vaticano desmintió de inmediato las espinosas revelaciones, que Lombardi tachó de “poco confiables”, a lo que la revista replicó que la información “fue confirmada por varias fuentes primarias y llevó al Vaticano a remover al monseñor de la nunciatura”. A decir de la revista, el papa Francisco habría sido víctima de “el más cruel y pérfido engaño” por parte de personalidades del Vaticano, que le habrían ocultado información relevante a la hora de evaluar el nombramiento de Ricca en el Instituto para las Obras de Religión (IOR).

Este ocultamiento fue posible ya que los Papas, antes de todo nombramiento, reciben regularmente el expediente del candidato y el de Ricca, en esta ocasión, no debió contener ninguna anomalía, ya que sólo posteriormente, como subrayó el vaticanista Paolo Rodari, “el Papa conoció, a través de diversas fuentes, episodios de la vida de monseñor Ricca que lógicamente desconocía”.

Rodari dijo que Ricca se defendió hace unos días de las acusaciones ante el Papa, defensa con la que parecen estar de acuerdo en la Curia romana, donde se prefiere hablar, visto lo “oportuno” del artículo, de un “complot” contra la persona que Francisco colocó en el corazón del IOR para aclarar sus turbias operaciones. El problema es que el del militar no es el único hecho que se le imputa a Ricca, cuya conducta poco religiosa, según el semanario, se repitió en 2001: “Un día, luego de asistir, como tantas otras ocasiones, a un local de encuentros entre homosexuales, Ricca fue tan brutalmente golpeado que tuvo que llamar a la nunciatura para que fueran a recogerlo”.

En agosto, “en plena noche, el elevador de la nunciatura se bloqueó. La mañana siguiente, cuando los bomberos lograron ponerlo en función, encontraron a Ricca en compañía de un joven”. (Con información de agencias)