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Conciencia. El cerebro adicto

Gerardo Martínez| El Universal
Lunes 17 de febrero de 2014
En la adicción influyen diversos factores biológicos y genéticos, pero la ciencia aún estudia por qué un individuo prefiere una droga a otra

eluniversal.ciencia@gmail.com  

El uso de sustancias estimulantes genera reacciones en todas las sociedades. Efectos de rechazo, tolerancia y adicción son fenómenos a los que especialistas han tratado de dar respuestas.

Médicos neurólogos y psiquiatras han explorado los casos de dependencia, uso recreativo e incluso aportes médicos de las drogas con la única certeza de que no existe un factor exclusivo que determine el abuso de alguna sustancia por parte de un individuo. Al contrario, estiman que la farmacodependencia es resultado de factores como la disponibilidad, proclividad genética, entorno social o lesiones cerebrales que al combinarse aumentan el riesgo de que una persona sea incapaz de controlar el impulso por consumir una sustancia.

El doctor Óscar Prospero García, del Laboratorio de Canabinoides de la Facultad de Medicina de la UNAM, explica que el escenario neuronal de las adicciones se ubica en dos puntos del cerebro encargados de las sensaciones placenteras y de la continencia.

El primero de ellos es la zona formada por el Área Tegmental Ventral y el Núcleo Acumbens, donde se ubican los receptores de endocanabinoides y dopaminas, sustancias que se producen de manera natural en el organismo y que son sintetizadas por el cerebro para generar sensaciones placenteras.

“Se puede dar en muchas situaciones de la vida cotidiana, desde la satisfacción del apetito, por el acto sexual o cualquier otro impulso sensorial que sea agradable al individuo”, asegura.

Estas sustancias, explica el doctor, interactúan con la amígdala, que es la glándula cerebral encargada de producir la sensación subjetiva de miedo. Los endocanabinoides también regulan esa zona, la inhiben para que el sujeto entre en una fase de placer.

Cuando un individuo se administra una droga de manera constante el sistema de estímulo-recompensa, formado por el Área Tegmental Ventral y el Núcleo Acumbens, dejará de responder fácilmente a la droga. Con el uso constante de una sustancia el cerebro se modifica y hace que estos receptores de dopamina y endocanabinoides se produzcan con menor cantidad en una reacción de defensa.

“Entonces para activar a estas neuronas el consumidor tiene que administrarse dosis más altas. El cerebro entró a una fase llamada neuroadaptativa. El fenómeno con la relación de las drogas se llama tolerancia”, indica.

Adicciones selectivas

Gady Zabicky, médico psiquiatra especializado en el tratamiento de adicciones, distingue a la población usuaria de sustancias en dos grupos: los generalistas y los que eligen una droga específica.

Los primeros, “no necesariamente son adictos, pero sí son usuarios que pueden llegar a tener problemas cuando están intoxicados”.

El otro grupo de usuarios llamados especificistas lo forman personas que básicamente consumen una sustancia, lo que no significa que sólo hayan probado esa droga, sino que una vez expuestos a una sustancia específica desarrollan una especie de predilección.

Este fenómeno se conoce como automedicación. El doctor Zabicky ejemplifica el grupo de especificistas con un individuo hipotético de personalidad inhibida y tímida.

“Si este individuo descubre a los 19 años que con dos tequilas puede bailar con las chicas de la clase, comenzará a atacar su problema de fobia social con una droga que se llama alcohol etílico. En ese sentido se convertirá en consumidor especificista de alcohol, porque es la droga que le ayuda a solucionar su problema”, comenta.

Sin embargo, reitera que no todos los cerebros desarrollan adicción a todas las drogas, sino que la dependencia parte de una proclividad en la que instituciones de salud aún están en etapas de estudio.

Sobre los experimentos que la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) realiza en el Laboratorio de Canabinoides, Prospero García remite al hecho de que los pacientes que abusan de las drogas presentan lesiones en la parte derecha de la corteza prefrontal.

“No sabemos si el paciente desarrolló la lesión o ya nació así. Aparentemente quienes tienen daños en la corteza prefrontal no son conscientes de las consecuencias de sus actos. Por lo tanto, los adolescentes son un sector vulnerable, pues su corteza cerebral no funciona adecuadamente”.

A partir de estudios de laboratorio practicados en roedores, el doctor Prospero García estima que otro factor importante es la presencia o ausencia de afecto en las primeras etapas de vida.

“A un grupo de roedores en sus primeros días de vida los alejamos del cuidado materno durante tres horas al día. Descubrimos que estos tienen mayor proclividad a desarrollar adicciones frente a otro grupo que tuvo más afecto”.

El doctor resume el problema como una condición multifactorial. La serie de condicionantes inicia con la herencia de muchas respuestas cerebrales en el genotipo de los individuos, por lo que hijos de usuarios tienen más riesgo de replicar sustancias.

“Si tienes a un individuo con un antecedente de un abuelo alcohólico y uno de sus dos padres es adicto a una droga, entonces tienes un niño que nace, por decirlo de algún modo ‘con un arma cargada’. Sólo necesitará un detonante para que se dispare la dependencia”, dice.

Sin embargo, a esta herencia genética y de lesiones cerebrales se pueden sumar los factores psicológicos, “como el historial del individuo desde su nacimiento, desde que es parido, amamantado y criado hasta la edad adulta. Influye también la situación socioeconómica: el código postal”.

Farmacodependencia en México

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que entre 6% y 8% de la población mundial padece un tipo de adicción a alguna sustancia legal o ilegal.

En México, los Centros de Integración Juvenil (CIJ) proveen estadísticas sobre farmacodependencias entre los habitantes. Su estudio más reciente arrojó una cifra de 24 mil 728 personas que acudieron a tratamiento contra las adicciones.

El perfil de los pacientes con algún tipo de adicción hasta 2012 dominaba con 75% de usuarios varones, frente a 25% de mujeres. Además, los usuarios que solicitaron ayuda a esta institución de salud federal tenían cuando menos estudios de nivel medio en 80% de los casos, frente a 7% que tenía estudios superiores.

Este mismo sistema de información sobre adicciones clasifica a los usuarios en funcionales, disfuncionales, sociales u ocasionales, y experimentadores.

La reducción en las capacidades productivas de los consumidores, por lo que se les ubicó en el perfil de disfuncionales, estuvo presente en 19% de los pacientes. En cambio, más de la mitad (53%) tenía un perfil de usuarios funcionales, pues el uso de sustancias no interfería en sus actividades productivas.

Otro grupo de pacientes que se incluyó en el Sistema de Información Epidemiológica del Consumo de Drogas (Siecd) de los CIJ fue el de usuarios sociales u ocasionales, y experimentadores con 14% y 10% respectivamente.

Entre las drogas que los usuarios consumieron con mayor frecuencia durante un año fueron la mariguana en 59%, inhalables en 31% y luego la cocaína con 21%.

Las benzodiacepinas y las metanfetaminas se consumieron en 9% y 10% de los casos. La heroína la consumió sólo 3% de los pacientes, mientras que los alucinógenos fueron ingeridos por 5%.



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