Obra de Goya, parte del festejo por 300 años de la RAE
Diversidad. Cabezas de terracota para el "Quijote" de 1780. Catálogo de la exposición "La lengua y la palabra", que contiene numerosas joyas pictóricas y bibliográficas, junto a curiosidades que reflejan la evolución de esta institución, que nunca permaneció ajena a los sucesos políticos y sociales de cada época.. (Foto: Tomada de Rae.es )
Un excelente dibujo de Goya, rara vez expuesto, sobre el lenguaje de los sordos, es una de las principales curiosidades de la gran exposición que conmemora el tercer centenario de la Real Academia Española, en la que también se muestran las medallas de los académicos que ganaron el Nobel.
La exposición "La lengua y la palabra. Trescientos años de la Real Academia Española", que mañana inaugura la Reina en la Biblioteca Nacional ha sido presentada hoy a la prensa.
Contiene numerosas joyas pictóricas y bibliográficas, junto a curiosidades que reflejan la evolución de esta institución, que nunca permaneció ajena a los sucesos políticos y sociales de cada época.
Goya se había quedado sordo en 1792 y en 1812 dibujó el "Alfabeto dactilológico para sordos", un conjunto de "magníficas manos" con las que el gran pintor representó las diferentes letras del alfabeto utilizado por los sordos españoles, según se detalla en el catálogo de la exposición.
Una muestra cuyos comisarios son Carmen Iglesias, historiadora, y José Manuel Sánchez Ron, historiador de la ciencia, y que ha sido patrocinada por Acción Cultural Española.
La buena relación que Goya tenía con Godoy, primer secretario de Estado, impulsó al político a interesarse por "los problemas de los sordomudos, desatendidos hasta entonces".
En 1802 se abrió un colegio para ellos, se afirma en dicho catálogo, que cuenta con textos de numerosos académicos y especialistas, entre ellos de Mario Vargas Llosa, Víctor García de la Concha, José Manuel Blecua, Darío Villanueva, Hugh Thomas, Ignacio Bosque o Luis Mateo Díez.
Vargas Llosa es uno de los académicos de la Lengua distinguidos con el Nobel, un premio que también recibieron Jacinto Benavente, Juan Ramón Jiménez, Vicente Aleixandre y Camilo José Cela: algunas de las medallas que dan fe de ese premio están en la Biblioteca Nacional.
La exposición dedica un apartado especial a las mujeres que llamaron a la puerta de la Academia desde el siglo XIX, pero que no lograron entrar en ella hasta que en 1977 lo consiguió Carmen Conde. La excepción fue María Isidra Quintina de Guzmán, que llegó a ser académica honoraria en el XVIII.
En el XIX, se quedaron fuera de ella Gertrudis Gómez de Avellaneda y Emilia Pardo Bazán. En el XX tampoco lo consiguieron Blanca de los Ríos, Concha Espina y María Moliner.
Aunque no sirve de consuelo, en Francia la primera mujer que ingresó en la Academia fue Marguerite Yourcenar en 1980, y sobre este hecho llamaba hoy la atención Carmen Iglesias.
Antes de la era digital no era fácil hacer diccionarios como los que ha ido publicando la Academia a lo largo de tres siglos, y así lo reflejan los diez millones de fichas que, pacientemente, fueron elaborando los académicos y guardando con cuidado en el fichero de madera que forma parte de la exposición. También se exhiben algunas de esas fichas, hoy todas ellas ya digitalizadas.
Curioso le resultará al visitante ver parte del perchero donde los académicos cuelgan siempre sus abrigos, cuando asisten los jueves a las sesiones plenarias. Cada percha lleva el nombre correspondiente, y, al morir alguno, su percha queda libre y es ocupada por otro académico.
Desde hace unos días falta la de Martín de Riquer, fallecido la semana pasada en Barcelona.
Y lo que quizá sorprenda al visitante de "La lengua y la palabra" es enterarse de que los académicos, en pleno siglo XXI, comienzan y terminan sus reuniones con unas preces en latín: "Veni, Sancte Spiritus, reple tuorum corda fidelium, et tui amoris in eis ignem accende..." , rezan al empezar el pleno.
sc
Mucha gente se pregunta qué hacen los académicos en las reuniones de los jueves. Ahora habrá ocasión de satisfacer esa curiosidad gracias a un vídeo que recoge momentos diferentes de esas sesiones. El espectador se asomará a ellas a través de una rendija, como si no quisiera molestar en tan elevadas discusiones.