Nishizawa, maestro del paisaje y de generaciones de artistas
EN LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA. El muralista Luis Nishizawa durante la inauguración, en 2008, de su mural La Justicia . (Foto: ARCHIVO EL UNIVERSAL )
Clínica de Periodismo
El “poeta de la plástica”, Luis Nishizawa Flores, falleció ayer a los 96 años. El deceso del pintor, escultor, muralista y maestro de varias generaciones de artistas, considerado uno de los paisajistas mexicanos más importantes, fue por causas naturales y tuvo lugar en su casa, en Coyoacán.
Gabriel Nishizawa Zepeda comentó a EL UNIVERSAL que la muerte de su padre se dio en condiciones tranquilas y que era un suceso que se veía venir. “Afortunadamente mi padre ya está descansando tranquilo”, dijo.
“Ha sido uno de los pintores más premiados de México, fue importante para la pintura y para la cultura”, destacó Gabriel, uno de los cuatro hijos del artista (los demás son Luis, Adriana y Eva).
El presidente Enrique Peña Nieto expresó a través de su cuenta de Twitter: “Lamento el sensible fallecimiento del maestro Luis Nishizawa, destacado exponente de la plástica mexicana. Mis condolencias a su familia”.
Del mismo modo, Rafael Tovar y de Teresa, presidente de Conaculta, escribió que lamentaba el fallecimiento del maestro: “Mi pésame a sus deudos y a la comunidad pictórica nacional e internacional”.
Maestro y creador
Luis Nishizawa nació en el municipio de Cuautitlán, estado de México, el 2 de febrero de 1918.
Hijo de la mexicana María de Jesús Flores y del japonés Kenji Nishizawa, el maestro Nishizawa ingreso a la Academia de San Carlos en 1942, 17 años después de haberse instalado en la ciudad de México con su familia.
En San Carlos fue alumno de grandes maestros, como Julio Castellanos, José Chávez Morado y Alfredo Zalce. Su obra también se vio influenciada por el muralista José Clemente Orozco y el artista barroco Rembrandt.
En el discurso de la entrega del Premio Nacional de las Artes en 1997, el artista expuso: “La pintura tiene, por fortuna, infinitas posibilidades, pero siempre debe ser abierta por la emoción, por lo que llamo la poesía, aquella que refleja el alma del artista, se plasma en la materia, alcanza los sentidos de otros hombres y se comunica hasta su corazón”.
Otro reconocimiento que recibió Nishizawa fue la Medalla Bellas Artes, que se le entregó en noviembre del año pasado; fue nombrado Maestro Emérito y Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional Autónoma de México y miembro de número de la Academia de Artes y del Sistema Nacional de Creadores del Conaculta. Japón le entregó el galardón Tesoro Sagrado del Dragón.
A una obra amplia y diversa, que incluyó murales, pinturas en caballete, en especial de paisajes, cerámica y escultura se agrega su vocación como maestro. Nishizawa fue profesor de múltiples generaciones en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM.
Algunas de sus obras pueden apreciarse en espacios de la Unidad del Seguro Social de Celaya, Guanajuato; en la Secretaría de Educación Pública, el Centro Cultural José Martí, el Centro Cultural Universitario de la UNAM y la Procuraduría General de la República, en la Ciudad de México. También se encuentran en el Archivo General del estado de México, en Toluca, así como en la estación Keisei del Metro de Narita, en Japón.
Algunas de sus piezas forman parte de los acervos de los museos de Arte Moderno y Carrillo Gil, en México, así como de colecciones públicas y privadas de México, Japón, Bulgaria y Estados Unidos.
La estética que lo distinguió
El realismo agudo que heredó de Orozco muestra a Nishizawa como portador de una “profundidad estética” que plasmó en su obra a través de la espiritualidad del japonés y la vitalidad del mexicano.
Para María Teresa Fabela, investigadora del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas (CENIDIAP), Nishizawa fue un observador del entorno social que desde una mirada reservada pero crítica, expresó, como muchos otros muralistas, la visión sobre los valores y el papel del hombre por el hombre.
Fabela distingue tres características importantes en la obra del pintor: realismo paisajista, pintura fantástica y abstraccionismo, elementos que expresaron “una fuerte tendencia intuitiva y emocional, cualidad que vemos en sus paisajes como una simplicidad refinada y a la vez con una fuerte espiritualidad naturalista”, dijo la investigadora.
Recordó ayer algunas palabras que David Alfaro Siqueiros dedicó a Nishizawa: “Con extraordinario talento y frecuente maestría muestra su obra un manifiesto deseo de sobrepasar el realismo del pasado, es decir, de hacer más hondo el espacio, más voluminoso el volumen, mas ‘agarrable’ la textura y de hacer más móvil el movimiento en un sentido general de la expresión”.
La calidad intuitiva se reflejó en sus paisajes y la sensibilidad de su gestión cultural. Para Nishizawa, los significados de la pintura eran inagotables y el espectador debía completar o mejorar la obra.
El pintor Ariosto Otero Reyes expresó que “con Nishizawa se va una parte de esa memoria histórica de la patria”.
Desde anoche, los restos del pintor se velaron en la funeraria Gayoso Félix Cuevas, dijo el hijo del artista. Indicó que desconocían si habría un homenaje por parte de las instituciones culturales. (Con información de Notimex)