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Chivas cae con Pachuca, y es el colero del Apertura 2013

César Huerta / Corresponsal| El Universal
18:59Guadalajara, Jalisco | Domingo 20 de octubre de 2013
Las Chivas de Guadalajara se colocaron como los 'coleros' del Apertura 2013

ÚLTIMO DE LA LIGA. Las Chivas de Guadalajara se colocaron como los 'coleros' del Apertura 2013. (Foto: Imago7 )

El cuadro de los Tuzos exhibió el pésimo accionar del chiverío y ganó 3-1 a los Chivas de Guadalajara

cesar.huerta@eluniversal.com.mx

Cada “olé” coreado por su propia afición es un clavo en el ataúd. Guadalajara ha muerto. Pachuca ha exhibido a Chivas, sin demasiada dificultad, como un equipo carente de alma. El 3-1 en el Estadio Omnilife ha provocado la explosión de todos: técnico y seguidores se han unido esta tarde en un grito cargado de odio contra los futbolistas.

Por eso se llama futbol asociación: se trata de un juego que se hace en conjunto. Sin embargo, en este deporte las fallas individuales son capaces de destruir el esfuerzo colectivo con la misma rapidez que un pestañeo para lubricar el globo ocular. Chivas ha olvidado esa y casi todas las bases. El primer tiempo es evidencia de ello.

Se trata de un duelo entre desesperados. Equipos que no han funcionado con sus nuevos técnicos, Juan Carlos Ortega y Enrique Meza. Uno es primerizo; el otro, un histórico del balompié nacional. Pero ambos ofrecen pobres resultados en esta etapa de sus carreras. Clubes necesitados de revivir el éxito de otros tiempos.

Planteado así, pareciera un encuentro para que dos planteles ardientes en deseo de ir por el resultado. Pero en el Guadalajara no hay fuego capaz de calentar. Es un equipo frío. Sólo Pachuca entiende la urgencia. Sólo Pachuca tiene amor propio. Así es como se adueña de los primeros minutos: más orgullo que futbol.

Y encuentra rápido la mayor deficiencia del Rebaño Sagrado: tirar pelotas a la espalda de la defensa rojiblanca es casi siempre garantía de peligro. Ludueña prolonga para Jorge Estrada, que entra solo al área, por el costado derecho. El tiro-centro es potente, abajo y Luis Michel se tiene para desviar. La zaga complementa para alejar el peligro, al ’11.

Cinco minutos más tarde, la redonda va justo al espacio que hay entre los tres centrales del Guadalajara. Los futbolistas locales no salen coordinados. Permanecen estáticos, levantando la  mano para exigir fuera de lugar. Othoniel Arce entra sin marca alguna. Encara a Luis Michel. Acomoda el cuerpo para rematar de zurda. El esférico se escurre por un costado.

Chivas ni siquiera se ha aproximado al arco contrario y ya se ha salvado en un par de ocasiones. Pero el deporte tiene sus pasajes inexplicables. Apenas un chispazo: Márquez Lugo toca fuera del área para Carlos Fierro, que le devuelve una gran pared de tacón. El 7 del Rebaño Sagrado queda solo. Define de zurda, raso y fuerte. Vence al “Conejo” Pérez.

El 1-0 de la escuadra local llega al minuto 20. Pachuca lo merecía. Guadalajara lo concreta. La única explicación, medianamente razonable, se encuentra en una trillada frase de jugadores profesionales: “Así es el futbol”.

En el mejor momento del Rebaño Sagrado, el árbitro César Arturo Ramos anula, al ’24, un gol de Carlos Fierro, por fuera de lugar, mismo motivo por el que invalida la acción en la que Daniel Ludueña había empujado el aparente tanto del empate, cuatro minutos más tarde.

La ventaja de Chivas parece un espejo: resulta sencillo mirarse en él y sonreír, pero también es frágil, cualquier impulso lo puede romper. Y como los Tuzos habían analizado ya las carencias rojiblancas, explotan una de las más grandes.

La pelota va, una vez más, a la espalda de la defensa local. Kristian Álvarez la persigue y parece tener amplia ventaja para resolver. El problema es que no sabe cómo hacerlo. No corta. No despeja. No interfiere. En lugar de eso, va burdamente al césped, en cuanto hace contacto con Jürgen Damm, que enfila solitario rumbo al arco.

El joven delantero de Pachuca, contrario al zaguero rojiblanco, tiene claro cómo resolver. Encara a Luis Michel, al ’32, se lo quita con relativa facilidad y simplemente empuja la redonda a las redes. Kristian Álvarez se tapa la cara con las manos.

En la banca, Juan Carlos Ortega explota. La reacción es inusual. Nunca antes se le vio así. El técnico de Chivas patea una botella de agua y todo lo que se le cruce en el camino. Avienta con furia la tabla que lleva en las manos. La revienta contra la banca. No es para menos. Un error individual acaba de echar a la basura todo el esfuerzo colectivo: uno de los principios básicos olvidados por el Rebaño Sagrado.

Guadalajara desperdicia una doble oportunidad al ’35. Carlos Fierro prende de aire la bola y sacude el travesaño. Rebota dentro del terreno de juego y le queda a Rafael Márquez Lugo, que mete un derechazo prometedor, que sacude nuevamente el palo antes de irse al tiro de esquina. La oportunidad es un espejismo. Chivas, en realidad, no tiene alma.

Al ’42, un nuevo error de Kristian Álvarez casi termina en las redes del Rebaño Sagrado. Juan Carlos Ortega no puede más. Otra rabieta. Voltea a su banca. Exige el cambio. Jorge Enríquez se quita la casaca y acelera el calentamiento. El estratega está furioso.

El Guadalajara termina por derrumbarse un minuto antes del descanso. El tiro de esquina viaja hacia el área. Kristian Álvarez y Néstor Vidrios saltan sin convicción. Othoniel Arce se eleva más que ellos. Conecta de cabeza. Estremece las redes. El 2-1 para Pachuca desata la molestia también de la tribuna escasamente poblada del Estadio Omnilife.

Para la parte complementaria, la molestia de Juan Carlos Ortega se traduce en movimientos. Kristian Álvarez y Marco Fabián ya no vuelven para el complemento. El ingreso de Jorge “Chatón” Enríquez y Carlos Cisneros, sin embargo, no ofrece una solución. Los cambios sólo sirven para una cosa: aliviar el coraje contenido del entrenador rojiblanco.

Al Guadalajara los minutos le corren con total indolencia. Como si fuera arriba en el marcador, la prisa no le corre. Un muerto en vida. Sin alma. Sin orgullo. Sin amor propio. Un cabezazo de Carlos Cisneros, al ’63, es desviado por “El Conejo” Pérez a tiro de esquina. Y eso es todo para el Rebaño que hasta hace unos meses fuera Sagrado. Hoy, luce más bien sangrado.

Es una exhibición triste. Penosa. Vergonzosa. Marco Bueno pone la puntilla, al ’87. Un disparo de fuera del área, parece no llevar nada. Pero Chivas, a estas alturas, se muere precisamente de eso: de nada. Luis Michel no llega. La pelota acaricia las redes. Pachuca celebra el 3-1 y el cuadro tapatío se ahoga en su propia mediocridad.

hgm



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