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Historia Infierno en el Jalisco: exbarrista

César Huerta / Corresponsal| El Universal
00:10Guadalajara, Jalisco | Martes 25 de marzo de 2014

CUENTA SU VERSIÓN. "Memo" detalla cómo pasaron las cosas en el estadio Jalisco. (Foto: Especial )

Crónica de la violencia del Jalisco, en voz de un ex barrista de Chivas

@univ_deportes

Hay momentos en que la voz tiembla tan sólo con los recuerdos. No es para menos. “Memo” Alonso hace un recuento de los daños. Fue barrista de la Irreverente de Chivas durante cinco años. Renunció al grupo en 2006, después del último título del Rebaño Sagrado. Lo ocurrido el sábado pasado, durante el Clásico Tapatío, supera cualquier otra experiencia violenta. “Fue un infierno”, sentencia.

“Tengo 23 años de ir al estadio y fue el peor día, porque fue un momento de total tensión y miedo de que algo peor de lo que pasó fuera a suceder”, recuerda, a manera de conclusión tras una noche de pesadilla. Accede a la entrevista sin temor. “Al cabo yo no hice nada”, afirma. Se encontraba en la planta alta sur del Coloso de la Calzada Independencia, ese 22 de marzo que no se olvidará.

Es la crónica de una catástrofe anunciada, previsible y de consecuencias infames. Lo ocurrido en la tribuna fue la consecuencia de una serie de errores consecutivos, desde mucho antes del silbatazo inicial de ese encuentro entre Chivas y Atlas, que terminó 1-1.

“Desde antes de entrar al estadio, todo estaba mal porque no había control en ninguna puerta. Yo entré faltando cinco minutos para el arranque, el sábado entre empujones y apretujones logramos ingresar. Los de seguridad, de repente, llegó el momento en que dijeron ‘ya, déjenlos pasar, ya no los revisen, que se pasen así como sea’. El mayor problema fue en los accesos al estadio”, relata.

“No hubo un control policiaco, hubo ‘portazo’ en la escalera 6. No revisaron las entradas, mi boleto no lo cortaron ni revisaron. Pude haber entregado el boleto de cualquier concierto de Ticketmaster y entrar al partido como si nada. El sobrecupo fue evidente en la Zona C (cabecera alta sur). Muchos en la barra se terminaron poniendo en el pasillo, la seguridad interna del estadio no hizo nada”, añade Alonso.

De acuerdo a la policía municipal, en ese “portazo” fueron ingresadas 36 bengalas. Las fotografías de ese día demuestran que fueron muchas más. Otra versión que se investiga asegura que muchas entraron al Estadio Jalisco muy temprano, escondidas en ropa de niños. Fueron esas luces las que detonaron la batalla campal.

“Primero, las bengalas, claro. Los barristas en la parte más alta sacaron las bengalas, yo estaba debajo de ellos. Cuando empezaron, seguíamos cantando, brincando, disfrutando el partido”, recuerda Alonso. Entonces, vio cosas que nunca había presenciado. “Un niño de 10 años a un lado de mí se metió debajo de los asientos de cemento, al momento de las bengalas. Alcanzó a salir minutos antes de que empezaran los golpes. Tenía el rostro lleno de miedo, de pavor de que algo realmente malo pudiera suceder”, agrega el ex barrista rojiblanco.

“Pero cuando llegaron los policías, se desató la golpiza de las dos partes. No defiendo a los barristas ni solapo a los policías. Los agentes llegaron soltando toletazo limpio, pero nunca pensaron que les llegaría a suceder lo que al final pasaría. Estuve en la barra cinco años y en ese tiempo jamás me tocó vivir una situación así, jamás me tocó que los policías llegaran golpeando, ni que la barra se comportara de esa manera”, afirma Alonso.

Entonces se desató la vorágine de golpes. La situación de volcó rápidamente en contra de los policías. Fueron castigados de forma despiadada. Las imágenes de esa noche permanecen frescas en la mente de “Memo”. Huyó como pudo. Temió que hubiera muertos. Aunque fue barrista, reconoce los excesos de sus ex compañeros.

“No justifico la acción de las barras porque llegar a semejante saña de golpear así a los policías, como tampoco justifico que los policías hayan llegado a soltar el golpe limpio. Fue una experiencia terrible, pésima. Las barras tienen  años adueñándose de los estadios, hace años que las familias dejaron de ir al estadio, que se dejó de disfrutar del partido de futbol. En los Clásicos, uno va con miedo de que algo malo te pueda pasar”, reconoce.

El recuento de los daños es duro. “Antes se nos hacia una verdadera revisión, si acaso llegaban a pasar drogas o una bengala, un cohetón, pero de ahí en más, había un control. La gente descargó sus frustraciones de vida contra unos policías que llegaron  a hacer su trabajo y esto de hacer su trabajo es entrecomillado, porque llegar soltando toletazos a personas que igual sí estaban haciendo mucho desmadre, pero no todos estaban con bengalas. No va”, reclama Alonso.

La noche de terror del Estadio Jalisco es culpa de ambos bandos. El ex barrista lo admite. Sabe que esos grupos también han hecho daño. “Es que las barras nunca fueron necesarias aquí. Muchos justifican que le dan color al estadio, pero los partidos ya tenían colorido antes de las barras. Yo considero que todavía puede haber un control para las porras. Todavía estamos a tiempo de evitar una verdadera desgracia, porque el sábado sí llegue a pensar que un aficionado o un policía iba a caer de la parte alta del Jalisco, cuando volaron los cascos y demás aditamentos policiacos. Eso es lo que más miedo me dio”, sentencia.

“Uno va al estadio a disfrutar, no a sufrir y salir huyendo, no a correr en busca de la primera salida y escapar del infierno que se volvió estar en la zona alta ese día. Ojalá no se repita y no suceda nada más grave. Estamos a tiempo. Lo del sábado se pudo evitar, pero que sirva como mal ejemplo de lo que no se debe hacer en un estadio. No tenemos por qué matarnos por un equipo de futbol, porque a los 22 de adentro no les importa si te matas. Ellos ganan igual. A ellos no les importa”, concluye “Memo” Alonso.



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