La comunidad operística mexicana lamentó el fallecimiento de la mezzosoprano Oralia Domínguez, una de las voces más relevantes de la ópera durante el siglo XX, ocurrido el pasado lunes en Milán, Italia, donde radicaba desde hace años.

Desde ayer, ante la versión que circulaba en redes sociales sobre la muerte de la mezzosoprano que cantó durante casi 25 años en los más grandes teatros del mundo, cantantes, críticos y promotores de ópera en México comenzaron a expresar sus condolencias y a publicar imágenes, videos y grabaciones emblemáticas de Domínguez.

Sobre la cantante que compartió el escenario con figuras de la talla de María Callas, Mario Mónaco y Giuseppe di Stefano, y trabajó bajo la batuta de los más connotados directores como Herbert von Karajan, Lorin Maazel y Leonard Bernstein, el contratenor y productor de L'Arte della Perla, Javier Ghiaurov, escribió en Twitter: "La Mtra. Oralia Domínguez fue más que una gran cantante, fue una gran artista".

El bajo-barítino Stefano de Peppo escribió en Facebook: "Sin duda la cantante de ópera mexicana que tuvo la más grande carrera a nivel internacional del siglo pasado, seguida de cerca por Gilda Cruz Romo".

El crítico Lázaro Azar también compartió su opinión en redes sociales: "Reconocida como una de las más grandes mezzos del siglo 20 y la más excelsa cantante que ha dado México; a pesar de su decisión por recluirse en Milán, se ha mantenido presente gracias a las grabaciones que consignaron su voz, oscura, cálida y prodigiosa".

La noticia de la muerte de la cantante fue confirmada hasta hoy por las instituciones culturales del país. A las condolencias, se sumó la directora del INBA, María Cristina García Cepeda: "Comparto mi pena con la comunidad operística por el fallecimiento de Oralia Domínguez, gran cantante mexicana de prestigio mundial".

En 1951, participó como "Amneris", en las funciones de Aída, de Giuseppe Verdi, temporada en la que María Callas emitió el famoso Mi bemol, no escrito por Verdi, al final del segundo acto.

En 1953, Oralia Domínguez realizó su debut en la sala de ópera más importante del mundo, la Scala de Milán, en el papel de la Princesa de Bouillon, en Adriana Lecouvreur, de Francesco Cilea. Siete años después se despidió de ese escenario y tendrían que pasar más de 50 años, para que otra mexicana, María Alejandres, regresara a ese escenario, en 2011, con Romeo y Julieta.

La mezzosoprano también actuó en el Covent Garden de Londres, en el Festival de Glyndebourne y el Teatro Colón de Buenos Aires, además, perteneció al elenco estable de Glyndebourne y de la Opera del Rin en Düsseldorf.

Su última función en el Palacio de Bellas Artes fue en 1982, cuando participó en la Misa de Réquiem, de Verdi.

rqm