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Todo por un lugar en el "Coloso de Santa Úrsula"

José Ángel Parra| El Universal
Sábado 13 de diciembre de 2014
Todo por un lugar en el

ESPERANZA. Las taquillas del Estadio Azteca no abrieron, pues en grandes mantas se da aviso de que las localidades se agotaron; pese a esto la gente se formó. (Foto: LUIS CORTÉS / EL UNIVERSAL )

Una mujer promete a su hijo un boleto y se forma en taquilla que anuncia 'agotados'

jose.parra@eluniversal.com.mx

La explanada de Tlalpan reúne historias de pasión azulcrema, que no se rinden, afanados en asistir a la cita, muy a pesar de la “mágica” desaparición de boletos —al menos 80 mil— en unas cuantas horas.

La final del Torneo de Apertura 2014 entre América y Tigres provoca que las entradas desaparezcan y se hagan visibles en las mismas inmediaciones del ‘Coloso de Santa Úrsula’, donde los fanáticos salen de “cacería”, sedientos de garantizar mañana su estancia en el mítico inmueble.

“La verdad es que mi hijo no duerme y quiere saber si conseguí los boletos para el partido”, justifica una señora, ubicada en la fila que se forma dentro de la misma explanada, a pesar del anuncio que advierte que los boletos se han agotado. “Le dije que los iba a conseguir”, añade la mujer, quien hace recordar al personaje de la cinta ‘El Regalo Prometido’, alusiva a la proximidad de la Navidad.

“Mi hijo es muy aficionado al América, por eso estoy aquí”, explica la dama, a disgusto por el operativo que monta la SSP-DF en los alrededores del inmueble, lo que le dificulta, para colmo, negociar con algún revendedor.

“Lo que yo sé es que los estaban vendiendo en mil 200, los más baratos”, la previene un individuo formado atrás de la señora. “Para que más o menos sepa de a cómo”, añade.

El tema es que, efectivamente, con el correr de las horas se aguarda una reventa más costosa y desproporcionada. Lo anterior gracias a que para hoy se espera la famosa ‘invasión’ de aficionados norteños, con quienes esperan negociar mejor su “inversión”.

Otro grupo de aficionados se halla entre los primeros de la fila. Ocupan asientos, esperanzados en que en algún momento se dé una sorpresiva apertura de boletos y puedan adquirirlos. La realidad es que muchos de ellos son los mismos revendedores, quienes escuchan a las personas para después servir de gancho en la venta.

Los oficiales que aparecen en la explanada conversan entre sí. No se les ve muy apurados en promover alguna detención. Si acaso hay otro grupo más pequeño, abajo de uno de los puentes del ‘Coloso de Santa Úrsula’.

Ellos hacen algunas detenciones, revisan a los sospechosos y dependiendo del número de boletos que traen, los detienen o los dejan libres.

“No puede ser que no haya boletos”, alega la mujer, mientras observa el espectáculo policiaco. “¿A poco ya se vendieron todos? Así ni se va a llenar el estadio”, deduce. “No se crea”, alega su interlocutor. “Mañana [hoy] van a venir muchos aficionados de Tigres. Ellos lo van a llenar”, considera, mientras calcula ¿cuántos boletos estarán en poder de la reventa?



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