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Cruz Azul aniquila al Rebaño en el Omnilife

César Huerta / Corresponsal| El Universal
21:03Guadalajara, Jalisco | Sábado 01 de febrero de 2014
Marco Fabin festeja el segundo gol con el anotador Rogelio Chvez

CELEBRA FABIÁN. Marco Fabián festeja el segundo gol con el anotador Rogelio Chávez. (Foto: Imago7 )

La Máquina ganó por primera vez en el nuevo estadio de las Chivas por 2-0 con goles de Formica y Chávez, y mantiene el invicto en el Clausura 2014

@univ_deportes

Parece una película ya vista. Pero no es así: por más que se parezca, es una nueva versión del mismo y triste Guadalajara. Cruz Azul es inteligente. Aguarda la oportunidad. Y la aprovecha en cuanto la ve. Con eso, “caza” a un pobre Rebaño Sagrado. El duelo de invictos es para el visitante, que se mantiene en la cima gracias al 2-0, mientras Chivas pierde poco a poco la confianza que había ganado en sus primeras presentaciones.

Si la intrascendencia futbolística pudiera representarse de alguna manera, tendría que ser, lastimosamente, con la repetición de los primeros 45 minutos que han disputado Chivas y Cruz Azul en la cancha del Estadio Omnilife. Dos equipos grandes, que además llegaban invictos a la fecha 5 del Clausura 2014 levantaron una enorme expectativa.

Por ello, las entradas agotadas en la casa del Rebaño Sagrado. Sin embargo, sobre el terreno de juego se quedan muy lejos de responder a lo que se esperaba. La Máquina tiene algunos tímidos intentos: un cabezazo desviado de Amaranto Perea (’10), un disparo de Marco Fabián, abucheado desde el primer minuto del encuentro, a las manos del arquero (’11) y un tiro potente de Joao Rojas, que Antonio Rodríguez ataja (’18). Nada más.

Y si eso es poco para un cuadro considerado grande, que además llega como líder de la competencia, lo de Guadalajara es grave. El de José Luis Real es un equipo partido: defiende bien por momentos, tiene cuatro hombres al frente que imponen respeto, pero el medio campo no existe. Israel Castro apenas se da tiempo para la recuperación. Giovani Hernández no puede solo con el paquete de generar.

Así, el conjunto rojiblanco se desgasta en pelotazos absurdos, carentes de intención y que se topan constantemente con la bien parada defensa visitante. Una repetición que raya en el sinsentido. En el futbol, no hay peor error que el cometido una y otra vez. La única variante que exhibe Chivas sirve de nada.

Cruz Azul se limita a controlar. Parece que simplemente mide al rival. Se da cuenta de lo poco que tiene y espera el momento adecuado para asestar el golpe definitivo. Defiende atinadamente. Sólo un susto se permite, al ’26, cuando Omar Bravo pone al piso uno de los incontables pelotazos por el costado izquierdo, recorta hacia el centro, cerca del área y conecta un derechazo que busca el ángulo, pero sale desviado. Es todo lo que produce el Rebaño Sagrado.

Primera sorpresa del partido: para el arranque de la parte complementaria, el técnico José Luis Real saca del campo, por quinto partido consecutivo, a Rafael Márquez Lugo. El mejor goleador rojiblanco de los últimos tres torneos ha cambiado de posición por orden del “Güero”. Tirado atrás, lejos del área, rinde poco. Claro está. Deja su lugar a Antonio Gallardo.

Chivas cambia, además, el parado táctico. Tarda en acomodarse y Cruz Azul, que aguarda el momento perfecto para pisar el acelerador, aprovecha. Así son los conjuntos estables. Guadalajara es apenas un plantel que busca convertirse en equipo. A la luz de los resultados, le queda mucho camino por recorrer para llegar a esa meta.

Apenas se han jugado cuatro minutos del complemento. Xavier Báez, ex rojiblanco y recién ingresado por el Cruz Azul, gana el esférico por la derecha y manda un centro pasado. Antonio Rodríguez no sale por él, Jair Pereira se pierde en la marca y Mauro Formica no perdona. Cabezazo del cementero. El arquero ni si quiera se lanza. Gol del Cruz Azul.

La afición cementera, que se hace presente en buen número, da rienda suelta a la algarabía. El “¡Azul, Azul!” retumba en la casa del Rebaño Sagrado. Los fantasmas rondan el inmueble: Chivas se parece mucho al equipo sin alma que durante los dos torneos anteriores ha fracasado estrepitosamente.

Guadalajara no sólo padece por el error colectivo de intentar una y otra vez lo mismo, pretendiendo ilusamente obtener diferentes resultados. Sufre también por fallas individuales. Una de ellas sentencia el encuentro.

Pelota parada por el costado izquierdo. Minuto 52. Rogelio Chávez se para junto al esférico, a unos 30 metros del arco. Mete un centro que viaja en busca de un remate. No lo encuentra. Nadie, sea defensor u ofensor, alcanza a tocar la redonda, que bota dentro del área y se cuela pegado al poste que cubría Antonio Rodríguez. Oso del arquero. El 2-0 para Cruz Azul, que aniquila al cuadro local.

Chivas, con la pesada obligación de ir al frente, intenta despertar. Pero el letargo parece interminable. Hasta el ’64, Aldo de Nigris se fabrica una aproximación por sí mismo, ya que no existen en el equipo mediocampistas capaces de surtirle balones peligrosos. Se quita a un rival, patea de zurda y Jesús Corona vuela para desviar. La única intervención importante del arquero.

Todavía encuentra La Máquina una oportunidad de convertir el triunfo en goleada, pero Mariano Pavone, sin marca alguna dentro del área, estrella su remate en los pies del arquero “Toño” Rodríguez, que sale a toda prisa para tapar, al ’75.

El equipo de José Luis Real está liquidado. Los fantasmas de torneos pasados asustan nuevamente. En cambio, los dirigidos por Luis Fernando Tena gozan las mieles del triunfo, con una semana más en la cima de la clasificación. Esta noche, en el Estadio Omnilife, fue suficiente pisar el acelerador al arranque del segundo tiempo. El invicto de Chivas era un espejismo.

hgm



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