La escritora mexicana Margo Glantz trajo a la 41 Feria Internacional del Libro (FIL) de Buenos Aires: Coronada de Moscas, un libro que recoge crónicas y reflexiones de los tres viajes que realizó por la India y que le valieron peleas con amigos y familiares.

La periodista Malena Rey le realizó una entrevista pública a Glantz en el "stand" de la Ciudad de México, que es la invitada de honor en esta edición de la magna cita cultural de Sudamérica, en la cual también participó la fotógrafa e hija de la escritora, Alina López Cámara, autora de las imágenes que complementan el libro.

Al presentar Coronada de Moscas, Rey explicó que se trata de una obra que combina diario de viaje, crónicas, bitácoras y apuntes del registro que la escritora hace por un país maravilloso y complejo, que tiene mil 240 millones de habitantes.

Glantz se identificó como "una viajera consuetudinaria" porque "me gusta viajar por principio, si no viajo siento que no existo, que no tengo futuro, y la India era uno de los países que más ganas tenía de conocer".

El encuentro entre la autora y la India se pospuso hasta que en la navidad de 2004 logró armar un viaje colectivo en el que participaron sus dos hijas, un sobrino y varios amigos.

"El problema fue que éramos siete personas encadenadas una a la otra porque estábamos manejadas por una agencia que nos llevaba en avión, camionetas, ferrocarril y coche, era demasiada la presión", explicó.

La escritora precisó que, en un ocasión, tuvieron que dejar un avión para realizar un trayecto por tierra, lo que valió que un viaje que iba a durar apenas hora y media, se transformara en un recorrido de 16 horas que se hicieron eternas.

"Ahí casi nos matamos todos, después de ese primer viaje me peleé con mis hijas porque soy insoportable y ellas también, con un sobrino me distancié, con otra amiga mantengo una relación complicadísima y otro amigo con el que éramos uña y carne jamás nos volvió a hablar", relató.

Pese a todo, dijo, quiso volver a una país que "despierta una violencia y una fascinación infinitas" y lo logró en dos ocasiones más, a diferencia de sus compañeros de viaje, que decidieron que una experiencia había sido suficiente.

López Cámara coincidió con Glantz en que ese primer viaje fue intenso porque siete personas tuvieron que convivir, por la fuerza, las 24 horas del día "y ponernos de acuerdo era muy complicado, cada quien tenía su diferente personalidad y eso afectó cómo vivió cada quién la experiencia".

Señaló que su hermana, por ejemplo, desde el primer día quedó impactada al ver a un niño en condiciones de extrema miseria y ya no se repuso, "pero en mi caso sí lo disfruté, aunque acabé saturada y afectada porque la miseria es muy contrastante con lo espectacularmente hermoso que es el país".

Ver tales niveles de pobreza, dijo, hicieron que no tuviera ganas de volver durante mucho tiempo, aunque ahora sí lo intentaría.

sc