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LEÓN.— Las puertas están copadas, y los ríos de gente, gente de playera verde, no dejan de traspasarlas. Y es que todo León vino al Nou Camp y el que no, el que no cupo, se quedó a verlo por TV de paga.

Pero la acción está en la puerta 12, en la localidad de sol, esa puerta es únicamente para el ingreso de la porra visitante. Por ahí pasan las temidas barras americanistas: La Ritual del Kaos es la primera en llegar, y es la que acapara los lugares. Los líderes, esos que se han eternizado en el puesto y enriquecido por él, se ponen en la entrada para organizar el ingreso.

“Tú si entras”, le dicen al compadre. “Tú no”, le escupen en la cara a quien les cae mal. Los encargados de la seguridad de las entradas del estadio los dejan gobernar en su pequeño imperio, y les permiten disfrutar sus diez minutos de poder. Los viejos vicios de las barras americanistas aparecen: gente en estado de ebriedad, hasta bajo la influencia de alguna droga, llega y exige su entrada. Increíblemente pasan, y es que son amigos del líder, de ese que ahora coquetea a una aficionada leonesa y le pide su teléfono.

¿Y La Monumental? Preguntan por ahí... Esos no tardan en llegar, prometen.

Mientras, en la parte “bonita” del estadio, el ingeniero Carlos Slim, con elegante suéter verde, muy propio él, se aparece junto con toda su familia. Es la primera vez que viene al estadio León, desde que es socio del equipo, junto con Jesús Martínez, presidente y dueño del Pachuca.

Todo es apacible, aunque no todos son queridos. El presidente de la Liga, Decio de María, se atreve a entrar caminando al estadio. Los gritos de desaprobación se dejan escuchar: “Fuera Televisa”. “Viva Fox Sports”. Un cohetón explota cerca de él. La próxima vez lo pensará dos veces para entrar caminando al estadio.

Y en la Puerta 12 se siguen dando los negocios. Los americanistas han dejado de entrar. Los líderes discuten entre sí; tanto por dinero, como por quien se quedará en la puerta. La vigilancia presiona y los ánimos se calientan, mas la cordura llega al final.

¿Y La Monu? Que no tarda en llegar. “Ya no van a caber”, dicen los encargados. “No son más de 100”, responden entusiastas los americanistas.

La policía montada interviene. Algunos porristas del León no miden las consecuencias y se atraviesan por la famosa puerta para la visita. Las crestas se levantan como gallos de pela, y la policía conmina a la paz.

Mientras, el estadio está apunto de llenarse. Sólo está vacía la zona reservada para La Monu que no llega. En ese momento, el sonido local anuncia: “Noticia de último momento, se han sorteado los grupos de la Copa Libertadores: Bolívar, Emelec y Flamengo, estarán con el León”.

Y en la 12, de pronto, como por arte de magia, aparecen cientos de boletos, y la porra americanista vuelve a ingresar.

El estadio está lleno, el juego a punto de empezar. El sonido local falla y el Himno Nacional es entonado por todo el público que únicamente se une para eso. Al silbatazo inicial todo el estadio se viste de verde, sólo la cabecera está pintada de amarillo.

Y La Monu... nunca llegó.