Octavio Paz y su concepción de la política
Personaje. Para José Woldenberg (Monterrey, 1952), académico y analista político que fue Consejero Presidente del IFE de 1997 a 2003 y autor de numerosos libros y ensayos, "Paz supo que la política tuvo múltiples rostros pero había que aprender a vivir con ella". . (Foto: Archivo/AP )
El historiador, ensayista y crítico literario Christopher Domínguez Michael señaló hoy aquí que Octavio Paz concebía a la política como algo inherente a la condición humana, mientras que el politólogo José Woldenberg expuso que la relación intelectuales-poder depende del contexto histórico en que suceda.
Al tomar parte ambos en "La letra y el cetro: Los intelectuales y el poder", quinta y última mesa del Encuentro Intelectual "Octavio Paz y el mundo del siglo XXI", organizado por El Colegio Nacional en ocasión del centenario del nacimiento del poeta, ambos ilustraron sobre el Nobel de Literatura 1990 y el citado maridaje.
El doctor Woldenberg, sociólogo, profesor e investigador, ex titular del Instituto Federal Electoral de México (IFE), dijo que las relaciones entre los intelectuales y el poder político "dependen del contexto histórico".
Puso como ejemplo que en 1985 el presidente de México, los 31 gobernadores, 64 senadores y gran parte de los diputados eran del PRI. "De más de 400 municipios sólo 10 eran gobernados por otros partidos. Hoy hay gobernadores del PRI, PAN, PRD y propuestos por los diversos partidos".
Expuso que el mundo de la representación política en este país ha pasado a ser plural, "de tal suerte que en la actualidad en el Congreso federal ya no hay un solo partido que tenga la fuerza absoluta o suficiente para hacer del ejercicio político su santa voluntad y, consecuentemente, todos lo tienen que negociar".
Recordó que en El laberinto de la soledad, Octavio Paz cita que luego de la lucha revolucionaria, muchos jóvenes intelectuales se dedicaron a colaborar con el gobierno. La tarea era inmensa, había que improvisarlo todo y la inteligencia fue empleada para lo inmediato, como la educación y el progreso.
"Luego de esa cruenta guerra civil había que crear una nueva nación, y para ello la labor de los intelectuales fue básica", dijo y añadió que en 1929 se fundó el Partido Nacional Revolucionario y con ello, "una presidencia sexenal casi omnipotente".
Paz observó que entonces el papel creativo del intelectual comenzó a mutar y perdió independencia para ceñirse a un espíritu cortesano. "En ese escrito, Octavio Paz reconoció que esa inteligencia sirvió al país en ocasiones con honestidad, pero se convirtió en algo alejado de la crítica del poder", comentó.
Para José Woldenberg (Monterrey, 1952), académico y analista político que fue Consejero Presidente del IFE de 1997 a 2003 y autor de numerosos libros y ensayos, "Paz supo que la política tuvo múltiples rostros pero había que aprender a vivir con ella".
Por su parte, Christopher Domínguez Michael, historiador, ensayista y uno de los críticos literarios más reconocidos en Hispanoamérica, y quien trabajó durante 10 años con Octavio Paz en la revista Vuelta, se dijo emocionado por celebrar el centenario del poeta, a quien dijo guardar un especial aprecio.
"Octavio Paz no solo es hijo de la Revolución Mexicana, también de la Rusa, por eso, su relación con el poder es doble. Creyó durante muchas décadas en la legitimidad en el carácter progresista de la Revolución Mexicana, incluso, en la segunda edición de El laberinto de la soledad, hay párrafos alusivos".
En ellos, añadió, se distingue claramente la voz del intelectual y la del crítico, pero también la del funcionario público. "Paz fue diplomático y funcionario menor de la cancillería hasta 1962, cuando al fin fue nombrado embajador en la India; pensaba que su sitio natural era en el gobierno al servicio del país".
El Estado mexicano, reconoció Paz, era uno que sumaba en lugar de restar, "y con toda su carga de crueldad, corrupción y autoritarismo, fue un Estado que, pese a todo, había permitido que intelectuales como él y Fuentes, y otros muchos más, lo sirvieran con cierta distancia crítica", dijo Domínguez Michael.
En los años 60 del siglo pasado el régimen mexicano se volvió aun más autoritario. Desde agosto, en la India, Paz comenzó a enviar informes donde advertía al gobierno mexicano que las demandas de los estudiantes mexicanos, a diferencia de lo que pedían en Francia o Estados Unidos, eran de orden democrático y había que dialogar con ellos, refirió.
"Por desgracia, los consejos que Paz dio al canciller Carrillo Flores no fueron escuchados, vino el 2 de octubre del 68 y renunció. La critica vio eso como un cheque en blanco para que Paz viniera a México a ocupar un cargo público, idea que a él no le pareció mala, aunque al poco tiempo fundó la famosa revista Vuelta, crítica y de izquierda".
Sin embargo, continuó, "Paz aceptó comentar por las noches en un noticiero de la empresa Televisa, en los años en que la izquierda consideraba a esa emisora totalmente al servicio del gobierno, pero no con un carácter inteligente, sino muy servil".
El ensayista expuso que Paz fue un hombre que concebía a la política como parte esencial del hombre. "Si se leen cinco de los seis largos poemas de Paz, no se pueden entender sin saber quien fue Trotsky o Zapata. A Paz no le gustaba estar como intelectual en una torre de marfil, pero si ahí lo ponían, pedía una gran ventana a la plaza pública".
Otros ponentes de esta última sesión fueron Mark Lilla, ensayista e historiador de las ideas y profesor de Humanidades en la Universidad de Columbia en Nueva York, y Michael Ignatieff, doctor en Historia, miembro de la Cámara de los Comunes en Canadá y líder del Partido Liberal de ese país.
El moderador de la mesa fue Ricardo Cayuela Gally, titular de la Dirección General de Publicaciones del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, quien al término de las intervenciones finiquitó la mesa al señalar que las disertaciones del encuentro colocaron a Paz en su realidad y dieron un amplio panorama de las aristas de su pensamiento.
sc