RÍO DE JANEIRO.— En el penúltimo día de su visita a Brasil, el papa Francisco llamó a la juventud a ser “protagonista del cambio”, advirtió que “el futuro exige la tarea de rehabilitar la política y una visión humanista de la economía”, defendió la laicidad del Estado, convocó a los políticos a garantizar el diálogo e hizo una autocrítica de la Iglesia, a la que pidió “no tener miedo de entrar en el corazón de su noche” y salir a la calle a acercarse a los pobres, a los que tienen “sed de Dios”.

“Por favor, no dejen que otros sean los protagonistas de los cambios, ustedes son los protagonistas del futuro”, dijo Francisco ante los tres millones de jóvenes que asistieron anoche a la vigilia de la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud en la playa de Copacabana, de Río de Janeiro, según cifras de la policía.

“No sean cobardes, no balconeen la vida, no se queden mirando desde el balcón, entren en ella”, les dijo, para luego referirse a las protestas que han sacudido no sólo a Brasil, sino a distintos países. “Veo que tantos jóvenes han salido por las calles para expresar el deseo de una civilización más justa y fraterna. A ustedes les pido... sigan superando la apatía y ofreciendo una respuesta cristiana a las inquietudes sociales y políticas. ¡Sean constructores del futuro!”.

Con esta vigilia, Francisco cerró una cargada agenda que incluyó una reunión con obispos, así como con autoridades, legisladores y miembros de la sociedad brasileña, ante los cuales, el Papa lanzó un mensaje crítico.

Sobre la deserción de fieles, cuestionó: “Somos aún una Iglesia capaz de inflamar el corazón?”. Luego llamó a los líderes religiosos a no quedarse “enclaustrados en la parroquia, cuando tantas personas están esperando el Evangelio”. Hay que salir, dijo, a los barrios pobres, con los necesitados. Reconoció que mucha gente ve a la Iglesia como “una reliquia del pasado, insuficiente para las nuevas cuestiones”.

“Hoy hace falta una Iglesia capaz de acompañar, de ir más allá del mero escuchar”, dijo. “A veces perdemos a quienes no nos entienden porque hemos olvidado la sencillez”, añadió. Por ello, dijo, es indispensable ir a “contracorriente” de la cultura de exclusión que impera actualmente.

Luego llegó el turno de los políticos y funcionarios, a quienes dijo, en el Teatro Municipal de Río de Janeiro, que “el futuro nos exige hoy la tarea de rehabilitar la política, que es una de las formas más altas de caridad”.

Aludiendo a las protestas recientes en el país por una mayor inversión social, una mejor educación y contra la corrupción, afirmó: “Entre la indiferencia egoísta y la protesta violenta siempre hay una opción posible: el diálogo. Cuando los líderes de los diferentes sectores me piden un consejo, mi respuesta es siempre la misma: Diálogo, diálogo, diálogo”. Y defendió una economía humanista: “Que a nadie le falte lo necesario y que se asegure a todos dignidad, fraternidad y solidaridad”.

Incluso se refirió a la laicidad del Estado que, dijo, beneficia “la convivencia pacífica entre las religiones”.

El Papa llegó sonriente a Copacabana para la vigilia, pese a que fue un día largo en el que no faltaron las protestas de grupos contrarios a la visita.

Hoy, en el mismo escenario, se realizará el cierre de la Jornada Mundial de la Juventud, con la Misa del Envío, a la que asistirán líderes sudamericanos como la presidenta argentina Cristina Kirchner, el uruguayo, José Mujica y el boliviano, Evo Morales, invitados por la anfitriona, Dilma Rousseff.