Crónica Viven la obsesión mexicana por Kusama
Demanda. Entre los visitantes destacan los que llegan presurosos y los que esperan pacientemente en la interminable fila mientras otros más salían del museo con rostros de asombro, felicidad y tranquilidad; de total indiferencia, o de enojo y decepción. . (Foto: David Elías Jiménez /Clínica de Periodismo )
Video. Esta es la exposición de Kusama que ha generado furor en el Tamayo
Hoy comenzó el fin de la obsesión mexicana por la artista psicodélica japonesa Yayoi Kusama. Desde la noche de ayer comenzaron a llegar decenas de visitantes cargados de sus tiendas de campaña y bolsas de dormir al Museo Tamayo Arte Contemporáneo, para adquirir los últimos boletos y hacer uso de los adquiridos durante la venta vía Internet para el maratón de 36 horas, que inició a las 10 de la mañana de hoy y concluirá a las 22 horas de este domingo.
Una fila -literalmente- kilométrica se formó serpenteante entre los árboles de los jardines aledaños al recinto. Conformada por personas diversas, de todas las edades, ansiosas por reencontrarse con la artista que los marcara en sus años de juventud, o intrigadas por el atractivo de los colores, los espejos y las luces, que para las nuevas generaciones son imán de sus atenciones.
Barajas, libros de los más distinguidos escritores y de los que se han ganado la fama por sus ventas, mantuvieron expectante al público; sillas portátiles, telas que sirvieran de alfombras, tamales, atole y café reconfortaron parcialmente por la madrugada a los valientes que esperaron ver la muestra de la artista que se consagrara como ícono irrefutable en los años de las margaritas y la liberación sexual.
"Yo soy el primero", celebraba Mauricio de nueve años, acompañado de su hermana Nicole de ocho, su padre y su tío, quienes llegaron a iniciar la fila la noche anterior alrededor de las 23 horas. Igualmente emocionada estaba Alejandra. Ella adquirió la última de las fichas que repartió el staff del Tamayo para apreciar la muestra en su horario normal. El logro se lo debió a su tío, quien al no haber más lugares, le cedió el suyo para que fuera parte de las más de 300 mil personas que han visto la exposición "Yayoi Kusama. Obsesión infinita" desde su inauguración el pasado 26 de septiembre.
Familias enteras, parejas y solitarios, esperaron pacientes por una de las 2 mil ochenta fichas que limitarían la entrada y decepcionarían a los rezagados de la fila, de la que se podría tardar, al tratar de encontrar su fin, un aproximado de 20 minutos a pie.
Afluencia histórica
Los últimos dos días de la exposición generaron un hecho sin precedentes en la historia del museo, un maratón de 36 horas que dio la oportunidad a los que lograron apartar su lugar vía Internet para la jornada nocturna, y que aún podría brindar esperanza a quienes se atrevan a volver a desvelarse en busca de su boleto de entrada del último día de la muestra, antes de que parta a Chile.
La organización del histórico maratón se vio saturada, una gran cantidad de personas que ya no alcanzaron fichas para la jornada de hoy, reclamaban al staff que liberaran las de la mañana, ante la negativa, muchos se retiraron pero con la consigna de volver a formarse desde esta noche en busca de los últimos 2 mil 80 lugares del domingo.
La retrospectiva del trabajo de Kusama curada por Philip Larratt-Smith y Frances Morris, albergó más de cien obras de la artista plástica que capturaron las miradas de los niños, fascinados por el uso multicolor en sus vanguardistas instalaciones, hechas en la segunda mitad del siglo XX.
En la muestra se aprecia el arte visual de la amiga de Andy Warhol y sus proyecciones en video sobre Woodstock, la comunidad hippie más grande el mundo que viera tocar en vivo a Janis Joplin, Jimy Hendrix, The Who y Santana a fines de la década de los años 60.
La obsesión de Kusama por los lunares, el infinito, las redes, las figuras fálicas y los colores brillantes, este sábado se mezclaron con la obsesión de miles de capitalinos que no descansaron hasta obtener un espacio individual, pero en constante comunicación con la artista japonesa, en un fenómeno que tardará quizá años en volver al museo nombrado en honor del maestro del arte abstracto mexicano: Rufino Tamayo.
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