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Joffre Guerrón dice que tiene muy mala memoria. Ni siquiera es capaz de recordar cómo fue la jugada en la que se convirtió en el héroe de los Tigres en la final de ida ante el América.

“No me acuerdo [de la jugada del gol], en serio, que no”, asegura sonriente, con ganas de bromear y de dejar a un lado etiquetas que lo conviertan en un ser superior a sus compañeros. Su testarazo ante las Águilas puso a los felinos regios en ruta hacia el título.

El ecuatoriano guarda la calma ante los halagos. Advierte que fue el sacrificio del conjunto lo que permitió que Tigres sacara ventaja en el estadio Universitario. Por eso no engrandece su ego y sus declaraciones son cautas, sin querer profundizar acerca de la cercanía del título para los norteños.

“Aquí no hay un solo héroe, héroes somos los 11. Entre todos sacamos el partido adelante, yo sólo ayudo a mis compañeros con lo que puedo para que seamos campeones”, asegura. La estrella cuatro en el escudo de los felinos está al menos a 90 minutos de distancia.

Pero la ventaja puede ser crucial. Su cabezazo esquinado y cruzado puede ser la diferencia para que los Tigres vuelvan a casa con el trofeo de campeón en sus manos y dispuestos a celebrar con sus aficionados. Guerrón aclara que su gol ante el América es una forma de corresponder al cariño que le han brindado los felinos.

“Sentí, desde que llegué a México, que no debía decepcionar a mis aficionados. Cuando supe que vendría a jugar a Tigres me puse muy feliz. Ahora me di cuenta de que la gente nuestra ha estado con nosotros en las buenas y en las malas. Quiero darles alegrías siempre”, explica el sudamericano.

En 2008, Guerrón supo cómo amargar al americanismo. El ariete de los Tigres formaba parte de la Liga Deportiva Universitaria de Quito que eliminó a las Águilas de la Copa Libertadores, pese a que eran favoritas; hoy está a un paso de repetirles la historia.