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Día Internacional de la Mujer. Shari Mason, una mujer concertino en la OSN

Alida Piñón| El Universal
Sábado 08 de marzo de 2014
<b>Da Internacional de la Mujer.</b> Shari Mason, una mujer concertino en la OSN

VIOLINISTA. La mexicana de 30 años es segundo concertino de la OSN y concertino de la Sinfónica de Minería. (Foto: LUIS CORTÉS / EL UNIVERSAL )

En la música, asegura, no hay géneros, hay artistas

ana.pinon@eluniversal.com.mx

Los concertinos son las figuras clave en una orquesta sinfónica. Son líderes de los músicos, dentro y fuera de los escenarios. El éxito de un concierto se le debe, en buena medida, a ellos. El fracaso, también.

En México y en el mundo pocas son las mujeres que han ocupado ese cargo, asociado irremediablemente a la figura masculina.

Sin embargo, poco a poco, las mujeres no sólo están ocupando cada día más atriles, también están ascendiendo a puestos como primeros violines o principales de sección. Incluso, la palabra “concertino” deriva de concierto en italiano, que históricamente sirve para denominar al violinista que ejecuta los solos, mientras que “concertina”, de acuerdo con la investigadora Elena Pingarrón, es el término para un instrumento musical de lengüetas.

La violinista mexicana Shari Mason, de 30 años de edad, es segundo concertino de la Sinfónica Nacional (OSN) y concertino de la Sinfónica de Minería (OSM), dos de las orquestas más importantes del país.

Amante del repertorio sinfónico y de la música de cámara, Mason empezó a tocar a los tres años. A los 10, bajo la guía de Natalia Gvozdetskaya, empezó su carrera de manera “seria y profesional”. “Tocar es lo que siempre quise hacer”, dice en entrevista con EL UNIVERSAL.

En la música, asegura, no hay géneros, hay artistas. Sin embargo, reconoce, el puesto de concertino ha sido ocupado por pocas mujeres.

“Nunca he sentido la diferenciación de géneros, pero no significa que no exista. Se puede creer que el carácter de una mujer es débil y no puede tomar las riendas. Ser concertino significa ser el líder del grupo y para mí, ser líder, no es mandar, sino una constante labor para motivarlos y aprender de ellos”, cuenta.

El liderazgo, asegura, se gana. “La sociedad está avanzado y está aceptando que las mujeres sí podemos hacer esa labor, pero hombres y mujeres deben demostrarlo”.

Liderar en una jungla

Mason, quien ha actuado como solista en diversas orquestas, entre ellas la Filarmónica de la UNAM, Sinfónica Carlos Chávez, Filarmónica de Querétaro y Sinfónica de Aguascalientes, cuenta que las agrupaciones son como una “jungla”.

“Hay tantas cosas que suceden dentro de una orquesta cuando convives de manera tan cercana con tus compañeros. Nosotros trabajamos con las emociones y, como en cualquier lado, hay egos y vanidades, apoyo y solidaridad; pero también siempre habrá alguien que crea que puede hacer mejor las cosas”, cuenta.

Por eso, dice, es fundamental “ganarse” el respeto de los colegas, algo que se logra con una “gran preparación”. “Es probable que no estén de acuerdo con lo que estás haciendo, pero si tienes una gran convicción puedes convencerlos de que lo que tú haces está bien”, dice.

Además de con su Gvozdetskaya, Mason también ha tomado clases con Henryk Kowalski, y ha sido ganadora del primer lugar en el Concurso Nacional de Violín “Hermilo Novelo”.

En 2010 fue elegida como segundo concertino de la Sinfónica Nacional tras una rigurosa audición.

Mason fue la octava aspirante de nueve. Como el resto, tocó para los jurados colacada tras una cortina.

“Es una audición en la que no se pueden ni escuchar tus pasos, no puedes hablar ni emitir ningún sonido porque es muy importante que nadie sepa quién eres. Que bueno que sea así, quien sabe que hubiera pasado si escuchan los tacones”, dice entre risas.

Tras la selección, Mason fue evaluada durante seis meses para que se pudiera determinar si ella era o no lo que la orquesta necesitaba. “Al final, me dieron el lugar”.

El primer concertino de la agrupación es el maestro Luis Samuel Saloma, cargo que ocupa desde 1976. Él, dice Mason, ha sido un ejemplo. “Nadie conoce las entrañas de la orquesta como las conoce él. Conmigo siempre ha sido maravilloso, ha sido un ejemplo en muchos aspectos y trabajo muy bien con él”, cuenta.

Las experiencias como concertino para ella han sido gratificantes, pero también ha tenido que sobreponerse a las dificultades.

“No recuerdo haber tenido una experiencia desastrosa, pero sí han pasado cosas estresantes. Todo te hace crecer. En cambio, de los mejores conciertos que hemos tenido ocurrió hace poco, durante el Festival Internacional Cervantino.

“Nos presentamos en el Teatro Bicentenario de León, Guanajuato, su acústica es increíble y nos permitió buscar colores, texturas. Me atrevería a decir que nunca había escuchado a la orquesta con esa calidad, disfrutando lo que estábamos haciendo. Todos nos mirábamos, pensando que sonábamos muy bien. Es muy difícil tocar en un teatro seco, con una mala acústica, en cambio en un teatro en el que es posible escucharlo todo, te sientes pleno”, recuerda.

En la OSN, 40% de los atriles son ocupados por mujeres. Una realidad que, dice la violinista, ha transformado a la orquesta.

“Estoy segura de que la orquesta no suena igual conmigo que con el maestro Saloma porque somos personas distintas, pero también porque la dinámica de una mujer y la de un hombre es diferente. Cuando nos ha dirigido una mujer también es distinto, no sé por qué, no sé si son razones históricas o lo tenemos en las venas. Nunca he sentido que me hagan sentir menos, pero sí sé que es diferente”, refiere.



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