Gabo, el más querido. La vida secreta de Gabo en México
ENCUENTRO. Desde los años 60, Gabriel García Márquez fue identificado por sus ideas de izquierda y sobre todo por su activismo en favor del régimen socialista instaurado por Fidel Castro en Cuba; en la foto, el líder cubano y el escritor en marzo de 2000 en La Habana. (Foto: ARCHIVO EL UNIVERSAL )
julio.aguilar@correocpn.com.mx
La comunicación entre el círculo de confianza del nuevo presidente de Francia y el gobierno de México marchaba sobre ruedas en mayo de 1981. Desde París, Mitterrand incluso había anunciado una visita de Estado al país en octubre; sin embargo, en Los Pinos y en Gobernación reinaba la inquietud del hormiguero. ¿A santo de qué, si el nuevo inquilino del Eliseo, el socialista François Mitterrand, parecía tan receptivo a los mensajes que recibía su oficina de asesores desde el Distrito Federal?
La respuesta está en documentos hasta ahora inéditos de los servicios de inteligencia mexicanos: la inquietud se debía a que aquella comunicación no sólo se había establecido con las autoridades de la Cancillería sino también con otro epicentro de la diplomacia con sede en la capital del país: la casa de Gabriel García Márquez.
Era obvio que estaba fichado. El autor, un colombiano residente en México desde los años 60 y ya entonces vinculado con la izquierda latinoamericana, posee un historial creado por la desaparecida Dirección Federal de Seguridad (DFS). Esos documentos, que están en custodia del Archivo General de la Nación desde 2002, han sido revisados por primera vez para esta investigación.
Como muchos otros artistas e intelectuales mexicanos y extranjeros, residentes o de paso por el país, las actividades de García Márquez fueron observadas y consignadas por la DFS. En su caso, el seguimiento fue cercano.
El primer documento que la inteligencia mexicana recogió como antecedentes del escritor está fechado en noviembre de 1967, cuando el Gabo participó como delegado colombiano en el II Congreso Latinoamericano de Escritores, organizado en el DF, Guanajuato y Guadalajara. El segundo es la transcripción de una carta abierta de un “grupo de intelectuales que se solidariza con los presos políticos” después de la represión estudiantil en octubre del 68. El último es el reporte de su salida por avión hacia Cuba en agosto de 1985. A partir de esa fecha, toda la información continúa clasificada en los archivos del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen).
El affaire Mitterrand
Ya identificado desde los años 60 por sus ideas de izquierda y sobre todo por su activismo en favor del régimen socialista instaurado por la revolución encabezada por Fidel Castro en Cuba, García Márquez estuvo sujeto a una vigilancia atenta desde los años 70, cuando ya tenía su residencia como inmigrante en el país, primero por el gobierno de Luis Echeverría (1970-1976) y después por el de José López Portillo (1976-1982).
Cuando François Mitterrand se preparaba para asumir la presidencia de Francia en mayo de 1981, Gabo ya llevaba algún tiempo tejiendo fino para amarrar sus relaciones con el equipo del presidente socialista. Las fichas informativas y los oficios generados por los agentes de la DFS lo confirman. Las actividades de Gabo como intermediario entre militantes de la izquierda latinoamericana y el equipo de Mitterrand son uno de los episodios más amplios que consignan los documentos de la DFS.
“Con objeto de asistir a la toma de posesión del socialista François Mitterrand como Presidente de Francia, que se llevará a cabo el 19 del actual, este escritor colombiano asilado en nuestro país partirá mañana con destino a París, Francia”, informó Miguel Nazar Haro, director de la DFS, a la oficina del secretario de Gobernación el 15 de mayo de 1981. Para entonces, buena parte de la logística de inteligencia se había desplegado en torno a García Márquez: escuchas telefónicos, informantes encubiertos, paparazzi apostados en los alrededores de la casa del escritor en una colonia del sur de la ciudad de México.
En particular, la comunicación entre el colombiano y Régis Debray eran seguidas con puntualidad. El filósofo francés, a quien Mitterrand acogió como su asesor de política exterior en asuntos del Tercer Mundo, tenía una buena relación con García Márquez desde tiempo atrás; sacándole jugo a aquella amistad, el autor buscó convertirse en intermediario entre el gobierno francés y movimientos de la izquierda latinoamericana.
“El escritor colombiano ha estado organizando la lista de intelectuales para la reunión que piensan efectuar con el presidente francés en la ciudad de México y a la que asistirán intelectuales mexicanos y extranjeros”, informa un documento fechado en octubre de 1981 que consigna conversaciones entre García Márquez y Régis Debray.
El documento da más detalles sobre los preparativos de Gabo y Debray para la recepción: “...García Márquez no había tomado en cuenta para la reunión con el presidente Mitterrand a los intelectuales mexicanos, y se está cuidando mucho de que no se supiera, ya que piensa que habría problemas por ser él extranjero (...) ha mencionado que la prensa, durante la visita del presidente de Francia, por parte de éste la va a manejar Jean Daniel, y que él quiere que la prensa mexicana, en relación a lo de la reunión con intelectuales, la maneje Julio Scherer García...”, dice puntillosamente el informe del extinto organismo.
Un consulado al sur de la ciudad
Mitterrand asistiría a la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno Norte-Sur, en Cancún y la izquierda latinoamericana buscaba influir en él para que apoyara diversas causas, en especial para que Francia continuara siendo favorable a la lucha del guerrillero Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, una de las fuerzas contendientes en la Guerra Civil en El Salvador de esos tiempos.
En vísperas de la visita de Mitterrand, las intrigas arreciaron, según los documentos de la DFS. El Gobierno colombiano había criticado al Partido Comunista francés por su “intervención subversiva” en América Latina, a propósito de un supuesto apoyo a un paro cívico colombiano y también por su posición frente a la guerra en El Salvador.
Poco antes del arribo de François Mitterrand, la actividad en la casa de García Márquez era intensa. La vivienda parecía un pequeño y discreto consulado en donde entraban y salían militantes de partidos de izquierda sudamericanos, funcionarios del gobierno cubano, figuras de la izquierda mexicana, activistas colombianos y, por supuesto, los franceses. Entre ellos, Régis Debray.
Parte de esa actividad quedó registrada fotográficamente. Desde alguna casa vecina o un vehículo estacionado, los agentes de la DFS tomaron imágenes de los invitados cuando llegaban o salían de la casa del escritor para abordar sus automóviles. El reporte de las placas era un requisito oficioso. Así se sabe, por ejemplo, que la casa de Gabo fue la sede para las reuniones privadas entre Régis Debray y los secretarios generales de los partidos comunistas de México, Arnoldo Martínez Verdugo y de Chile. ¿Qué se discutió ahí? No hay reportes. De acuerdo con las evidencias de la DFS, su acecho no llegó a penetrar el círculo íntimo del colombiano para sacar información. A lo más que se llegó fue a intervenir sus conversaciones a través del teléfono.
Sin embargo, el entorno de Gabo, tanto el familiar como el de sus amistades y sus relaciones políticas estaba bien identificado. La DFS mantenía relativamente bien informados a Gobernación y a Los Pinos sobre las actividades extraliterarias del novelista de Aracataca, como director de la fundación Habeas, como intermediario entre grupos insurgentes y gobiernos latinoamericanos y como colaborador del régimen cubano. Esa información fue organizada y analizada cuando García Márquez pidió asilo político en México, en marzo de 1981.